CINCO: El ensueño vs la vida laboral.

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Ni siquiera había desayunado su sagrado cereal con leche porque el nudo en la boca de su estómago se lo estaba impidiendo, los nervios lo tenían despierto desde temprano y realmente solo había dormido cerca de tres horas en intervalos de cuarenta minutos, veía el reloj cada tanto y cuando creyó que era mejor dejar de intentar dormir, se metió a duchar, gastó bastante tiempo limpiando su prótesis, buscando luego ropa que ajustara a su idea: no debía lucir formal, pero tampoco podía verse en fachas.

Agradecía que el aromatizante del auto fuera de buena duración, porque el último que había comprado para el mismo tenía más de un mes y sin embargo el mueble olía de maravilla, a menta; cuando creyó que ya tenía todo listo, se quedó esperando en el sofá, porque aún eran las 7:50 de la mañana y esos diez minutos le fueron eternos. Lo que le mantuvo enérgico sin control ya no era haber conseguido el regalo prometido para su sobrino, sino que de algún modo u otro, estaba conociendo al chico que tanto le gustaba y rectificó, con absoluta felicidad y sin fallo alguno, que SÍ era el chico de la terraza, aquél que espiaba día con día.

-Buenos días. –Saludó Sanghyuk cuando salió de su casa, algo nervioso al ver a Hongbin esperando por él dentro del auto y con cierto mar de emociones haciendo estragos en su pecho, subió al lugar del copiloto, poniéndose el cinturón de seguridad y quedándose algo tenso de momento.

-Buenos días. –Quiso decir algún cumplido, como lo bien que le quedaba el uniforme de su trabajo, pero se limitó a ello y solo encendió el motor para poner el auto en marcha, escuchando las primeras direcciones del contrario hacia su lugar de trabajo.

Lo que nunca pensó el castaño fue que, al ir particularmente en auto, terminaría con tiempo de sobra bastante muerto, porque el lugar seguía cerrado y aquello lo dejó avergonzado y sintiéndose bastante torpe, situaciones que eran normal en él pero como estaba ante la presencia de Hongbin, eso ya le causaba un remolino que le giraba en la cabeza sin piedad alguna, disculpándose por tener que esperar cerca de cuarenta minutos... Eternos, largos y silenciosos... A solas en el auto.

-No creí que fuera un lugar tan grande, si te soy honesto. –Conversó después de algunos segundos de silencio, quitándose el cinturón de seguridad y recargándose un poco sobre el volante, admirando el amplio estacionamiento vacío, hacia su izquierda, unas puertas metálicas sumamente amplias las cuales le indicaban que podría ser el almacén, y hacia su derecha una entrada algo más sofisticada y pequeña, las cuales eran para el público.

-Cuando entres, te será pequeño... Probablemente.

-O puede que estés acostumbrado a estar ahí.

-Puede ser. –Sonrió un momento, mirando al frente todavía, carente del valor para ver a Hongbin a la cara.

-¿A qué hora sales de trabajar, Sanghyuk?

-Actualmente, hasta las nueve.

-¿En verdad?

-Estoy cubriendo turnos porque algunos compañeros salieron de vacaciones y, bueno, somos pocos los que estamos trabajando en estas fechas.

-Ah~... Supongo la paga vale la pena de no tener las vacaciones.

-Algo así, igual tampoco es como si tuviera un lugar a dónde salir, así que prefiero trabajar que estar encerrado en casa.

-¿Dónde quedo yo, entonces, si trabajo encerrado en casa? –Bromeó, y su sonrisa transmitió la suficiente tranquilidad en el contrario como para atreverse a soltar una risa breve.

-Bueno, tu trabajo es distinto.

Sin saber cómo, aunque pudiera ser el clima, el silencio y la privacidad, ambos terminaron creando una charla tan amena que, para cuando se dieron cuenta, Sanghyuk ya debía ir a trabajar. Hongbin dejó que el menor se adelantara, y se ocupó apenas en nada (aun dentro del auto) en lo que enviaba un texto a Jaehwan, pues éste todavía estaba dormido cuando salió de su casa, avisándole que había salido de casa para conseguir unas cosas del supermercado a lo cual su sobrino le creyó a medias pero no insistió demasiado en saber dónde estaba realmente su tío.

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