Capítulo 3.

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La brisa marina era algo que extrañaba y no lo sabía hasta que volví a subir a cubierta. Gracias a Dios en el Interceptor había ropa tanto de hombre como de mujer, cosa que no entendía pero aún así agradecí. Me deshice del camisón y lo sustituí por un vestido verde esmeralda.

- Veo que has encontrado ropa Valerie. Will me sonrió y miró hacia Jack que miraba la brújula.

-Por suerte llevaban a bordo vestidos. Me acerqué con la chaqueta de Jack entre mis brazos. –Gracias por lo de antes, Capitán. Jack alzó la mirada y una sonrisa se formó en su rostro al oírme decir aquellas palabras.

-De nada mi Lady, no podía permitir que ese hombre soñara contigo, solo yo tengo derecho a ello. Debería de acostumbrarme a los comentarios de Jack y controlar mis estúpidos sonrojos.

Will se acercó a nosotros, cosa que agradecí profundamente. Estuvimos un tiempo en silencio hasta que Will habló.

-Cuándo era un niño vivía en Inglaterra, mi madre fue quién me crió, cuando ella murió vine aquí en busca de mi padre. Mientras Will hablaba, afilaba su espada.

-¿De veras?. Jack se movía de un lado a otro, hasta que subió hacia el timón.

-Mi padre, Will Turner, en la cárcel solo accediste a ayudarnos después de saber como me llamaba, ¿por qué?. Will perseguía a Jack. –Puesto que era lo que quería no insistí en ello, pero no soy tan simple Jack, tú conociste a mi padre. Jack se dedicaba a atar unas cuerdas , finalmente se detuvo y habló.

-Le conocí. Se colocó delante de Will y prosiguió. –Soy de los pocos que lo conocieron como William Turner, los demás le llaman El Botas o Bill el Botas.

-¿Bill el Botas?. Tenía la sensación de aquella conversación no acabaría del todo bien, así que decidí subir.

-Buena gente, buen pirata. Jack inspeccionaba el timón y Will se paseaba de lado a lado. –Y tú eres igualito a él.

-No es cierto, era marino mercante, un hombre respetable que obedecía las leyes. Notaba la tensión que se estaba formando.

-Era un maldito pirata. Jack observó a Will y volvió a poner su vista hacia delante, me acerqué a Will y le puse la mano sobre su hombro para intentar tranquilizarlo. – Un diablo. Las palabras de Jack no ayudaban para nada a Will, que desenvainó la espada y le apuntó.

-Mi padre no era un pirata.

-Ahórrate el esfuerzo hijo. Jack seguía tranquilo con sus manos en el timón. – Te volvería a vencer. ¿Volver a vencer?,¿acaso ya se habían enfrentado?.

-No me venciste, obviaste todas las reglas, en una pelea justa te habría matado.

-Las peleas justas no resultan muy estimulantes. Jack cogió mi mano apartándome de Will y con un movimiento del timón, este colgaba de un mástil.

-¡Will!. Me separé de Jack, preocupada por la seguridad de mi amigo,cosa que al pirata poco le importó.

-Ahora mientras estás ahí colgado presta atención. Jack dejó el timón y se puso al frente de Will. –La única regla que realmente importa es esta, lo que un hombre puede hacer y lo que no puede hacer.

-¡Jack, se caerá si sigues con tus estúpidos juegos!. Él simplemente sonrió y siguió hablando.

-Calma Señorita Swann. Sus ojos seguían mirando a Will. –Por ejemplo, tú puedes aceptar que tu padre era pirata y un buen hombre o no aceptarlo, tú tienes sangre pirata hijo y algún día tendrás que asumirlo, y ahora yo por ejemplo, podría dejar que ahogaras, pero no puedo llevar este barco a Tortuga yo solito y con una dama que me odiaría por ello, ¿ entiendes?, así que. Con otro giro del timón Will volvió a pisar el barco. Jack puso la espada de Will sobre su cuello y yo lo miré sin saber que hacer. ¿Eres capaz de viajar bajo las órdenes de un pirata?. Le tendió el mango de la espalda haciendo que Will le mirara confuso. ¿O no?.

Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora