DOS: Cercanía accidental.

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Lo que odiaba de diciembre era el gasto que se generaba para ir a una lavandería a usar las máquinas secadoras para la ropa, y el tiempo que se desperdiciaba en tal acción, porque no podía usar su tendedero con normalidad sin que la ropa durase tres días intentando secarse y terminara peor que antes. Así que intentó hacer un invento, con su nuevo aparato de calefacción y un tendedero improvisado con una parrilla para la ropa que era pequeña y en la que acomodaba tan solo dos pantalones, tres playeras y su ropa interior. Tardaba muchísimo menos tiempo, pero el gasto en la luz podría contrarrestar la situación y Sanghyuk no sabía qué hacer ahora porque su uniforme seguía mojado y tenía dos horas antes de entrar a trabajar... Así que, con el dolor de su alma, subió la temperatura del calentador, y dejó la prenda casi incrustada contra el aparato electrónico para que pudiera secarse, lo logró después de cuarenta minutos, sufriendo en su mente al imaginarse el recibo del servicio eléctrico. Pero al menos iría uniformado a su trabajo y eso era una salvación. Al salir de su habitación, giró la vista hacia la terraza de aquella casa, nunca más volvió a ver a alguien, solo el día que el pájaro le cagó encima y esa escandalosa tarde-noche donde descubrió que vivían dos chicos ahí, aventurándose a robar naranjas. No sabía por qué, pero ahora se había vuelto una costumbre mirar hacia aquel lugar cada que salía o entraba de su habitación a pesar de no recibir nuevas señales de vida desde entonces.

Lo que sí le gustaba de diciembre era su productividad en el trabajo y que recibiría bonos por la navidad, por su arduo trabajo y por su impecable puntualidad, en secreto envidiaba pero disfrutaba ver a los clientes que iban en búsqueda de materiales de dibujo profesional y artístico para obsequiar, se preguntaba algunas veces si ese material terminaría en manos de algún artista importante, le gustaba creer que sí.

-Hyukkie, cariño... Te tenemos una sorpresa.

Se extrañó demasiado que su madre le recibiera de aquél modo, usualmente le hablaba con amor, pero nunca tanto, nunca con ese tono de chica de secundaria y al ingresar hasta la sala, una pequeña bola de pelos blanca salió corriendo y ladrando hacia él, meneando la cola con energía antes de seguir corriendo.

-¿Qué es eso? –Preguntó entre risas, ignorando su agotamiento laboral.

-Me lo regalaron, vino tu tía hace un momento.

-Es tan bonito. –Sonrió enternecido por ese pequeño perro que apareció una vez más corriendo hacia él y se impulsó en un pequeño brinco para apoyar de golpe ambas patas delanteras contra la tibia de Hyuk.

Gracias a ese acto, y a los ladridos que parecían apenas chillidos característicos de los cachorros, la bola de pelos blanca fue bautizada por Hyuk como "Punch", pues parecía disfrutar de darle golpes y se dijo a sí mismo que lo entrenaría para ser una máquina asesina, a pesar de su raza pequeña y su tierno aspecto; Punch ganó, por igual a causa de su hiperactividad, que fuera mandado a la habitación del segundo piso para no causar desastres en la casa y al menos ahora, ambos se podían hacer compañía.

-¿Debería sacarte a pasear? –Preguntó al despertarse una mañana de domingo, observando cómo el pequeño perro olfateaba todo el piso de la habitación en búsqueda de algo. –No... No, no, no, no... Afuera, afuera... Debes hacer pipí... ¡PUNCH!

Cuando intentó sacarlo, el can ya había creado charcos pequeños de sus orines y solo observaba silencioso cómo "su humano" utilizaba el trapeador para limpiar sus necesidades, queriendo jugar con las hebras de aquél objeto antes de ser regañado.

-Me acompañarás a secar la ropa.

Era el segundo domingo que Sanghyuk salía a la lavandería a secar la ropa acompañado por su mascota, la primera que tenía en su vida, y no dejaba de ser algo escandaloso, el pequeño animal tenía energías de sobra y todo el mundo enloquecía al ver al pequeño Punch, se acercaban solo para jugar y tocar al cachorro, y eso le llevaba demorarse más de lo pensado en llegar a su destino.

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