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Londres 1831

El gran salón de los duques de Nortfolk estaba tapizado con extravagantes colores que atraían todas las miradas. Lady Nortfolk era especialista en organizar las mejores fiestas de Londres y todo noble que se precie lo sabía. Por eso Bernadeth Murgot marquesa de Somerset no se lo pensó dos veces al llevar a sus jóvenes hijas (hace algunos meses presentadas) a la velada de la duquesa; con el afán de que se rodeen con lo más pudiente de la sociedad y capturen un buen esposo para su gusto y afición.

Bernadeth las conocía muy bien y aunque le hubiese encantado estar al pendiente de ambas todo el tiempo. Ella solo era una y los pequeños torbellinos eran dos, así que le solicitó muy encarecidamente a Lord Wester, un buen amigo de su hijo que la ayudara.

No podía contar con Anthony para esta difícil tarea porque su primogénito solía despistarse con facilidad cegado por los encantos de su amante y ella no podía darse el lujo de que sus hijas hicieran alguna locura antes de que ella pudiera detenerlas.
Así que la presencia de Lord Wester controlando el proceder de su hija, Alicia, siempre era bien recibida, mucho más cuando el caballero empezó a tomarse muy en serio su trabajo.

Entre ambas gemelas, Alicia era la que menos le preocupaba. Ella sabía desenvolverse muy bien en público y llamar la atención de los caballeros incluso a pesar de su manía de decir todo lo que pensaba, en cambio su pequeña Beatrice era otra historia.

El carnet de Alicia se llenaba con facilidad, así que su hija se la pasaba la mayor parte del tiempo danzando en medio del salón mientras presumía de su excelente gusto al vestir y su belleza.
Alicia siempre fue bastante desinhibida en sociedad, aunque obviamente luego de varios bailes terminaba bastante cansada.

Era común entonces que la dama buscara un pequeño refugio en medio de los descansos de las canciones solo para encontrarse con el protagonista de su historia de “amor”.

Su relación con el marqués de Grafton empezó en una velada donde ambos fueron invitados. Alicia había buscado un momento a solas donde lo abordó sugiriéndole de a poco sus intenciones hasta que él terminó cediendo a su juego. Un dulce y a la vez atrevido juego de seducción.

El deseo de lo prohibido motivo al marqués a ceder ante sus encantos y su “inocencia” dándose la libertad de tomar sus labios en más de una ocasión, pero Alicia necesitaba algo más, algo que en verdad los uniera para finalmente coronarse como la nueva marquesa de Grafton.

La dama soltó un pequeño suspiro que no pasó desapercibido para su pareja de baile.

—¿Le ocurre algo, milady?.—preguntó el poco interesante y para nada lindo conde de wester, alias Lord Perfecto o el caballero que se las ingeniaba para hacer de su vida miserable.

—Nada milord, solo pensaba en lo difícil que es bailar a su lado.—comentó, aunque no era verdad. En realidad el conde bailaba muy bien y eso se podía considerar un “cumplido” viniendo de ella, quien prácticamente había bailado con la mitad de caballeros en el salón.

A Alicia siempre le había gustado lucirse y captar muchas miradas entre los asistentes como una forma de realzar sus actitudes en medio de las docenas de jovencitas que debutaron esa temporada.

No era tarea fácil destacar, considerando que como en toda temporada había jovencitas muy bellas y pocos caballeros con verdaderos deseos de desposarlas entre ellos su hermano y su molesto acompañante.

—Usted fue la que sugirió este baile ¿o acaso lo olvida?.—Lord Perfecto la extrajo de sus pensamientos.

Ella no lo había olvidado, aunque solo fuera para que no resultara extraño que ambos se encontraran solos en un rincón observándose de mala manera. Tal y como lo estaban haciendo hace escasos segundos antes de que ella sugiriera muy amablemente bailar a su lado.

Apostando Por Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora