Capítulo 16

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        Natasha no durmió esa noche. Todo lo que había pasado daba vueltas en su cabeza. Pensó en que si seguía con ese insomnio probablemente se volvería loca. Pero eso no era todo, al día siguiente empezaría su entrenamiento. No tenía la más mínima idea de lo que conllevaba ser guardián en entrenamiento y eso la hacía sentirse insegura.

        Miró el reloj, las cuatro de la mañana. Por si fuera poco también tuvo una fuerte discusión con Paul. Sabía que el chico en el fondo tenía razón, había arriesgado su vida de manera innecesaria, pero eso no significaba que era un ser débil que necesitara ser cuidada. Sabía perfectamente de lo que era capaz y, ahora que sus poderes estaban dando fruto, se sentía más segura que nunca.

        Después de dar unas cuantas vueltas en la cama decidió que era inútil seguir intentando dormir. Se levantó y decidió entrar al baño, se dio una ducha rápida, con el tiempo suficiente para limpiarse, pero no el suficiente para pensar. Estaba cansada de pensar. Para cuando salió unos cuantos rayos de sol trataban de entrar por la ventana de la habitación.

        Se sorprendió al ver que no era la única despierta en la habitación. Una chica, algo mayor, con un cabello rojo que resaltaba con la decoración simple del cuarto.

—Veo que estás despierta —le dijo sonriendo—. Eso  me gusta, siempre preparada. No como otras — añadió mirando a Lisa—. ¡Hora de despertar!— le gritó.

        La chica despertó. Sobresaltada.

—Buenos días princesita —dijo en un tono sarcástico—. ¿Dormiste bien?

—¿Qué demonios haces en mi habitación?

—Uy, perdón. Siempre olvido que para estas cosas hay formalismos —dijo, casi sin prestarle atención a la pregunta de la joven—. Lisa, Natasha… Soy Tara y a partir de hoy seré su entrenadora personal. ¡Arriba! Hay mucho que hacer.

                                                                                          ***

        Tara las guiaba por el pasillo en donde se encontraban las aulas. Natasha no tenía la menor idea de hacia dónde se dirigían y al parecer Lisa tampoco. La chica, luego de ser despertada, se dedicó a quejarse acerca de la manera inhumana en que la despertaron y en como esa no era una hora adecuada para su entrenamiento.

—Lastimosamente el entrenamiento se adecúa a mi horario, no al tuyo —le había respondido Tara de manera cortante.

        Desde ese momento la chica había decidido no hablar y  lo único que hacía era mirar a la entrenadora con odio.

        Natasha divisó la puerta que llevaba al tejado. De nuevo pensó en Paul, sabía que tenía que arreglar las cosas con el chico, después de todo él tenía parcialmente la razón. Sacudió su cabeza, el pensar en él no haría que el problema se solucionara y ahora necesitaba que todos sus pensamientos se concentraran en el entrenamiento, si es que alguna vez llegaban a su destino.

—Muy bien, aquí estamos —dijo Tara mientras se detenía en una puerta, nada diferente a las demás—. Aquí es donde la magia sucederá.

        Abrió la puerta. Natasha se sorprendió al ver que del otro lado no había escritorios ni pizarras, sino que era un espacio bastante amplio. Alrededor de la sala estaban ubicados distintos objetos para el entrenamiento: sacos de boxeo, dianas, colchonetas… Parecía que tendrían todo lo que en algún momento necesitarían.

—Bienvenidas a la sala de entrenamiento —comenzó a decir Tara, interrumpiendo sus pensamientos—. A partir de ahora la mayoría de sus vidas estarán encerradas en este lugar.

Peligro (la mentalista #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora