VII - Acto final

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Antes que nada quiero darles las gracias por el apoyo que le han dado a esta historia. ¡Tengo el grato honor de decirles que obtuvo el tercer puesto en el proyecto La Hora del Terror 2! \o/

¡Y eso no es todo, además fue destacada en el mes de agosto por el perfil de Terror! <3 <3

¡De verdad, mil gracias por todo!


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Ante mí se conjugan una vez más las imágenes de mi infancia. De una infancia torcida y desquebrajada en manos del hombre que ahora tengo en frente.

—¿Lidia? —espetó éste. Sonrío ante su pregunta.

—Estaba segura de que te habías olvidado de mí, papá.

—¡Ven aquí, Renata! —exclama a todo pulmón al tiempo que eleva ambas manos en dirección de la chica que ni siquiera se inmuta.

—Ahora su nombre es Anne y me pertenece solo a mí, tal y como te pertenecí antaño. Quién lo diría, ¿no es así? ¿Alguna vez creíste que volverías a ver mi rostro después de dejarme abandonada en aquel burdel de porquería?

—Yo... yo intenté salvarte —se excusó.

—Habría deseado mil veces morir antes que pasar una sola noche en ese Infierno. Y te aseguro que tú también lo desearás.

—¿Y Katherine? Renata, ¡¿en dónde está tu madre?!

Renata me mira con unos ojos fríos, impenetrables.

—Ella está descansando, descuida. También ella se ha librado de tu control mental.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Esos ojos caramelizados por el fuego de la reminiscencia que solo sabían mirarme con frialdad.

—¿Vas a matarme? —Asiento—. ¿Y Renata? Te has convertido en lo que tanto odiabas.

Le doy una bofetada con el revólver y él se deja caer sobra las sábanas de seda. Al voltear de nuevo puedo ver la sangre escurriendo de su boca.

—No intentes confundirme, papá —le advierto—. He perfeccionado tus métodos de manipulación, no hay nada que puedas hacer para reducirme.

—Después de todo lo que hice por ti.

—Tú solo me utilizaste para tus asquerosos propósitos.

—¡Tú eras como una hija para mí! —se quejó.

—¡Qué bien! Ahora nos tienes a ambas totalmente jodidas.

Renata se aproxima a nosotros. La navaja aún descansa en su mano derecha y, a pesar de que se mantiene en total silencio, la chica no parece comprender nada de lo que ahí hablamos.

Aaron suplica con lágrimas en los ojos en cuanto ella eleva el arma. Cuando, vertiginosa, la encaja en su mejilla izquierda. Él grita con desesperación, pero es incapaz de tomar acción en contra de su propia hija.

Me levanto y miro la escena. No pierdo un solo movimiento. La mirada en sus ojos, los gritos de terror, las súplicas, sus vanos intentos por detener la ira de Renata. De pronto, la veo. Sus ojos están llenos de lágrimas, el control no ha sido lo suficientemente poderoso como para impedir el dolor, la consciencia.

 Sus ojos están llenos de lágrimas, el control no ha sido lo suficientemente poderoso como para impedir el dolor, la consciencia

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¿Qué he hecho con esa criatura? ¿Qué he hecho con mi propia alma?

Mientras ella apuñala sin clemencia a su padre yo me dejo caer al suelo. El revolver encuentra rápidamente el camino a mi cien y no dudo en jalar el gatillo esperando encontrar algo de piedad en la otra vida.


***

Renata no cesó en su tarea sino hasta que el cuerpo de su padre le pareció irreconocible. Soltó la daga y salió al jardín. A la sombra de un árbol, su mente poco a poco se fue apagando, había llegado el momento de desaparecer, de olvidarlo todo.

Su vida se había transformado en un cúmulo de sangre, locura y muerte, ya no había en ella ningún remanso de inocencia.

De ahora en adelante se llamaría Anne.

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Manual para crear al Asesino PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora