Capitulo 3: Infierno

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¿Quién dijo que el infierno era frio?, pensando bien las cosas la mayoría de la gente lo dice porque así lo creo Luzbel, el arcángel que siempre estuvo ala mano de dios mejor conocido como el señor de las tinieblas que tenia muchos apodos por parte de la gente de todo el mundo pero el que tenia de diversos sobrenombres era los hispanohablantes que dictaba la biblia al pie de la letra que era todo consumido en llamas pero a ella le dijeron que estaba compuesto por esto pero en su realidad era todo de un frio que le calaba por todo hasta en los huesos así era martirio que corrompía por todo dentro de su ser que se manchaba de lo mas infame que pudiera existir en la humanidad teniendo el dolor como su único aliado, los mas repugnante que le parecía ala de piel de porcelana es que no tenía a la libertad de expresión solo teniendo que acatar ordenes por mas que quisiera no hacerlo o más bien no quería.

Desafortunadamente la única forma de evadir la realidad de todo lo crudo de que la rodeaba, pero en su temporal habita era lo de soportar La inestabilidad del país se reflejaba en todos los órdenes de la sociedad, y en particular en las fronteras la migración ilegal y el contrabando eran comunes por la falta de vigilancia. Debido a esto el país dispuesto a intervenir cuando lo consideraran oportuno. Ahora bien, en que su colonia era prospera, bien vista todo lo relacionado por la política y el comercio que se trataban de prosperar según el criterio de sus padres sobre esto solo eran tretas que se hacían su país al otro, pero eso era lo que menos le importaba.

Cerrando de paginas de su medio de evadir ya cansada o mas bien estaba lleno de fastidio por lo que solo regreso al libro en su lugar, otro día más en este infierno congelante que le entumecer por toda prácticamente su esencia, la chimenea era la única que generaba fuente de calor en la lúgubre habitación a oscuras que gracias al fuego la ayudaba a iluminar las paginas escritas manchadas por tinta. Otra vez el nudo del pecho y garganta no podía ser de mucho apoyo para poder respirar como se debería la inestabilidad de su mente era lo que podía tener que nadie podía manejar, tristemente era lo poco que poseía era totalmente suya. Con dificultad alzando toda la tela del su vestido saliendo con sigilo de este hogar que la tenia aislada de todo mundo para sentir al fresco crepúsculo del atardecer seguir por todo el bosque para poder encontrarse un poso viejo con un mal mantenimiento con bastante fuerza haciendo esfuerzos para quitar la tapa de madera, su siguiente acción era reparar profundo teniendo como objetivo de recuperar aire escapado por sus pulmones, una vez recuperado se inclino fijando su vista al pozo para escapar y dejar salir acontecimientos de sentimientos negativos expulsándolos en gritos, el sonido de ramas rompiéndose con pisadas le dio un sobresalto poniéndose en estado de alerta.

Regresando al estado original el moreno estaba sentado al ser que solamente podía ver era de suma importancia de esto tenia que tener charlas en privado estando a solas a en privado ya que lo tacharían mal de su estado mental esta el hombre que admiro en los últimos años sabiendo por último que compartían en mismo ADN.

_ Hola chamaco, ¿Cómo estás? _ el esqueleto estaba feliz de ver a su familiar y de degustar los tratos especiales por ser el originario de dichosas obras, tener la capacidad de estar en el mundo de los vivos.

_ Papa Héctor, bien, ¿Cómo están los demás allá? _ este solo se dedico a solo jugar con sus dedos por inconciencia solo dejo escapar un suspiro pesado.

_ Todos están bien, ¿Mal de amores? _ dije el esquelético si tuviera ceja la alzaría de manera interrogatorio a exageración.

_ No, solo estoy algo acongojado_ por inercia escondió sus manos como si trajinera algo indebido.

_ No te hagas el pendejo, Miguel_ que solo con cruzando de brazos tratando de sonar asertivo con el chico de ser suficiente autoridad para el chico. _ Se que estas enamorado, según por lo que veo, no le mueves el tapete, ¿verdad, mocoso? _. Dejo de hablar para dedicar una sonrisa triste llena de compasión.

Solo como respuesta afirmo con la cabeza. _ ¿Cómo sabes eso? _ solo de manera imprudente lo dijo olvidándose de su historia que vivió con su mama Imelda.

_ Por que en el amor siempre viene sin aviso de que pueda hacerte sufrir, el solo de que sufras por esa persona quiere decir que tiene cacheteando banquetas por esa persona así de chingón es esto, cabrón _ sentando al par de su ascendencia.

_ No mame, papa Héctor, no le eche mas crema a los tacos_ rascándose la nuca de manera nerviosa de ponerse centímetros atrás para mejor comodidad.

_ pinche, chamaco grosero majadero, no le ando el echando demasiado, digo la verdad, estas pero bien apendejado, mocoso_ casi llevándose por la histeria dando saltitos por la cama aunque este no reaccionaba por las acciones por el esqueleto.

La alarma de el chico lo alerta de que su descansa había terminado, tenía que devolverse de manera inmediata se levantó.

_ perdón, papa Héctor, me tengo que ver, adiós _ para luego abandonar el sitio.

Su ante pasado solo movió de manera negativa y volvió a donde salió. De manera apresurada bajo las escaleras para atender a las personas recién llegadas, anotando los pedidos con una sonrisa y pequeñas conversaciones sobre la comida del establecimiento estando de allá para acá de manera rápida era muy eficaz.

El azabache mitad nipón solo se dedicaba al moreno que solamente hace su trabajo, no podía estar cerca de el porque tuvo un momento incomodo en que le había robado también integrando a una confesión claro que como era de obviedad era este distanciamiento tan repentino para el grupo que pedía pero ninguno de los dos lados quería hablar del tema.

Una molestia de nudo del pecho sintió era un sabor amargo de ver como chicas que identifico las de su universidad, no podían apartar la mirada del chico moreno, platicando de la belleza del mencionado cada detalle del desde la musculatura buena para su edad gracias a trabajo pesado en cargar grandes bultos de azúcar y harina, hasta la llamativa de su lunar coqueto que se encimaba de sus labios, lo que le molestaba era que todo era cierto pero lo que realmente le calaba era los comentarios lascivos sobre el mexicano.

Solamente se marchó no quería escuchar mas sobre todo eso se subió las escaleras, el mexicano solo volteo de manera de consternación al ver que el japonés se iba a pasos ruidosos, el moreno solo alzo los hombros dándole menos importancia volviendo ala vida cotidiana.


Cempasúchil y LycorisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora