Capítulo 28

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—No tengo nada que hablar contigo —le respondió Natasha—. No mientras mi novio esté tirado en el suelo.

—Pues muy mal —le respondió Elizabeth. Con cada palabra retorcía el brazo de Natasha un poco más, pero la chica intentaba no mostrar signos de dolor, no le iba a dar ese placer—. Yo si tengo mucho que hablar contigo. Verás, nos conocemos desde hace mucho, pero no te he contado mi histo...

—¡No me interesa Elizabeth! —gritó la chica de repente—. Deja de hacerte la interesante y de hablar tanta mierda y hagamos un trato de una vez por todas. Me quieres a mí, a la mentalista, a él déjalo en paz y prometo que no intentaré defenderme. Dejaré que los rastreadores me hagan lo que sea que le hacen a las personas que secuestran, no me quejaré en ningún momento, pero por favor, déjalo ir.

        Elizabeth rio ante la desesperación de su oponente, era una risa que salía desde lo más profundo de ella, como si hubiese esperado años por soltarla y ahora simplemente no pudiese controlarla.

— Nat, cariño —dijo mientras trataba de ahogar su risa—, ¿en serio crees que esto se trata de ti? Por favor. No eres tan importante...

        Natasha estaba confundida. ¿Acaso esto no era un plan para atraparla? ¿Cuál era entonces el motivo de Elizabeth? ¿Por qué la trajo hasta aquí? La rastreadora notó la sorpresa en su cara y explicó:

—Simplemente estás aquí porque necesito un mensajero —dijo  mientras la soltaba. Natasha intentó correr hacia Paul, pero su cuerpo estaba paralizado, presa del pánico—. ¿Y quien mejor que tú, la nueva preferida, para decírselo a mi madre?

—Así que de eso se trata todo ¿no? —le dijo con furia mientras intentaba moverse—.  De tu resentimiento hacia tu madre. Comprendo que no es la mejor, ni la más cariñosa, pero ¡por Dios Elizabeth, no puedes culparla! Yo también intentaría mantener el secreto de que mi hija está completamente loca.

        Al terminar de decir eso y ver la cara de Elizabeth, Natasha se dio cuenta que probablemente había cometido un error. La mirada de Elizabeth cambió de triunfal a una furia ardiente, algo que ni siquiera había visto en sus peores pesadillas.

—Tú nunca te puedes callar ¿no? —le dijo Elizabeth—. Siempre debes de tener la última palabra, aun cuando no tengas la menor idea de lo que estás hablando. —La rastreadora se alejó unos centímetros y Natasha pensó que ese sería el momento perfecto para actuar, pero sus piernas aún no le obedecían—. Aunque claro, tú nunca tienes idea de lo que está pasando, como cuando viste ese recuerdo en la mente de mi madre. Un lindo lugar ¿no? Todos esos susurros y la increíble oscuridad... O tal vez este momento — se burló—, no tienes la menor idea del porqué, si te quieres mover, no puedes. Bueno Natasha, tal vez con eso pueda ayudarte.

        Elizabeth estiró el brazo, estaba a unos centímetros de distancia, pero Natasha igual voló por los aires e impactó en una de las mesas. Rápidamente trató de incorporarse, sintió unas molestas punzadas en su brazo y se sorprendió al ver que estaba sangrando.

—¡Oh! Esa no es la dirección en la que querías ir ¿cierto? —le preguntó en un tono sarcástico—. Permíteme ayudarte nuevamente.

        La rastreadora estaba a metros de distancia, pero nuevamente con un simple movimiento de brazo fue capaz de enviarla al otro lado de la habitación. Natasha se sentía indefensa y con un profundo miedo. Rápidamente levantó con su mente todos los vidrios puntiagudos que pudo y los lanzó hacia la rastreadora, pero esta simplemente movió el otro brazo y todos se detuvieron en el aire. Natasha sintió un enorme escalofrío pasar por su cuerpo al comprender por fin que Elizabeth estaba haciendo telequinesis.

Peligro (la mentalista #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora