Desperté confusa, no sabía por qué había soñado con la noche en la que encontramos a Will.
-Valerie querida, ¿estás despierta?. Esa era la voz de mi padre.
-Un momento. Me levanté rápidamente de mi cama y coloqué una bata sobre mi camisón. –Adelante.
Mi padre abrió la puerta, ya vestido y luciendo su peluca blanca.
-Buenos días Valerie, me gustaría que fueses al cuarto de tu hermana, os tengo una grata sorpresa a ambas. Anunció sonriente.
-Esta bien padre. Salí de mi habitación junto a mi padre y nos dirigimos a la puerta de mi hermana.
-Elizabeth, ¿ estás bien?, ¿estás presentable?. Mi padre llamó delicadamente a la puerta de mi hermana.
-Si, si. La voz de mi hermana resonó y mi padre abrió su puerta.
-Oh, ¿aún en cama a estas horas?. Mi padre miró a Elizabeth sonriente, yo en cambio me fijé en la cadena que llevaba en su cuello y la reconocí rapidamente, era la moneda que llevaba Will cuando le encontramos. Mis ojos fueron a parar a los de ella, ¿habría soñado también con ese día?. –Hace un día precioso. Las sirvientas abrieron las cortinas de su cuarto, haciendo que las dos nos quedaramos cegadas por un momento.
-Tengo un regalo para vosotras. Al decir eso me coloqué al lado de Elizabeth y dos de las sirvientas llegaron con dos cajas, al abrirla descubrimos dos vestidos preciosos.
Mientras que el vestido de Elizabeth era de un color beige, el mío era rojo granate.
-Oh, es precioso. Susurré rozando su tela.
-¿Puedo preguntar el motivo?. Mi hermana había cogido el vestido y estaba obsevandolo.
-¿Necesita un padre un motivo para adorar a unas hijas?. Sonriente mi padre nos miró a ambas y los tres sonreimos.
-Vamos. Con la mirada mi padre nos mandó a las dos detrás del cambiador y las sirvientas nos ayudaron a colocarnos los preciosos vestidos.
-En realidad yo he pensado que querríais llevarlo en la ceremonia de hoy. Miré a Elizabeth sonriendo, ya sabía que iba a pasar.
-¿En la ceremonia?. Me hice la despistada.
- La ceremonia de ascenso del Capitán Norrington. Ahí estaba la verdadera razón por la que nuestro padre nos había regalado esos vestidos, una risa se escapó de mis labios y mi hermana me miró con mala cara.
-¡Lo sabía!. Mi hermana no estaba nada contenta con esa noticia.
-Comodoro Norrington, es en lo que va a convertirse. Mi padre ignoraba las quejas de Elizabeth mientras nos colocaban los corsés, apretandolos más de lo que nos gustaría a las dos. –Todo un caballero y como sabes, se siente atraído por tí Elizabeth.
La situación no me podía parecer más cómica, las dos casi sin poder respirar por los corsés, mientras mi padre no hacía más que alabar a Norrington, cosa que a Elizabeth no le causaba ninguna gracia.
En unos de los apretones, un quejido salió de la boca de las dos.
-¿Hijas, va todo bien?.
-Es difícil de decir. Me era muy complicado hablar y si seguían apretando más sentía que me desmayaría en cualquier instante.
-Me han dicho que es la última moda en Londres. Mi padre sonaba preocupado, ya que no podíamos parar de quejarnos.
-Pues las mujeres de Londres deben de haber aprendido a no respirar. Elizabeth estaba en la misma situación que yo, ¿ que clase de moda era esta, si apenas podíamos hablar y respirar?.
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Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra.
FanfictionElizabeth y Valerie Swann, hijas del Gobernador de Port Royal, amaban las historias de piratas, esos hombres que saqueaban ,buscaban tesoros y dedicaban su vida a la mar. Lo que ellas no sabían, es que gracias a la moneda de aquel niño que habían en...