Alexandria despierta en un lugar que desconoce, rodeada que médicos que la tratan como si fuera un objeto. Pronto lo reconoce como Monte Weather, el mismo lugar donde debían haber aterrizado. Mientras se reúne con sus viejos amigos, Jasper quiere co...
Alex se encontraba guardando la comida almacenada en la mochila. No era mucha, pero era lo necesario para sobrevivir hasta llegar a la playa donde esperaban encontrar al clan de Luna. Según sus cálculos, no les tomaría más que dos días.
—Preparé esta para que lleves —dijo cuando oyó a Bellamy ingresar a la tienda detrás de ella. No giró para mirarlo. Debían apresurarse.
—Alex —llamó pero ella no se detuvo. Lo observó por el rabillo del ojo ponerse de pie a su lado y dejar una pistola sobre la mesa junto a un cuchillo que le llamó la atención.
Se detuvo por primera vez para analizar el cuchillo que yacía frente a sus ojos. Lo reconoció enseguida. Era el mismo que había hecho una noche en el campamento, con la parte de la nave para el mango, el cual estaba resquebrajado. Lo tomó entre sus manos, desde lo que había hecho, no se lo había quitado de encima excepto cuando tenía planeado usarlo, pero después de Monte Weather ni siquiera había pensado en él, supuso que se había perdido para siempre, tal vez en manos de los terrestres. Miró a Bellamy, quien tenía la cabeza gacha para que sus ojos se hallaran.
—¿Dónde lo encontraste? —preguntó en un hilo de voz. Bellamy se encogió de hombros, apoyando su mano en la mesa. La distancia entre ambos cuerpos era nula pero Alex no se sentía incómoda y, por alguna razón, no le gustaba esa sensación. Hacía solo minutos habían discutido.
—Volví a la nave a la mañana siguiente —contestó con el mismo tono de voz. No era necesario que hablaran más fuerte en la calma de la noche—, fui a buscarte pero no estabas y lo encontré en el suelo.
Alex bajó la mirada a su pecho. Nunca se había preguntado cómo se había sentido Bellamy luego de la batalla, ni tampoco le había contado qué había sucedido con él y Finn, solo que habían logrado escapar. Tragó saliva, moviendo el cuchillo entre sus dedos. Se preguntó por qué estaba haciendo esto, cuál era su intención cuando más temprano habían aclarado en qué situación yacía su relación. Sacudió la cabeza, dando un paso hacia atrás y dejando el cuchillo en la mesa para tomar la pistola junto a la mochila y colgarla en su hombro.
—Debemos irnos ya —anunció girando sobre sus talones sin que Bellamy la detuviera.
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Fuera los recibió el aire gélido y la oscuridad eterna bajo las copas de los árboles. Debían caminar con cuidado de tropezar ni hacer ningún ruido. Habían logrado salir del campamento sin que los terrestres notaran su ausencia pero aún no estaban lo suficientemente lejos como para andar tranquilos.
Alex iba delante de Bellamy, marcando el camino, mirando hacia ambos lados procurando que ningún terrestre anduviera cerca de allí. Por ahora, todo parecía estar como debía, pero sabía perfectamente que no debía dejarse engañar por la inocencia de los bosques. Estos habían visto más atrocidades que Alex durante toda su vida.
Sintió una mano tomarle la muñeca y estuvo a punto de gritar cuando se dio cuenta que era Bellamy, apoyándola de un tirón contra con árbol, con la mano tapando su boca, como si hubiera sabido que Alex estaría dispuesta a romper con el silencio. Lo miró con el ceño fruncido sin comprender qué estaba pasando hasta que Bellamy colocó su dedo índice sobre sus labios para hacerle entender que se mantuviera callada. Apenas Bellamy dejó caer su mano, liberando la boca de Alex, este apoyó su dedo en la nariz y le señaló una dirección detrás de ella. Lo observó con confundida unos segundos antes de recomponerse y girar la cabeza, con cuidado de no tocarlo.
Entre los árboles atisbó a un terrestre, quien parecía estar caminando por el bosque para asegurarse de que estuvieran desprovistos de intrusos. Alex, entonces, sintió una ira recorrer su espina dorsal. ¿Quiénes se creían que eran para vigilarlos de esa forma? Sacudió la cabeza inconcientemente y, si no fuera porque sintió la mano de Bellamy cerrarse sobre la suya, hubiera salido del escondite con la intención de dispararle. Cerró los ojos unos segundos, inhalando el aroma que desprendía Bellamy detrás de ella y la electricidad que sentía cuando su piel rozaba con la suya. Sin embargo, sabía que solo lo había hecho para poder captar su atención. Volvió a mirarlo y, en cuando lo hizo, Bellamy la soltó. Se sintió decepcionada por saber que la situación en la que se encontraban no era positiva pero se deshizo del pensamiento, no había tiempo para esto.
Bellamy fue quien le señaló con la cabeza que lo siguiera y Alex así lo hizo. Pronto se encontraron tan adentrados en el bosque que ni siquiera atisbaban las antorchas de los terrestres y lo único que se oía además de sus pasos sobre las hojas y las respiraciones, eran los pequeños insectos. Al menos, Alex no se sentía tan incómoda de esta forma y sin darse cuenta se hallaron en el claro frente a la nave al tiempo que el sol comenzaba a asomarse por el horizonte.
Avanzaron hasta la nave, ignorando los cadáveres que aún yacían en el suelo junto a la oscura ceniza e ingresaron corriendo la cortina.
Alex dejó la mochila que cargaba a un lado y tomó la pistola para guardaba en la parte trasera de su cinturón. Observó a Bellamy imitarla.
—No deberían tardar en llegar —comentó, rompiendo el silencio. Ahora que podían bajar la guardia, la situación se había vuelto incómoda. Al menos para Alex, ya que Bellamy había hablado como si nada hubiera pasado entre ellos mientras se mantenía de pie, apoyando la espalda contra la pared de la nave para observar el exterior a través de la rendija de la cortina.
—¿Ves algo? —preguntó, tratando de sonar lo más serena posible. Miró a su alrededor. Habían pasado muchas noches dentro de aquel lugar como para no observar cada rincón y que un recuerdo la invadiera.
—No, parece que todo está tranquilo —replicó. Se quedó en silencio unos segundos antes de mirarla con el ceño ligeramente fruncido. Sus miradas se encontraron unos segundos antes de que Bellamy rompiera el contacto. Su mandíbula tensa revelaba que tampoco estaba contento con lo que estaban viviendo y Alex se preguntó si había algo que hacer para arreglarla, si en algún momento todo esto acabaría y ninguno de los dos tendría que seguir protegiendo a sus seres queridos de tal manera—. Ahí vienen —anunció, alejándose unos pasos de la pared y Alex se preparó para terminar el plan que habían comenzado, pero aquel momento nunca llegó.
Antes de que se diera cuenta, una flecha atravesó la cortina chocando con la pared de metal y Bellamy se apresuró a protegerla con su cuerpo, agachándose en caso de que más flechas fueran a su camino, pero el silencio invadió el recinto.
—¿Qué está pasando? —cuestionó Alex, con su pistola en sus manos y con la mano de Bellamy apoyada en su espalda.
No fue necesario que respondiera, ya que la cortina se abrió revelando a la misma mujer terrestre de piel oscura que la había tomado del cabello el día en que hicieron el trato para salvar a Lincoln. No estaba sola, sino con dos terrestres más que la escoltaban con sus arcos y flechas apuntándolos. Alex sostuvo con fuerza su pistola pero Bellamy colocó su mano sobre esta. Al parecer, uno de los terrestres pensó que iba a disparar, ya que una patada rápida lo dejó inconciente en el suelo.
—¡Ey! —chilló Alex, poniéndose de pie para defenderlo pero uno de ellos fue más rápido y pronto todo se volvió oscuro.