Capítulo 20

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        Para Natasha el día pasó casi sin notarlo. Después de ese extraño entrenamiento su día volvió a la normalidad, o al menos a la poca normalidad que existía en el refugio. Después de su última clase antes del almuerzo se sorprendió al ver que Paul la estaba esperando afuera.

—¿Es que tú nunca tienes clase? —le preguntó.

—Los profesores se libraron de mi excepcional presencia el año pasado —explicó— ya estoy graduado.

—Un año adelantado.

—Sí. ¿Sabes cómo dicen que no puedes tener inteligencia, belleza y al mismo tiempo una personalidad deslumbradora? Pues eso no se aplica a mí.

— Oh, perdóname señor perfección — dijo Natasha sonriendo.

        Ambos caminaron, pero Natasha se sorprendió al ver que no se dirigían al comedor. Iba a preguntarle a Paul que sucedía, pero antes de que pudiese formular la pregunta el guardián la interrumpió:

—Verás —explicó—. Hoy no deleitaremos a nuestros amigos con nuestra presencia.

—¿Ah no? —preguntó Natasha—. ¿Y qué comeremos? ¿Aire?

—Natasha Sparks, me duele un poco que aún no sepas que yo siempre tengo todo resuelto.

        La chica se limitó a lanzar un bufido burlón y siguió a Paul por el largo pasillo del refugio. Después de avanzar unos pocos metros Natasha se dio cuenta a dónde se dirigían.

—¿En serio? —dijo— ¿Comeremos en el tejado?

—¿Y por qué no? —respondió el joven—. El sol brilla, los pájaros cantan y la vida no podría ser mejor.

        Ambos subieron las ya conocidas escaleras y subieron el tejado. Estaba nublado.

—Veo que tienes un amplio conocimiento del clima.

—¿Siempre tienes que ver el vaso medio vacío? —se quejó el chico.

        Ambos rieron.

        Natasha se sorprendió por el esfuerzo que había puesto Paul en ese almuerzo. En el tejado había una gran sábana con varios platillos, incluso tenían postre. El joven se sentó y la invitó a hacer lo mismo.

—Nada mal, para un típico pic-nic —dijo Natasha. No estaba dispuesta a admitir que ese era uno de los gestos más lindos que un chico le había hecho.

—Oh, lo siento. Olvidé que estaba saliendo con la hija de una celebridad. ¿Está bien que no haya incluido el champagne?

—Siempre y cuando haya caviar —bromeó la chica.

        Rápidamente se incorporó y empezó a comer. La cantidad de platos que al principio había confundido con diferentes tipos de comidas resultaron ser ingredientes para hacer sándwiches.

  —Te habría hecho uno —le explicó Paul—, pero no estaba seguro de si había algo que no te gustaba.

—Eso fue muy considerado de tu parte.

—Así soy yo. Paul el considerado.

        Ambos prepararon sus sándwiches, Natasha evitó las cebollas. Nunca le habían gustado. Notó que Paul tampoco las puso en su sándwich.

—Conque no eres fan de las cebollas ¿eh? —le preguntó Paul.

—Pues no. Nunca me gustaron. Gloria, mi nana, solía decirme que debía comerlas para convertirme en una mujer exitosa e inteligente. Peleaba tanto por eso que un día Celine tuvo que intervenir.

Peligro (la mentalista #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora