Renata se encuentra dormida en el dormitorio de la cabaña. Le he inyectado una buena dosis de sedante y está lista para la sesión de hipnosis.
Con suavidad, halo de ella para despertarla. Lo hace con cierta reticencia y, antes de que pueda decir nada, la silencio con un dedo sobre sus labios.
—Necesito que te concentres y escuches mis palabras. No abras los ojos. Solo escucha. Déjate llevar. —Veo que asiente—. Bien. Comencemos.
La niña se encontraba de pie en la cubierta de un imponente barco. Al asomarse abajo, un mar de arena transportaba el vehículo velozmente por entre las dunas y las tormentas de arena. Se dirigió al timón, obedeciendo las órdenes de una voz femenina que ella conoce, pero cuya procedencia no logró encontrar. Al llegar, una grotesca calavera la tomó de la mano y tiró de ella. Renata exclamó un grito de pavor y, tirando con fuerza, se alejó a toda velocidad. Al hacerlo, chocó contra un objeto fibroso y cayó de bruces. Al elevar el rostro, observó un par de ojos felinos, inmensos y sombríos que la observaban con tirria. El gato, colosal, sin una sola hebra de pelaje en el cuerpo y de pie sobre sus patas traseras, se mantuvo impávido mientras dos más se aproximaban a ella.
Se puso de pie y trató de alejarse, pero otro gato la sostuvo de los brazos, enterrando sus garras afiladas en los bracitos. A su lado, un par de sombras se besaban de modo desenfrenado y al voltear, pudo percatarse de sus padres.
—¡Mamá, papá! —exclamó. No podía creer que su padre se encontraba de pie y lejos de aquella horrible cama de hospital—. ¡Ayúdenme!
Sin embargo, sus padres no parecían escucharla.
—Ellos no te quieren —dijo el primer gato con voz hostil—. Te odian, y tú deberías odiarlos a ellos.
—¡No! ¡Eso no es verdad!
El felino que la tenía sujeta comenzó a separar sus brazos, de tal manera que la chica sentía que se le desprenderían en cualquier segundo.
El gato frente a ella se aproximó y, elevando una garra al frente, cortó su cuello de modo firme con una expresión pétrea en el rostro. La chica dejó escapar un grito de terror al ver su sangre brotar incesante y salpicar todo a su alrededor. Después, con un golpe certero, el animal volvió al ataque, esta vez rasguñando el estómago de Renata que se dobló de dolor.
A su alrededor pudo distinguir a sus compañeros de aula, sus tías y sus abuelos, pero nadie parecía interesado en lo que estaban haciéndole.
Sin embargo, todos giraron cuando oyeron los gritos de agonía tras la siguiente estocada que fue a parar en su rostro. Se llevó una mano a la mejilla que sintió descarnada, pero cuando intentó encontrar consuelo en los ojos de sus padres, notó afligida que estos no reaccionaban al maltrato.
—Tus padres te odian.
—¡Y yo debería odiarlos! —exclama desesperada.
Yo sonrío al escucharla.
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Manual para crear al Asesino Perfecto
HorrorHISTORIA GANADORA DEL TERCER PUESTO EN EL CONCURSO LA HORA DEL TERROR, ORGANIZADO POR EL PERFIL OFICIAL DE TERROR EN WATTPAD *** Lidia es una psicóloga incomprendida con un oscuro pasado. Está obsesionada con los recientes descubrimientos sobre con...