CAPÍTULO 14

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Cap. 14

Amy totalmente desolada; se alejó del despacho de su esposo; sin saber cómo, fue a su despacho y tomó su bolsa; apagó su móvil y salió del edificio, pero no fue al estacionamiento, fue del vestíbulo a la calle y tomó un taxi, antes de que nadie pudiera darse cuenta; vagó un poco en el vehículo, pero luego pidió que la dejasen en una gran tienda de ropa; compró una sudadera negra con capucha que le quedara grande, unos pantalones vaqueros que ella nunca en su vida había usado y unas zapatillas planas; luego fue al vestidor y se vistió con esa ropa; salió de allí cubriéndose por completo con la capucha y tomó un taxi que la llevó hasta South Street; paseo por allí sin entender que era lo que había ocurrido.

Y entre más pasaba el tiempo, su mente parecía estar saliendo de un antiguo y prolongado estupor; un sinnúmero de preguntas la inundaron, entre ellas ¿Por qué su madre nunca hizo nada para escapar del maldito de su padre? ¿Por qué su padre la odiaba? ¿Por qué se la ofreció a su mejor amigo? ¿Por qué el doctor Evans quería hacerle daño? ¿Por qué se había casado en un matrimonio sin amor? ¿Por qué Dave la había engañado? Y la que más le dolía ¿Por qué se había enamorado de Dave si él nunca la amaría?

Tomó la decisión; necesitaba respuestas y las obtendría, pero como su madre ya había muerto hacía mucho tiempo, el siguiente en su lista era su padre; alquiló un vehículo y en él, estuvo dando vueltas hasta que se hizo de noche; entonces se dirigió a casa de su padre.

Llegó luego de media hora; aparcó a cierta distancia, teniendo cuidado de que el auto no quedara en mal lugar, donde llamara la atención, o fuera recogido; y entonces sí, se acercó a la gran vivienda. La casa se veía casi por completo a oscuras, salvo por algunas luces en la sala de estar; probablemente su padre tenía una de sus acostumbradas orgías. No se detuvo a pensar mucho en lo que haría; se dirigió a la cocina y entró por ahí, avanzó con cuidado hasta pararse en la puerta de la sala de estar, observó por unos cuantos segundos sintiendo nauseas ¿Cómo podía ese ser tan repulsivo, hacer ver el sexo como algo tan asqueroso? Entonces se adelantó y se paró ante la escena de película porno barata

- se acabó la fiesta señoritas – dijo con la voz más segura que pudo conseguir, no podía admitir que tenía miedo – levántense y salgan de aquí; no puedo pedirles que se pongan decentes porque no creo que conozcan esa palabra

- ¡vaya, vaya, vaya! ¡miren a quien tenemos aquí! – dijo Jack Lorenz levantándose y cerrando la bata que sus tres acompañantes mantenían abierta – por un momento creí que habías cambiado de verdad – se volvió a las mujeres que le habían estado dando placer - ¡fuera! – les tiró algunos billetes

- ¿porque crees que no he cambiado? – preguntó Amy, mucho más insegura que antes

- estás aquí ¿no? De regreso con papi ¿me extrañabas?

- vine a que me respondas una pregunta ¿Por qué me odias tanto? – el tipo dio una vuelta en el lugar, luego decidió que debía responder

- por un momento casi me sentí orgulloso de ti; cuando me llegaron todas esas personas tan importantes; me hicieron firmar documentos; estabas finalmente emancipándote. Hasta lograste una orden de alejamiento contra mí, con todo y mis influencias, no pude hacer nada en tu contra – hizo una pausa y se volvió hacia ella con una sonrisa socarrona y se le fue acercando con la vista fija en los ojos de ella – la orden solo decía que no me podía acercar a ti, pero no decía nada sobre que fueras tú, la que te acercaras a mí – y sin mediar palabra le dio un golpe seco en el rostro que la envió contra el piso; luego se inclinó sobre ella y agarrándola por el cabello, la levantó un poco del piso y luego arrastrándola, la llevó hacia el cuarto oscuro y húmedo que estaba junto a la cocina, donde la encerraba desde que era una chiquilla – nunca quise hijos; te dejé nacer a ti, porque así tenía una especie de incentivo para controlar mejor a tu madre; ella había resultado ser la sumisa perfecta que me complacía en todos mis deseos; nunca me ocupé de ti, ella te cuidó mientras vivió; pero al morir a causa de su continuo capricho de tener otro hijo; en fin, tuve que encargarme de ti con la esperanza de que me aportaras una gran ganancia a pesar de todo. Pero decidiste escapar – le soltó otro golpe esta vez más fuerte dejándola semi-inconsciente – eres una perra desagradecida ¿así es como pagas el que te hubiera dejado vivir?

CUIDARÉ DE TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora