//Narra L
Y si vuelves a mi mente basta pensar que no estás, que estoy sufriendo inutilmente porque sé, yo lo sé, yo sé que volverás. Falsos acordes para evitar todos los sitios que conoce y frecuenta también ella,Lisa.
Bebía de mi café sólo tratanto de volver a adentrarme entre las miles de letras que se hayaban en mi libro de fantasía en el que todos sabíamos que el bueno siempre acabaría de buena manera y el malo sería engullido por todas las maldades que había hecho. Elfos y hadas bailaban en la portada de el libro y de repente, algo me recordó a mi. Un hada, rubia, de ojos verdosos, delgada, alta, sonriente cogía de las manos a una achatada elfa, de cuyo cabello era oscuro, del mismo color que del tronco sobre el que bailaban, mejillas sonrojadas y una especie de mancha blanquecina que se entrometia en sus mejillas, probablemente, de nacimiento. Gafas de cristal redondo que probablemente las llevaría desde a saber cuando. Boca cerrada, labios ovalados que mostraban una ligera sonrisa y sus ojos brillaban respondiendo a las risas de su amiga. Y decidí parpadear, volví a ver la escena y nada era como creía, mi mente había jugado conmigo, cual genia que soy. Mis ojos me habían traicionado, y maldigo el momento en el que decidí pronunciar su nombre. ¿Por qué debí recordar a aquella que tanto miedo tuvo hacia mí? Me acomodé en el sillón retro de la cafetería en la que estaba y tras echar la cabeza hacia atrás cerré los ojos y dejé sobre la mesita de café de cristal azulado el café en aquél vaso de cartón ecológico que en mis manos anteriormente mantenia.
Un campo de flores, amapolas creo recordar, la niña rubia, agarrandome de la mano, dejando volar sus ropajes sedosos y que su abuela le había regalado en su séptimo cumpleaños el cuál a mí fue la primera persona que me lo presentó, por mucho que su abuela no quisiera que su perfecta nieta estuviese con una niña regordeta de ropajes arapietos. Dando vueltas, jugando, sin ninguna trayectoria ni destino, solo la diversión y la prohibición de su abuela de por medio en ese momento pero ¿a nosotras que nos importaba? Solo eramos simples niñas que tenían toda una vida por delante. Ella me abrazó y una flor en mi pelo coló de manera segura y me sentí tan bella como ella. Tras recoger un ramos de esas preciosas flores que teñian nuestras manos de un tono rojizo pude hacerle una corona, una corona que hizo que ella se autoproclamara princesa de lo que nosotras llamaramos "El Reino de la Libertad" y a mí me subió a lo alto de un acantilado y allí, tras una lluvia de rojizos petalos, mi nombre gritó a los 4 vientos haciéndome sentir como la reina que ella prometía que yo realmente sería. Pero con gran infortunio un animal acorazado le pinchó con sus pinzas y cayó al suelo, derramando sangre de todo su lateral derecho (incluyendo el rostro) y manchando su pelo completamente de aquel líquido de cuyo color tan parecido era al de las amapolas que se entrelazaban y jugaban con su cabello. Corriendo a mi destino me hayaba, ella probablemente pensaría que iba a por ayuda pero era más que eso, mucho más. Agarré mi maletín escondido en mi guarida a la que iba cada vez que debía huir de mi tía y sus secuaces. Pero cuando llegué su mirada estaba fijada en el mar mientras lágrimas salían de sus ojos sin vida, no más sangre brotaba de su cabeza porque ya toda había sido derramada por las horribles pierdras que algún día creímos que eran seguras y el espeso líquido llegaba hasta la orilla de el mar, incluso ligeras gotas comenzaban a nadar en el agua salada y ligera espuma resurgía de ella.
Volví a abrir los ojos, mis gafas habían penetrado en mi piel y mis rizos se habían anudado en la montura de estás y confundida miré la hora, realmente me había quedado dormida de alguna extraña manera y por el tiempo que había pasado era extraño que K o quizás E aún no me hubiesen avisado de el final de la misión, de la muerte de aquel inmundo ser, de la victoria de la justicia un día más. ¿K había vuelto a romper su promesa acerca de puntualidad? No lo creo.
Así que sin estar satisfecha de lo que estaba ocurriendo tras pagar la cuenta me monté en el automóvil que yo misma dirigía y comencé a conducir y a acercarme a el radio en el que ellas deberían estar. Comencé a entrar en el circulo y conforme me acercaba a donde anteriormente me había marchado (donde había salido K) comenzaba a escuchar 2 o 3 voces, de las cuales eran extrañas escuchar a estas altas horas de la noche en la que la oscuridad inundaba las calles y solo las almas en penas se hallaban en estas mismas.
Salí del coche cuando ya casi sentía las voces junto a mi y algo con mis convers rojizas pisé. De mismo tono que aquella vez, tan pegajoso, tan brillante, tan líquido y a la vez espeso, tan...
Derecha, izquierda, y por suerte en la segunda dirección vi de donde se había derramado esa sangre. K arrodillada en el suelo, sujetando a E con sus blanquecinos y cicatrizados brazos, la más alta con mirada fijada en el suelo y aún pareciendo respirar dejaba caer un regadero de sangre de su cabeza y sin importarme quienes fueran con los que discutían a estas horas corrí hacia la mayor. La levanté con mis brazos y grité :
- ¡TÚ TAMBIEN NO!
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El primer párrafo lo he sacado de el libro "tengo ganas de tí" de Federicco Moccia
Espero que os haya gustado este capítulo ♥