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——Friedrich Nietzsche.—— un hombre se acercó a saludarle, sobra decir que no tenía ni idea sobre de quién se trataba, probablemente algún conocido de su querido Richard.—— ¿Qué le parece el auge de Otto von Bismarck últimamente?

——Lo veo con escepticismo, señor, me encantaría discutirlo con usted en otro momento, pero tendrá que disculparme porque aún no he saludado a los anfitriones.—— no había venido hasta Tribschen el día del cumpleaños de Cósima (la esposa de Richard Wagner, a la que ya había conocido hacía tiempo) para acabar parloteando con un fulano sobre aburrida política.

Echó a correr, bueno a andar deprisa, en parte porque debía seguir el protocolo y por otra parte porque su estado era lo bastante deplorable como para comprender que no podía seguir maltratando a su cuerpo. De
hecho, Friedrich debía tratarse como un jarrón de porcelana china, sus enfermedades le obligaban a tener en cuenta la delicadeza de su vida.

——¡Richard!¡Cósima!——ambos Wagner se giraron hacia él, eran realmente maravillosos, se sentía afortunado de pertenecer a su círculo más íntimo.

——Hola, querido ¿cómo te encuentras?—— sonrió, no pretendía arruinar la fiesta contando sus tragedias.

——Tengo algo para ti.—— le entregó el sobre sellado y firmado por él mismo.

——Oh, Friedrich...—— lo abrió emocionada.——El manuscrito de El origen de la tragedia.

——Feliz cumpleaños.—— no necesitaba que lo expusiera con palabras, sus ojos gritaban que le había gustado.

——Muchas gracias, estoy deseando leerlo.—— lo volvió a meter en el sobre con extremo cuidado.

——Friedrich, estoy emocionado por ver qué escribirás para mi próximo cumpleaños.—— bromeó Richard.

——Quizás lo haga, sería lo más barato que pudiera conseguir.—— bromeó quitándole importancia a lo mucho que significaba su obra para él.

——Perdonen la interrupción por favor, pero no he podido evitar reconocer al señor Nietzsche.—— un joven pálido y de ojos azules se unió al grupo.

——Todo lo contrario, Friedrich acaba de regalarle una obra suya a mi esposa.—— Richard se lució tan simpático y sociable como siempre, pero solo lo hacía con ciertas personas, sin embargo Nietzsche estaba entre esas personas así que no le daba demasiada importancia.

——Es usted muy afortunada.—— añadió el joven.—— Permita que le diga, que un servidor quedó impresionado al escuchar su discurso inaugural en la Universidad, Sobre la personalidad de Homero.

——Me alegro, se nota que tiene buen gusto.——rió impresionado ante su éxito, ya que había pasado de nada a un poco.

——Verá, he de reconocer que ya le había encontrado en otras ocasiones... en las clases de Jacob Burckhardt.—— admitió el joven con un brillo de esperanza.

——Es posible, acudo con frecuencia, ¿no las encuentra usted magistrales?—— sin duda era un gran profesor y de hecho, amigo de Nietzsche.

——En efecto, me encantaría poder discutirlas con usted en alguna ocasión.——era como si el chico estuviese rogando una amistad.

——Claro, claro, siempre estoy dispuesto a las conversaciones con alguien que sepa mantenerlas.—— sonrió a pesar del dolor punzante que sentía justo en aquel momento acribillándole cada vez que tomaba una bocanada de aire.

Nietzsche, cómo muere DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora