La alarma suena con un ruido chillante, estiro mi mano a ella, para poderla apagar, pero otra mano lo hace primero y me hace fruncir el ceño. Abro los ojos, alzo la mirada y me encuentro con los ojos de quien ahora es mi madre. Teodora Smith, es de cabellos cobrizos y de mirada verde, una que me ha heredado.
Sonríe radiante, pasa una mano por mi cabello y da un leve tirón al encontrar un nudo.
— Es hora de ir a clases, ¿de acuerdo? – indica tan sonriente como siempre. – ¿Quieres que te prepare algo de desayunar?
— No, mamá, gracias.
— ¿Seguro, Felipe?
— Sí, seguro. – me incorporo hasta quedar sentado, ella asiente y sale de mi habitación para que pueda cambiarme.
Es extraño soñar, no duermo realmente ya que lo único que sucede es que Dharma y yo nos rencontramos en ellos; las primeras veces era difícil de manejar, pero ahora es diferente y es como salir a dar un paseo en el parque... claro, que si ese parque está en el centro o cerca de un bosque, entonces es una muy mala idea.
Salgo de la cama, solo vistiendo un bóxer. Me cambio rápido, sin deparar mucho en mi cuerpo. Siempre es diferente, ¿por qué debo entonces conocerme? Lo único que sé es que tengo cabello negro y ojos verdes, nada más.
Asgo mi mochila de una de las cintas, colocándola después sobre mi hombro y salgo de mi casa, escuchando una puerta, que no es la mía, cerrarse. Volteo y ahí esta ella, la mujer a la que estaré atado toda las vidas habidas y por haber.
La veo soltar un suspiro, me río bajo y bajo a la banqueta, ella se reúne conmigo.
— Buenos días. – saluda, colocándose al lado de la pared y evita en todo momento que le tome la mano. – Estás listo para otro día, ¿cierto?
— Prefiero aquí que en el Holocausto.
— Oh, eso sí fue maldad pura. – rueda los ojos, el cabello dorado que esta vez posee le queda bien y más con esos ojos color coñac. – ¿Has visto algo raro? ¿Te sientes mal? ¿Te has enfermado?
— No, no y no. Todo bien de mi lado ¿y del tuyo? ¿Cómo te has sentido?
— Hay un tipo llamando a mi mamá, pero ella dice que solo se escucha una respiración trabajosa. Le dije que posiblemente el sujeto se masturbaba escuchando su voz.
— Eso es asqueroso, Dharma.
— Lo sé, Kar, lo sé.
— ¿Acabaste tu tarea? – pregunto para poder salir de la zona hielo, en esa donde un mal paso nos haría ahogarnos. – Ayer dijiste que tenías muchos problemas.
— Tenía problemas con la maestra, es una vieja gorda sin aspiración a vivir, me fastidia.
— Solo tiene cuarenta años, ¿qué sabe ella de la vida?
Dharma se ríe alto y sonoro, pero es un sonido triste a pesar que debería ser alegre. No me atrevo abrazarla, tampoco a decirle que en nuestra próxima vida todo será diferente, porque de ese no estoy seguro.
Ahora ella se llama Lynette Leith, es dos años menor que yo y aun así estamos en la misma escuela y salón, no podemos estar muy separados y no sé cuánto podemos en realidad, pero no pienso ponerme averiguarlo. Es peligroso. Seguro alguna vez escucharon: "unidos jamás serán vencidos", tiene mucho de verdad con nosotros.
En la vida donde ella fue una pirata del mar muerto y yo un príncipe, intentamos devolver los favores que las personas en esa vida nos dieron. Dharma subió a su espectacular navío, después de haberme dado un beso que me dejo con las cabras en el monte. Yo tenía solo quince años y ella veintisiete, era una mujer hermosa y ruda que con solo mirarme conquisto mi corazón.

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Cansados De Estar Destinados
RomanceNosotros estamos destinados a encontrarnos, amarnos y morir; por años ha sido así y no habíamos tenido problemas. No hasta que comenzamos a hartarnos. No me malentiendan, él es guapo. También inteligente y muy caballeroso, en todas y cada una de m...