CHAPTER ONE

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"STARK HOUSE"

NARRA ROBB 

Esta historia comienza en mi hogar, Winterfell. Durante un no tan frío Verano en el cual todo cambió. Desde que era un niño he entrenado día y noche; prácticas de arco, espada, montura, modales, diplomacia... entre otras más. Todo con un solo propósito; llegar a ser el Guardián Del Norte. En realidad no estaba tan interesado en obtener esa responsabilidad, o al menos no estaba entre mi lista de prioridades. Pero eso cambió con su llegada, Alexandra Baratheon; la mujer más hermosa que había visto en mi vida me hizo querer sentar cabeza y hacer lo necesario para que estuviera siempre a mi lado.






—¡Robb! Vamos— gritó Jon.

Mi medio hermano Jon Snow apresuraba mi paso para no llegar tarde a dar la bienvenida a la familia real. Realmente una molestia si me lo preguntan a mi, no estaba interesando en nada que tuviera que ver con ellos, ser Guardián realmente no era lo mío, pero para esta clase de cosas no tenía otra opción. 

Al llegar pude observar que todos se encontraban ya listos para la llegada. Mi madre me miró con desaprobación por mi vestimenta, simplemente agaché la mirada y me coloqué entre Sansa y mi padre. El caballo del rey se encontraba ahora a la vista, a tan solo unos metros de nosotros. Miré a mi padre y pude ver que estaba nervioso, no era costumbre que el Rey hiciera semejante viaje en vano y todos lo sabíamos. El rey desmontó y en cuanto sus pies tocaron la tierra todos nos hincamos ante él. 

El rey Robert le hizo una seña a mi padre para que prontamente se levantara; al hacerlo éste le abrazó con camaradería. Todos nos pusimos de pie para ahora recibir el carruaje con el resto de la familia. Sin embargo, mi vista fue directamente a su cabellera distintiva... la pequeña Alex Baratheon bajaba de un caballo con gracia y elegancia. Para mi sorpresa también noté que ya no era la misma niña que me molestaba, ahora, era una mujer hecha y derecha. Tan hermosa que me había robado el aliento y había capturado por completo mi vista. Se acercaba con cautela para saludar. Mi corazón se detuvo al sentirla tan cerca, pero simplemente me sonrió con brevedad e hizo una pequeña reverencia con la cabeza continuando así sin más.

—¡Sansa Stark!—exclamó con alegría.—Estas enorme— comentó con calidez.

Su voz era un poco menos aguda pero de igual manera podía identificarla. Se notaba que estaba feliz por ver a mi hermana ya que ahora mi orgullo estaba herido porque Sansa había recibido un cálido abrazo de su parte cuando a mi solo me había tocado un simple saludo cordial y distante. 

Su actitud me dejó pensando en si su desinterés era porque le molestaba cuando éramos niños. Lo dudé por un momento <<Quizá no me reconoció>> pensé en una excusa distinta a que me hubiese guardado rencor por algo que pasó cuando tenía tan solo siete. Busqué su mirada hasta encontrarla, sonreí coqueto y ella desvió la vista. Sorprendido, dolido y sin querer hacer una charla en donde sería obviamente rechazado caminé hasta el comedor principal para la cena de bienvenida.


NARRA JON

Sonreí en cuanto la vi pasar a mi lado, Alex Baratheon al fin regresaba después de tantos años. Como lo había prometido cuando apenas éramos unos niños, ella había regresado. Sin embargo mi mejor amiga había dejado de ser una niña, eso lo podía notar. Su belleza ahora era notoria para todos a su alrededor, nadie lo negaría.

Todos se dirigían al gran comedor para la cena. Me acerqué con rapidez para poder comenzar una conversación, ver si ella me recordaba con el mismo placer que yo lo hacía. Toqué su hombro ya que estaba de espaldas y en cuanto ella me miró se lanzó a mis brazos, las palabras ahora estaban de sobra, sabía que me recordaba justo como yo lo hacía.

—Jon Snow.—suspiró con nostalgia.—Fue demasiado tiempo sin verte. Te extrañé, tonto.—afirmó con melancolía.

—También te extrañe pequeña desquiciada.—afirme con burla.

Ambos reímos. Ella entrelazo mi brazo con el suyo y comentando sobre sus historias comenzamos a caminar hacía el comedor. 

Al tomar asientos seguía escuchando las historias tan peculiares que Alex me contaba, sin embargo había algo que me estaba dando una mala vibra. Comencé a buscar a mi alrededor el motivo de mis escalofríos... una mirada, una persona, algo.  

NARRA ROBB

No podía concentrarme en otra cosa que no fuera la cercanía con la que Alex y Jon estaban sentados; reían y susurraban cosas en el oído del otro. Era simplemente incorrecto, un sentimiento que nunca antes había sentido se plantaba en mi estómago; la idea me asustó <<¿Celos? ¿Yo acaso tengo celos?>> cuestioné con intriga. 

Mi atención regresó a donde había estado durante toda la noche cuando Jon se acercó y entrelazo la mano de Alex con la suya. Era suficiente, necesitaba hacer algo, impedir que algo más pase. Me levanté y comencé a caminar hacia donde estaban, pero prontamente me detuvieron.

—Robb, tu hermana.— comentó mi madre con preocupación. 

Miré a Aria, la cual estaba sentada demasiado cerca de la reina, supongo que molestando. Miré a mi madre quien con la mirada me ordenaba que llevase a Aria a dormir. Rendido y algo molesto por la intrusión pero sin ninguna otra opción, asentí y tomé a Aria de los hombros para cargarla y así llevarla a su habitación.



Después de varios reproches por parte de Aria había logrado salir de su habitación con la promesa de que le enseñaría tiro al arco <<Esa niña si se lo propone consigue lo que quiere de quien sea.>> pensé con ironía ya que apenas tenía once años.

Decidido a volver y parar cualquier cosa que estuviera pasando entre Jon y Alex, me dirigí al gran comedor una vez más. No pasó mucho tiempo cuando fui acorralado por cierta pelirroja en el pasillo oscuro.

—Hola Robb.— susurró coqueta.

Ros, que había salido de las sombras ahora tenía ambos de sus brazos alrededor de mi cuello y estaba mucho más cerca de lo que se consideraría decente para ser dos personas que no están en una relación.

—Ros...—dudé incómodo haciendo una pausa.—diría que es un placer, pero llevo prisa.— me excusé.

Retiré sus manos de mi cuello para poder continuar con mi camino. Esta no me dejó ir con semejante facilidad ya que se aferró a mi mano y me hizo mirarla una vez más.

—Pero mi Lord... si la última vez fue tan placentera.—reprochó con sensualidad.

Solté un enorme suspiro y la miré de pies a cabeza. Ros era hermosa y sensual, pero no podía dejar de pensar en que Alex estaba con Jon y en lo que harían si me quedaba con Ros toda la noche. Así que con fuerza y una mirada de desprecio me separe de ella dejando en claro que no quería que me molestara más. 



Sin poder creer que acabara de rechazar a una de las mujeres más fáciles y hermosas de Winterfell abrí las puertas del gran comedor. Comencé a poner atención en las personas hasta que los encontré, seguían en la misma posición que los había dejado. Se veían tan cómodos que no lo podía permitir más. Comencé a caminar hacia ellos y esta vez nada me detendría. 

The King in the North Donde viven las historias. Descúbrelo ahora