Alicia en el país de las maravillas

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Corrí por el bosque, estaba oscuro, un pájaro, o lo que parecía ser un pájaro negro cruzó justo frente a mis ojos, los abrí, sonreí. La sangre, en una fina línea roja muy oscura, corría desde mi muslo hasta el empeine de mi pie, donde se desviaba por un costado hasta formar un charco en el pulcro suelo blanco del baño de ese estúpido lugar donde supuestamente todos estamos locos.

Me incliné hasta que mi rostro estuvo cerca de la pileta, también blanca y aburrida, tan blanca que a estas alturas me costaba diferenciar la loza del polvo que tenía puesto en una larga rayita. Con la vista un poco nublada puse una punta de la pajita en mi nariz y la otra cerca del polvo de la felicidad. Aspiré y cerré mis ojos.

Unos segundos después volví a correr entre los árboles del oscuro bosque, me sentía Alicia en el País de las Maravillas. Con la navaja en mi mano derecha me senté en el suelo, estiré mi brazo y corté, una grieta desde mi muñeca hasta casi llegar a mi hombro. Coloqué mi brazo de forma horizontal y ese líquido caliente y rojo que tanto me gustaba comenzó a escurrir de la herida, manchando un poco más el feo suelo. Lo dejé caer, la sangre aún saliendo pero ahora llegando a mi mano izquierda.

Escuché golpes y volví a cerrar los ojos, sabía quiénes eran, se pasaban todos los días, todo el día encima de mí, vigilándome como si esperaran hiciera algo. Bien, estoy haciendo algo, algo que no les gustaría ver. Sonreí una vez más. La vida era asquerosa pero yo encontré la forma de volverla un poco divertida y solo por eso me encerraron aquí

Ellos no me entendían, él no me entendía, sinceramente no sé cómo hizo para superarlo, tal vez ni siquiera me amaba tanto como decía, porque si lo hicieron estoy segura de que ahora mismo estaría igual que yo estoy por él. Puedo escuchar su voz entre la de los enfermeros, puedo escuchar su voz en medio de la voz de mis padres pidiéndome por favor, suplicando que no haga nada estúpido. Pero amor mío ya hice algo estúpido, te deje ir, eso es lo más estúpido que hice en mi vida. Y sé que aunque estés aquí rogándome que no me lastimes, una vez que yo salgo ilesa de este nuevo episodio de locura, te irás otra vez. Y es que todos ya encontraron mi punto débil, todos ya saben que eres el único capaz de frenarme o de empujarme.

Y siempre es lo mismo, yo lloro por ti, me encierro en este demasiado limpio baño, intento olvidarte de la única forma que sé hacerlo, no como tú que eres tan perfecto, y cuando se dan cuenta que no estoy vagando por ahí vienen a buscarme pero como siempre nunca abro la puerta hasta que te llaman a ti y me convences de hacerlo. Perdón por interrumpir tus días, perdón porque sé que tal vez tienes otras cosas que hacer que estar aquí tratando con una loca como yo.

Y una vez más me convences y abro la puerta, a veces pienso que inconscientemente hago todo esto para que tu vengas y así poder verte, para poder ver la preocupación que tú sientes por mí porque eso me hace bien, me hace tan bien saber que te sigues preocupando por mí, saber que no te soy completamente indiferente

Una vez más vienes y me abrazas me dices que todo estará bien, que respire, que no cierre los ojos, que no mire la sangre, que intente aguantar el deseo de morir

Pero ¿sabes qué? Nada estará bien, porque después de hoy tú te irás y yo no voy a poder verte hasta la próxima vez que intente matarme, y todo va a empezar de nuevo, contigo convenciéndome de no hacerlo, contigo junto a mí hasta que los médicos digan que voy a estar bien, contigo yéndote, contigo dejándome una vez más, contigo volviendo a recibir una llamada del manicomio, contigo volviendo para salvarme una vez más, conmigo encerrada en el baño matándome, contigo convenciéndome de no hacerlo, contigo junto a mí hasta que los médicos digan que voy a estar bien, contigo yéndote, contigo dejándome una vez más, contigo volviendo a recibir una llamada del manicomio, contigo volviendo para salvarme una vez más...

Divagaciones...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora