Capítulo 10. El campamento (Parte 2)

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Los alumnos subieron emocionados a los autobuses. Bonnie tomó su asiento al lado de Fox, ambos se habían hecho buenos amigos desde que se conocieron y les gustaba pasar tiempo juntos, se soportaban sus rarezas y sus actitudes.

Los transportes comenzaron a andar, se sumergieron en el gran océano que rodeaba la escuela, pasaron, nuevamente, por las aguas de las sirenas y el bosque de las hadas hasta llegar a un prado que era oculto por la inmensa niebla, los autobuses encendieron las luces.

Bonnie no lograba ver nada fuera de su ventana, los vidrios comenzaron a empañarse, el ambiente se tornó frío y entonces, el botones del autobús habló por su megáfono en el tono desinteresado que lo caracterizaba.

—Estamos pasando ahora por los "campos de antaño", les recomendamos alejarse de las ventanas y no hacer contacto visual con ningún espíritu guerrero a menos de que quieran que sus almas se queden atrapadas aquí.

El pelimorado sabía de aquel lugar, su madre le contaba historias cuando era pequeño. Aquel campo había sido el lugar en el que varias batallas y eventos importantes de la historia de la magia habían sucedido. Aquel sitio se encontraba repleto por almas de antiguos guerreros que murieron en combate y que ahora, vagaban por allí. Sabía bien que no debía de verlos a los ojos, los espíritus vagabundos no eran capaces de reconocer a un mago de la modernidad a uno de sus tiempos así que no dudarían en atacar a cualquiera que no sea de su bando guerrero.

Al cabo de un tiempo, la neblina comenzó a hacerse más y más espesa, los alumnos podían escuchar garras, hachas nórdicas y espadas recorrer los bordes del autobús, tenían miedo de volver la vista, debían de ignorar lo que sucedía.

—¿Cómo es que las babosas no son afectadas?— preguntó Bonnie a Fox con la cabeza gacha.

—Sólo atacan magos, en sus tiempos estos transportes no existían así que no pueden reconocerlos.— contestó el pelirrojo con nervios en sus palabras, era evidente su miedo.

(...)

Pasaron algunos minutos más que parecieron horas. Mientras más se sumergían en aquella neblina, los sonidos de armas se hacían más y más extensos hasta poder escuchar el ajetreo de una batalla real a la distancia.

Algunos alumnos comenzaron a desesperarse y se ocultaron debajo de sus asientos.

El sofocante trayecto por aquella niebla terminó cuando escucharon las voces recias y demandantes de los maestros resonar por todas partes diciendo algunas palabras cabalísticas, luego, un enorme halo de luz se esparció por todas partes que disipó la neblina y junto con ella, a los fantasmas guerreros. La luz del sol volvió a penetrar por las ventanas del autobús, varios alumnos suspiraron de alivio y volvieron a incorporarse en sus asientos.

El botones volvió a hablar:

—Pueden mirar hacia afuera. Este es el final de los campos de antaño y ahora, a su derecha pueden ver la entrada a la mágica y ancestral Azallem.

Todos los alumnos se abalanzaron hacia las ventanas, todo su miedo se había esfumado. Suspiros de asombro se escucharon en todo el transporte. La entrada a Azallem se encontraba un poco alejada pero no faltaba mucho para llegar. Ésta se encontraba reluciente ante la luz del sol, estaba rodeada por un inmenso bosque de pino. Poseía un pequeño camino de piedras de río que conducía a la entrada, había setas de diferentes tamaños a las orillas de la vereda y pequeñas casitas construidas en rocas de las que salían duendes y ratones realizando actividades comunes como tender la ropa o barrer sus pórticos.

El autobús se detuvo frente la entrada al pueblo, la puerta se abrió de par en par por su cuenta. Del otro lado se encontraba un pueblo medieval bastante peculiar, había unicornios junto con pegasos en establos, animales antropomórficos yendo de un lado a otro, magos, brujas, enanos entre otros seres acudían a las tantas tiendas y negocios de magia que se encontraban allí.

Witches Brew | Fnafhs WizardryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora