Recuperar mi vida

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Que haré?..., que haré?...- se preguntaba, pero de pronto, vinieron a su mente las palabras de su ángel y las repitió - solo el amor es el arma mas poderosa,-... debo partir y despertarlo de esta pesadilla...



De este modo se armo del valor suficiente para partir nuevamente al Sengoku, sin saber exactamente de que manera iba a poder ayudar a Inuyasha, pero comprendiendo que el amor que ambos se tenian era lo unico necesario para triunfar. Bajo las escaleras agitadamente, pero detuvo su carrera antes de entrar a la cocina y ver a Houjo y a su hija Taka, el estaba terminando de servir la mesa y la pequeña estaba ya sentada, le regalo a su madre una hermosa sonrisa, que Kagome no pudo descifrar, por un momento sintio algo de nostalgia al ver esa escena, pero comprendio que no debia tenerla, ya que nada de lo que habia frente a sus ojos, era real, era solo una ilusion, una trampa en la que pretendian que ella permaneciera perdida por siempre y no podia permitirlo.



Camino hacia el que era su esposo dentro de esta alucinación y tomo su rostro con ambas manos, para darle un cariñoso beso en los labios, quizas en parte como paga por lo que jamas serian, el solo la miro sin preguntar nada, luego llamo a su hija y la llevo de indicando el vientre de Kagome, que abrio sus ojos sorprendida, ella lo intuyo aquel dia, en el que se convirtió en la mujer de InuYasha.



Kagome estrecho a su hija Taka, en un abrazo agradecido que la niña respondio de igual modo, ahora comprendia la razon de la cercania con aquella pequeña, era su hija, el espiritu real de su futura hija, que habia venido a darle el valor que necesitaba, para cumplir con el destino que ella e Inuyasha tenian, beso a la pequeña en la frente y partio, dejandola atrás, sabiendo que ese hermoso sentimiento de amor que tenia por aquella criaturita, estaba destinado a ser real, la joven iba decidida a ello, lograria su libertad y la de su amado Inuyasha a costa de lo que fuera.





Cruzo el pozo esperando no ser detenida, intento no mirar atrás, llego hasta la aldea encontrando a una Sango sorprendida, ella jamas venia dos dias seguidos, penso que no la volveria a ver al menos en algun tiempo, después de la conversación que habian tenido el dia anterior.





-Hola Sango





-Hola...





-Necesito encontrar a Inuyasha – sonaba tan segura que Sango, no intento persuadirla a pesar de su sorpresa.





-Miroku dice que lo vio ayer a medio dia de aquí, en direccion al sur...- respondio la taijina-



-Gracias Sango – concluyo Kagome mientras daba un fuerte abrazo a su amiga, para luego darse la vuelta y partir en la direccion que le habia sido indicada.





Camino asi un largo trecho, pero a pesar del cansancio y de lo mucho que llego a extrañar la espalda de Inuyasha, continuo, sabia que no debia detenerse por que tal ves el ya le llevaba demasiada ventaja, esperaba poder dar con InuYasha lo antes posible, pero no contaba con que el no estaria solo.





Cuando el atardecer bañaba las colinas con suaves tonos anaranjados, Kagome llego a la orilla de un lago, quiso alcanzar algo de agua en sus manos, para refrescar su rostro, pero se encontro con una sorpresa que no esperaba, las serpientes de Kikyo se acercaban y ella sabia que por logica tambien ella, asi que prefirio no enfrentarla y se escondio tras los arboles cercanos





Oculta tras los arboles quiso ver a la mujer que aparecia junto al lago, pero en ese momento su corazon agobiado ya por tantas sorpresas, dio un enorme salto al ver que acompañado de la sacerdotisa, tambien venia, InuYasha, que llenaba cada celula de su cuerpo, al verlo junto a aquella mujer, deseo salir de su escondite y reclamar lo que consideraba, solo suyo, pero se debatia entre si debia enfrentar a Inuyasha frente a Kikyo o no, y se volvio a ocultar, tras un arbol, pero con lo que ella no contaba, era que por muy distante que se encontrara de la escena, el la percibiria.

Juntos a pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora