—¡Sarah, baja, es hora de ir a la iglesia!
Los gritos de Andrea Uris se escuchaban provenientes de las escaleras. Era domingo, que significaban día familiar... lo que significaba ir a la iglesia todos juntos a ver como su padre daba la misa.
La comunidad judía era de unas cincuenta personas en Derry, no más. Pero estas eran un infierno de chismes, indignación y falta de personalidad.
Y también eran la razón por la que su madre le exigía que fuese perfecta.—¿No te puedes quedar?—preguntó Pennywise, mirándola desde el armario mientras revisaba la ropa de la chica.
—No, tal vez mañana, pero no hoy, los domingos son obligatorios y no existe excepción, ni siquiera estar muriendo—respondió Sarah mientras se sujetaba el cabello en una media cola que era tan ajustada que ni un sólo mechón sobresalía—¡listo!—exclamó feliz y se volteó para que él la viera—¿qué opinas?—dijo jugueteando nerviosa con sus dedos.
Pennywise la miró de arriba abajo, aún seguía en su forma humana, no había cambiado desde que ambos se besaron y tampoco pensaba hacerlo, su apariencia de payaso no volvería a surgir estando solos.
—M... está bien—dijo él—, te ves linda, pero no es nada que me sorprenda.
Sarah frunció es ceño levemente, ¿qué significaba eso?
—¿Cómo que bien?—preguntó.
Él se encogió de hombros y apoyó su brazo sobre la puerta del clóset, luego el mentón sobre este con la morada puesta en su Sarah.
Se acercó a ella y la tomó de los hombros, luego la miró fijamente a los ojos.—Estás hermosa—dijo—, pero no eres tú, ¿o sí?
Andrea caminó escaleras arriba para ver por qué razón su hija no bajaba. No podían llegar tarde, el papelón que sería ser los último siendo la familia del padre.
—Sarah, amor, ¿por qué tardas tan...?
Se quedó callada... dentro del cuarto se escuchaban dos voces, una era la de su hija pero la otra era grave, con sonoridad masculina.
El corazón se le subió a la boca en un instante, ¿su inocente bebita con alguien, escondido, en la alcoba? y no alguien cualquiera... sino ¡un varón!
Las cosas que las mujeres de la iglesia podían llegar a decir si se concientizaban de ello: «—¿te enteraste lo que pasó con la hija de los Uris?
—No, ¿qué sucedió?
—La encontraron con un chico, no, ¡que tonterías digo! con un hombre de unos veintiséis años y ella tiene diecisiete.
—De seguro ya no es vírgen, pero no me sorprende, es adoptada y debe llevar dentro el pecado de sus verdaderos padres. Seguramente la criatura salió de una prostituta fanática del aborto o algo parecido.»Horrorizada abrió la puerta encontrándose con... Sarah parada con los ojos cerrados. La rubia miró en dirección a la puerta, más que sorprendida.
Andrea paseó su vista a través de toda la habitación buscando un leve rastro de presencia masculina «tal vez bóxers o una camiseta» pensó.
Entró con rapidez a la habitación, abrió las puertas del armario de par en par, nada. Se fijó bajo la cama, las sábanas volaron, nada.—¿Qué sucede, mamá?—preguntó la rubia.
Su madre se puso de pie y se acercó a ella a paso firme.
—¿Con quién estabas hablando?—preguntó.
Las mejillas de Sarah pasaron de rosadas a pálidas, «oh, Dios, ¿qué respondo? de seguro me escuchó hablar con Honey Pie». Miró de reojo a su costado, allí se encontraba él, parado observando la escena con una leve sonrisa nerviosa.
—Con nadie—susurró.
Andrea se acercó a ella hasta quedar a centímetros, la estaba intimidando y como siempre... Sarah se enredó en la red de telarañas.
—Eso espero—dijo su madre entre dientes—, porque ten por seguro que si me avergüenzas frente a todo Derry por tus hormonas, te quedas sin hogar—amenazó, luego pasó a su lado y se marchó.
Dejándola allí parada, temerosa y con lágrimas en los ojos. Acompañada de sentimientos tristes, como el desamor y la soledad.
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React; [Pennywise/Bill Skarsgård]
Fanfiction𝙽𝚘 𝚜𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚊𝚖𝚒𝚐𝚘𝚜 𝚒𝚖𝚊𝚐𝚒𝚗𝚊𝚛𝚒𝚘𝚜 𝚜𝚘𝚗 𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎. 𝚂𝚊𝚛𝚊𝚑 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚞𝚋𝚛𝚒𝚘́ 𝚑𝚊𝚌𝚎 𝚖𝚞𝚢 𝚙𝚘𝚌𝚘 𝚎𝚜𝚘... ¿𝗤𝘂𝗲́ 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝘀 𝗵𝗮𝗰𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼? ¡𝗥𝗲𝗮𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮, 𝗦𝗮𝗿𝗮𝗵!