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El ruido que su dedo emitía al golpear la mesa era el único sonido que se escuchaba desde que se sentó en la mesa más alejada del bar.
Jonathan nunca había sido un fiel amante de escaparse en las noches y pasear de bar en bar, pero desde que empezó a "cuidar" de Lady Alicia, se había vuelto una costumbre.

Durante los últimos meses se la había pasado visitando "El Descenso" junto a la loca dama, que debía estar descansando en su habitación, en lugar de encontrarse haciendo rabiar a uno que otro caballero por su habilidad con las apuestas.

"El descenso" era un bar bastante particular que permitía las apuestas entre personas de cualquier índole. No había una distinción en particular. Si tenías dinero, eras bienvenido y él aunque no en exceso, lo tenía, sin embargo nunca fue dado a usarlo de esa forma, así que sólo se limitaba a observar a la pequeña descarada y a los incautos caballeros.

Su relación con Alicia siempre fue tirante. Principalmente porque la dama era todo menos una correcta señorita y comúnmente se las ingeniaba para involucrarlo en alguno de sus locos planes.
La temporada pasada se la habían pasado discutiendo por el simple hecho de que ella no dejaba de insistir en que contrajera nupcias con Lady Caterina, a pesar de todas las veces en que él le había recalcado que eso no iba a pasar.

La dama no conocía el "no". Todo lo que quería, lo obtenía sin importar el precio.
Por eso siempre se la pasaba exigiendo cosas. Cosas que probablemente no le servirían de nada, pero si se encaprichaba con ellas, hacía lo que sea por alcanzarlas.

Aunque también tenía que reconocer que era bastante inteligente.
Cuando dejaba a un lado las vanidades y se centraba un poco era una auténtica cazadora de negocios. Anthony y él habían perdido no una, sino varias oportunidades por no escuchar sus sugerencias.

Alicia conocía a todos los socios de su buen amigo y siempre estaba a la cacería de una buena oportunidad. Era bastante quisquillosa con todas las cuestiones financieras, aunque eso no implicará llevar una vida austera. Por el contrario, le encantaba los lujos y hacer gastos grandes, pero a diferencia de otras damas, se empeñaba en duplicar sus ganancias mucho más que sus pérdidas.

De todas sus hermanas solo a Alicia le preocupaba cuanto habían gastado ese mes o si alguno de los negocios de los que Anthony formaba parte había crecido o afrontaba una crisis.
Solo a ella le importaban esas cosas y quizás por eso había captado su atención desde hace algunos años, aunque le costará admitirlo.

—Milord.—una voz le extrajo de sus pensamientos haciéndole volver a la realidad. El hombre de mediana edad le había servido un poca más de licor y él se lo agradeció con un gesto.

El señor Ricmondy, era el dueño del bar y se llevaba bastante bien con sus clientes.
Como había estado frecuentando el Descenso desde hace algunos meses con la descarada dama, él se había convertido en un cliente frecuente.

—Verlo aquí milord observando a su prometida, me recuerda mucho a un caballero que conocí hace varios años.—comentó el hombre mayor mientras se acomodaba en un asiento cercano al suyo.

El conde no respondió.
Se había quedado sin palabras al escuchar el término que el dueño del bar utilizó para referirse a Lady Alicia.

—Sí.—continuó el señor Ricmondy ignorando por completo su reacción.—El señor Carrison al igual que usted solía venir a este bar para encontrarse con su prometida.

Jonathan lo miro debatiéndose en silencio si decirle la verdad al señor Ricmondy sobre su supuesta "prometida" o no.

Al final termino por no hacerlo. Más porque explicar su relación con esa descarada le estaba costando los últimos meses.

Apostando Por Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora