xviii.

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El grupo iba encabezado por Bellamy mientras que Alex se había quedado detrás para proteger a Maya y Jasper, quienes caminaban en el medio. Llegar al nivel tres fue más fácil de lo que había creído, ya que ningún guardia se cruzó en su camino, lo que le llamó la atención. Sin embargo, por precaución, anduvieron con sumo cuidado en los pasillos oscuros y desolados.

La tranquilidad no duró mucho cuando oyeron un disparo desde lejos. Los cuatro corrieron buscando el origen y se detuvieron cuando doblaron un pasillo para encontrarse con puertas abiertas y el cuerpo de una mujer en el suelo manchado de sangre. La respiración de Alex se cortó por unos segundos, obligándola a llenar sus pulmones de aire mientras se acercaban a paso lento. Bellamy y ella con la pistola en alto por si el enemigo se cruzaba por su camino, pero nada pasó.

—Favor de retirarse al Nivel Cinco donde estarán a salvo —Oyeron en el altavoz. La misma voz que había hablado anteriormente—. Favor de retirarse al Nivel Cinco, donde estarán a salvo —repitió.

Alex se adelantó, sin importarle desarmar el grupo cuando llegaron a la mujer. Era uno de ellos.

—Es la Sra. Ryan —dijo Bellamy a su lado—, ella estaba ocultando a los últimos doce —añadió con pesar. Oyó a Jasper suspirar y Alex se mordió el labio inferior. ¿Qué más podía salir mal?

Un ruido los puso en alerta, elevando las pistolas al unísono hacia el origen: detrás de la puerta abierta.

Alex esperó pacientemente a que un guardia apareciera para asestarle una bala en la cabeza pero cuando Monty apareció con las manos levantadas y su piel tan blanca como un papel, sintió cómo su ritmo cardíaco se regulaba.

—¿Qué pasó, Monty? —cuestionó Jasper, dando un paso hacia delante. 

Alex no encontraba palabras, parecía que lo único que podía hacer era mirar a los costados buscando intrusos y Bellamy lo había notado, con su mirada sobre ella como si no se diera cuenta de que estaba observándola.

—Oí a un guardia decir que saben... —susurró, dejándose caer al suelo junto a la Sra. Ryan. Alex lo observó, olvidándose de los pasillos desolados. Monty acercó la mano para cerrar los ojos de la mujer. Por un momento, deseó haber podido hacer lo mismo con la Sra. Holder. No le hubiera dado paz, pero hubiera hecho algo—. Saben de los terrestres... —añadió, mirando a Bellamy. Alex volteó para mirarlo, esperando que respondiera pero Bellamy parecía atolondrado con esta información. Sacudió su cabeza.

—¿Qué quieres decir? —cuestionó en voz baja. Aquel tono de voz que utilizaba cuando hacía una pregunta conociendo la respuesta, pero sin poder creer que fuera real.

—Que están en la Cámara de la Cocecha.

Bellamy la miró y dio un paso hacia atrás. Por un segundo, creyó que perdería el equilibrio pero en realidad estaba viendo cómo su plan se desmoronaba delante de sus ojos.

Alex sacudió la cabeza, girando sobre sus talones con la pistola en su mano.

—Tenemos que ir —anunció para que el resto la siguieran.

Como no conocía el camino a la Cámara de la Cocecha y ni siquiera sabía lo que era, Bellamy volvió a encabezarlos pero esta vez acompañado por Alex. Sabía que él la necesitaba y ella quería mantenerlo en la realidad. Lo necesitaban. Bellamy los inspiraba. No podía dar un paso en falso porque así terminaría de arruinarlo todo.

Llegaron a una puerta con un gran cartel rojo de «Prohibido el Ingreso», pero Bellamy lo ignoró, abriéndola con la pistola en alto. Primero ingresó él y luego Alex, quien bajó la pistola enseguida. No había nadie a quien disparar. Aquel lugar azulado y oscuro estaba vacío. Las jaulas también. En el suelo, un cuerpo inerte que reconoció como el padre de Maya, cuando esta cayó junto a él y rompió en un llanto desconsolador. Alex la observó llorar pero no lograba oírla. Todo esto era demasiado para ella. No estaba preparada para lo que estaba pasando.

Giró sobre sus talones, limpiándose el sudor de su frente y presionó las palmas de sus manos contra esta, con los ojos cerrados. Trató de ordenar sus pensamientos pero parecía una misión imposible.

Habían mandado a los delincuentes allí, porque se suponía que estarían a salvo. ¿Qué había pasado? ¿En qué momento había salido todo mal?

Abrió los ojos, volviendo al presente y así oír el llanto de Maya.

—¿Qué había aquí, Bellamy? —preguntó, captando su atención. Estaba de pie entre el pasillo de las jaulas mirando a la nada. Volteó sorprendido de que estuviera hablándole pero pronto su mirada se dirigió al suelo, comprendiendo lo que causaría su respuesta.

—Estaban los terrestres.

Alex mordió su labio inferior, asintiendo. Claro que estaban los terrestres y claro que ya no estaban allí. Por supuesto que no habían atacado todavía, todo el ejército se había esfumado.

Con una simple patada a una de las mesitas más cercanas, esta se volteó con un gran estruendo al tocar el suelo, causando un gran silencio.

—¡Te dije que no podíamos confiar en ellos! —chilló, mirando a Bellamy.

—No sabemos lo que pasó.

Alex rió con cierta amargura. No podía creer que aún siguiera confiando en el plan.

—No hay que ser inteligente para saber qué está pasando, Bellamy —repuso en un tono neutral que luchó con todas sus fuerzas para mantener—. Te dije una y otra vez que no podíamos confiar en ellos. Que siempre estarían primeros para su gente y que en la primera oportunidad que tuvieran, nos traicionarían.

Incluso cuando estaban tan lejos y con tres personas más dentro de la habitación, la intimidad era latente.

Bellamy sacudió la cabeza, encogiéndose de hombros, exhausto.

—Lo siento —susurró.

Alex bajó la mirada, incapaz de mirarlo. Le dolía. La enfurecía. Le causaba millones de emociones que no sabía cómo acapararlas. Sentía que su pecho estaba a punto de explotar. Necesitaba que aquella noche terminara ahora, necesitaba dormir, respirar del aire fresco del bosque. Quería vivir en paz.

—Tenemos que buscar a Clarke —anunció Bellamy, en un tono de voz renovado.

Cuando Alex volvió a levantar la mirada se encontró con Jasper poniéndose de pie en busca de un traje celeste que colgaba en la pared.

—¿Para qué es? —preguntó.

—Maya no puede volver al Nivel Cinco porque la matarán. Tiene que venir con nosotros y necesita un traje para sobrevivir —explicó mientras Maya lo vestía. Tenía un tanque colgando en su espalda.

—¿Qué pasa cuando se acabe el tanque? —preguntó. 

Jasper se detuvo, mirándola. Podía verlo en su rostro cuánto le importaba Maya.

—Entonces, estaremos a salvo —replicó antes de concentrarse de vuelta en Maya.

Alex no habló, pero pensó en que su plan era muy idealista.

Beautiful Mess II → Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now