Capítulo 32: Regalito de reyes.

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Las cosas no van mejor después de casi dos semanas. Marta sigue sin despertar, y Marc no ha arreglado nada con Almudena. La misma que no consigue Quitarse de la cabeza como va a cuidar de dos niños ella sola. Porque por mucho que se haya bajado del burro y le haya reconocido de una vez a Marc que los niños son suyos, algo bastante obvio, pues él no va a estar cerca de ellos casi nunca. Y bastante le cuesta ya medio cuidar de Joel para pensar que tiene que cuidar del todo de dos niños a la vez.

Àlex se ha quedado a dormir en la habitación de Marta con Joel a su lado. Necesitaba a Marta a su lado. Era la víspera de reyes. Los primeros reyes de su hijo. Y la madre de este en el hospital a las puertas de la muerte.

Marc, en cambio, no ha pasado por casa de las chicas. Después del notición de que en vez de un bebé venían dos les a dejado tocados a ambos. A él porque bastante mal llevaba que le negaran un hijo para saber que eran dos. Y la cabezota de Almudena que no sabe cómo va a cuidar ella de dos bebés, porque aunque están mejor no lo suficiente para tener una relación suficiente para ejercer como padres.

Àlex al despertarse no sabe si llorar o enamorarse aún más de su pequeño. Dormido hecho una bolita a su lado. Parece tan pequeño comparado con él... No hay día que no quiera más y más a ese niño. Pero a su vez le recuerda a Marta que está en el hospital.

Se queda en la cama un buen rato. No quiere hacer ruido. Almudena no ha dormido mucho y además prefiere quedarte en la cama un poco más con su hijo pequeño. Su bebé de 20 días. En 11 días cumplirá un mes. Y espera con todas sus ganas que Marta haya despertado para entonces. Ya empieza a dudar de que despierte algún día.

Va a levantarse ya de una vez cuando Marc aparece en el marco de la puerta apoyado.

-Así si es una buena mañana de reyes, eh.
-Me falta Marta. Pero sí. Ya verás cuando nazcan esos dos que es imposible separarse de ellos.
-Dudo que los vea mucho.
-Ya.

Marc entra en la habitación de su cuñada donde su hermano está en la cama aún con su sobrino. Y coge a este último sin decir nada más.

Àlex se decanta por dejar que Marc pueda disfrutar del niño en vez de burlarse de él porque está a poco de dejar la baba por él.

-Tu sobrino tiene un regalito para ti.- dice Àlex levantándose de la cama e intentando librarse de tener que cambiarle el pañal a su hijo.
-¿En serio? ¿Qué me vas a regalar tú precioso mío?

Àlex es incapaz de no mearse de la risa. Marc no ha caído en que le ha tocado cambiar a Joel.

-Huele, huele Marc.

Y sale corriendo de la habitación antes de que Marc pueda matarle. Iba directo al baño, pero en el camino oye a Almudena llorando y entra en la habitación de la madre de sus sobrinos. Últimamente llora a todas horas. No sabe si son las hormonas, si es por Marc, o por Marta.

Marc tarda un rato en darse cuenta que el regalito de su sobrino es un postre mal oliente. Pero no se queja, él también tendrá que cambiar pañales en unos meses. Así que busca los pañales y las toallitas y limpia y cambia a su pequeño sobrino de ni un mes de vida. Tiene que reconocer que le da envidia ver a Àlex tan pegado a su hijo. Él no va a poder pasar esos primeros momentos tan importantes con los suyos. Estará en pleno mundial. Y entre los GPs y los entrenos... No podrá hacerle mucho caso a sus hijos.

¿Qué serán? ¿Dos niños? ¿Dos princesas? ¿Una princesita y un niño? A lo mejor Almudena lo sabe y no le ha dicho nada. Qué ganas tiene de tener a sus hijos con él. Pero de momento le toca conformarse con Joel. Su sobrino es adorable. Se deja dormir enseguida entre sus brazos y decide ir en busca de las otras dos personas o mejor debería decir 4, que hay en la casa. Y los encuentra en la habitación de Almudena con esta última llorando. ¿Qué ha pasado aquí?

-¿Qué le has hecho Àlex?
-¿Yo? ¿Enserio crees que le haría algo malo a la madre de mis sobrinos? Piensa en que has hecho tú. Déjame a mi hijo, me voy a casa con él.

Àlex le quita de las manos a Marc el niño y se va a la habitación a vestirle. Y con las mismas sale de casa en dirección a casa de sus padres, a su casa. Almudena y Marc necesitan estar solos. Y él alejarse de esa casa, le trae demasiados recuerdos de Marta.

-¿Podemos hablar?
-Poder, podemos. Otra cosa es que me apetezca hablar contigo Marc.
-Por favor Almudena. No podemos estar así hasta que nazcan los niños.
-¿Quién te ha dicho qué...?
-¿Ya vas a empezar otra vez con que no son míos?
-No. Iba a decir que no tienes porqué hacerte cargo de ellos. Son mis hijos. No necesitan a nadie más.
-¿No me vas a dejar formar parte de la vida de mis propios hijos? ¿En serio me vas a negar que crié y mantenga a mis hijos? ¿Qué te he hecho Almudena?
-Vete a casa.
-No me voy a ir hasta que arreglemos esta mierda de relación que tenemos. Hazlo antes sea por ellas.
-¿Ellas?
-Ellos. ¿Qué más dá lo que sean?
-Esperas que sean dos niñas...

Almudena no tarda mucho en empezar a notar que le falta el aire. Dos niñas no. Una todavía, pero dos no. Eso sería su muerte personalizada.

-No quieres que sean niñas, ¿verdad?
-Déjame sola.
-No. No estás bien. ¿Por qué te pones así por decir que sean niñas?
-No me gustan. Son odiosas. Los niños son mucho mejores.
-Vale. Mejor no pregunto más. Ven a casa conmigo.
-No. No voy a ir a tu casa. Tú y yo no somos nada. Sólo eres el padre de mis hijos, esos que preferiría no tener.

Marc se queda en blanco. ¿Cómo puede decirle eso? ¿Cómo es posible? No puede decir la verdad. Esa no es.

¿Hormiga Atómica? (MLLP 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora