II.

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—¡Auxilio!—Grité con toda mi alma.—¡Alguien que me ayude, por favor!—Volví a suplicar.

Estaba sumergida en una total oscuridad, nada era visible aquí. Traté de tocar todo lo que había a mi alrededor, a unos centímetros de mi cara estaba un pequeño muro de madera y eso se repetía por todos los lados. ¡Mierda, estaba encerrada en una caja!

Grité lo más que pude y lo único que conseguí fue silencio y más silencio.

Comencé a derramar lágrimas, tenía mucha impotencia guardada. Grité, grité y grité para que me escuchen. En estos momentos en los que más necesito a Harry, me hacía falta.

Unas llaves encajando en un candado me hicieron recobrar la conciencia. Alguien abría la caja. Alguien me salvaba. Mis esperanzas de vida aumentaron.

—¿Cómo vas, dulzura?—Una voz masculina habló.

No podía reconocer el rostro, tenía una máscara. Me abracé a mí misma, sabía que él no era mi salvador.

—No te haré daño, a menos que me hagas querer hacerlo.—Esbozó una sonrisa.—No me tengas miedo.

—Sácame de aquí.—Lloré.

Mis pies estaban atados a una cadena sujeta a la caja al igual que mis manos.

—Escaparías. Te conozco mucho Moon, no dejaré que te alejes de mí, al menos no esta vez.

—¿Quién eres?—Traté de sentarme pero las cadenas tiraron de mí.—Solo dime quién eres.

—Solo tienes que saber que soy la persona que alguna vez más amaste. Lo seguiré siendo incluso luego de la muerte, porque ni el infierno ni los demonios que tenemos nos van a separar. Eso te lo aseguro.

Escuché unas risitas, levanté la mirada viendo a mis hermanos reírse a carcajadas detrás de la puerta. Lynn y Rodrigo no paraban de reírse, ¿de qué se reían?

Me levanté mirándolos mal y dirigiéndome al baño. Al mirarme al espejo di un grito, que detonó las carcajadas aún más fuertes. Me habían pintado la cara y en mi espejo había una foto de Harry con besos alrededor. Jodidos hermanos.

Salí del baño para encontrarme con mis hermanos revolcándose en mi cama matándose de la risa

—Más vale que corran—Los amenacé.

Siempre nos jugábamos así, haciéndonos bromas.

Lynn, mi hermanita pequeña metida en todo. Rodrigo, el que casi nunca sale de su cuarto y se cree el "chico malo" pero todos sabemos que es más bueno que el Papa Francisco.

Ellos corrieron por el pasillo, bajando las escaleras riendo. Seguro se esconderían, corrí a la cocina y me sorprendieron tirándome harina por todos lados.

—¿Quieren guerra de comida? Dense por muertos queridos hermanos—dije para luego agarrar unos huevos

—Somos 2 contra 1, vete despidiéndote—Rió Rodrigo

—No nos vencerás querida hermanita—dijo Lynn

Les lancé los huevos, se estrellaron en el cabello de Lynn y en la camiseta de Rodrigo

—¡Mi camiseta!—dijo tirándome leche por toda la cara

—¡Mi cabello! Esto ya es personal—Dijo Lynn mirándome sonriente

Agarró el yogurt y me lo lanzó, pegó una risa estruendosa junto a Rodrigo. Alcancé el azúcar y se los arrojé haciendo que cayeran y rieran. Cogí la harina con la leche y unos cuantos huevos, reí maliciosamente y se los tiré haciendo que estos rieran.

We all need R.E.V.E.N.G.E (כולנו זקוקים לנקמה)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora