Los 7 arcángeles de la luz

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-Ire por ti...- dijo con mucha seguridad - habia vuelto al fin, aquella muchacha que amaba a un hanyou y que haria cualquier cosa por su felicidad.





Decidio encaminarse a su habitación , esperaria con ansias la noche siguiente, tal como se lo habia pedido Anyara, para solicitar ayuda y volver al Sengoku, a su Inuyasha, ya dentro de la habitación, observo desde la ventana el arbol sagrado y habria jurado que por un minuto vio la figura de su amado, junto a aquel arbol, pero comprendio que era solo su imaginación, o tal vez la vision de lo que sucedia en realidad en la epoca antigua.





Tras algunos minutos observando el arbol sagrado y esperando por si algun milagro le traia de vuelta a Kagome, Inuyasha se quedo en aquel lugar, contemplando como la escasa luz de las estrellas iluminaban la noche, cuando de la nada, aparecio tras la espalda del hanyou, una figura conocida, por algunos odiada, pero sin lugar a dudas triste, Inuyasha sin voltear





-Que haces aquí?...-pregunto con calma sin quitar la vista del arbol temia verse tan triste, como Kikyo





-He sentido tu sufrimiento- dijo con una voz energica, pero en su tono se dejaba ver algo de preocupación sincera por el hanyou





Inuyasha sintio aquellas palabras como cuchillos desgarrando su piel, tan evidente eran sus sentimientos?, como era posible que hasta Kikyo notara la tristeza en su alma?...





-Ella volvera - dijo con la misma voz, restandole importancia a lo que acababa de decir y se dio media vuelta para retirarse, cuando Inuyasha aun sorprendido por las palabras de la sacerdotisa, la detuvo con una simple pregunta





-Como lo sabes?...- incredulo





-No subestimes el poder espiritual de una sacerdotisa- dijo mientras lo miraba directo a los ojos dorados que reflejaron una pequeña luz- aunque este muerta, aun los tengo...- continuo mientras dudo en decir algo mas, pero finalmente - ... y ella tambien los tiene





Dicho esto Kikyo se dio media vuelta y se marcho rodeada de sus espectros, habia venido a darle una palabra esperanzadora al hanyou, que ya no intento detenerla.





El dia siguiente fue el dia mas largo que Kagome podia recordar, estuvo esperando que llegara la noche, como le habia dicho Anyara, para poder pedir ayuda a aquellos seres que vendrian, necesitaba demasiado saber como volver al Sengoku, volver con Inuyasha, aunque no sabia muy bien como iba a enfrentarlo, era tanta la emosion que tenia en corazon de solo pensar en tenerlo nuevamente en frente, que casi habia olvidado , por que escapo.





-Pero ... y Kikyo???- Se preguntaba mientras en su rostro se vislumbraba una sombra de tristeza, que amenazaba con hechar por tierra sus deseos de volver, de pronto la muchcha miro su mano, la misma con la que habia tocado el Arbol Sagrado la noche anterior y recordo todos los sentimientos que el hanyou le habia traspasado - todo estara bien - se dijo a si misma tratando de animarse





La noche ya habia caido Kagome tenia todo preparado como se lo habia dicho aquel ser, sobre el escritorio donde por lo general estaban sus libros de estudio, que calro en estos ultimos meses solo se habian llenado de polvo, habia puesto algunas velas, inciensos, algunas flores, definitivamente la verdadera Kagome ya habia vuelto.





Cuando cayo la noche se quedo en su habitacion esperando, no sabia muy bien que, puesto que Anyarano le dijo como eran aquellos seres, ella suponia que debian parecerse al ser que se le habia aparecido antes y no estaba equifvocada, comenzaron a entrar a travez de la pared de su habitacion, uno junto a otro, siete seres espirituales, al principio intangibles, cuando entraron ya todos, comenzaron a intensificar sus figuras, hasta convertirse en seres tangibles, Kagome no podia salir por completo de su sorpresa, sabia que debia esperar algo sobrenatural, pero la magnitud de la situacion la impresiono, eran seres hermosos, luminosos y amables, sus rostros estaban llenos de paz, irradiaban paz.





Kagome no salia de su asombro e intentaba gesticular alguna palabra, no sabia muy bien si darles la bienvenida o si inmediatamente, comenzar a preguntar, tantas cosas que deseaba saber, pero entonces aparecio nuevamente Anyara junto a ella., poso su mano en el hombro de la joven, con delicadeza, la miro pidiendo su autorizacion para hablar, Kagome comprendio y asintio





Anyara se volteo hacia los siete seres que si bien tenian un aspecto fisicamente palpable, permanecian suspendidos en el aire algunos centimetros, solo los suficientes para no tocar el piso, sus manos permanecian unidas en oracion, el ser junto a Kagome, pidio autorizacion a estas siete entidades, para comenzar a hablar, ellos amorosamente, consintieron





-Estos son mis hermanos en la luz, seres pertenecientes a las huestes angelicas, como yo, el primero el Jofiel, Arcangel regente del rayo dorado y la sabiduria - una ves explicado esto el ser recien nombrado hizo una pequeña reverencia a la joven que seguia observando todo sin palabra alguna





-El siguiente es Chamuel, del rayo rosa del amor divino- fue el turno del siguiente ser para brindar a Kagome su saludo





De igual modo fueron presentados los demas, Gabriel, del rayo blanco, de la pureza y los milagros divinos, Rafael, del rayo verde, de la curacion y la proteccion, Uriel , del rayo oro rubi ( naranjo), de la prosperidad, Miguel, del rayo azul, del poder divino y finalmente, Zadquiel, del rayo violeta, del perdon.





-Cada uno de ellos viene a ayudarte a cumplir tu destino- continuo Anyara- han venido por que tu lo haz solicitado, la presencia de los angeles y arcangeles es real gracias a tu fe, nosotros respetamos demasiado tus albedrio y no podemos inmiscuirnos en nada si tu no lo deseas, ese es el amor divino del Padre.





Dichas estas palabras Kagome observa a cada uno de los seres que la acompañaban y con una visible emosion, al punto que cada palabra que Anyara le habia dicho, producia que un escalofrios recorriera su espalda.





-Agradeceria que me llevaran de vuelta con Inuyasha...- Dijo decidida y confiada la joven, sabiendo que toda aquella vision que tenia enfrente, merecia toda su confianza.





En ese momento Gabriel rompio el orden en el que estaban los siete y se adelanto, aun con sus manos en oracion le dirigio una mirada llena de calma a Kagome y le transmitio en pensamientos.





-Debes concentrar tu energia en llegar con el, mientras oramos -





Kagome asintio con la cabeza





-Siguenos - Dijo Gabriel, del rayo blanco y los milagros divinos





Los siete Arcangeles, encabezados por Gabriel, quien era seguido por Kagome y luego los demas seres, comenzaron a bajar las escaleras en direccion al pozo, la madre de Kagome qeu habia notado extraña a su hija todo el dia, y habia escuchado la noche anterior la carrera frenetica de esta hacia el arbol, no vio a ninguno de estos seres que en ese momento eran solo visibles para la joven, no dijo nada, la observo dirigirse al pozo y comprendio que la muchacha debia arreglar algunas cosas, de cierto modo se sintio feliz, por que sentia que su hija habia vuelto.





Kagome llego junto al pozo y en la salita se encontraban tambien estos seres, Gabriel comenzo a orar en un idioma antiguo, la joven sabia que en algun texto de historia era probable haber visto algo similar a lo que el ser recitaba con tanto fervor, ella solo intento concentrar su energia en el punto que se le habia indicado, cuando luego de algunos minutos, el trabajo espiritual efectuado por ocho seres de otra dimension y una humana, dio resultado, desde el interior del pozo, comenzo a gestarse una brillante luz blanca, que comenzo a ascender, hasta llenar por completo el lugar, Gabriel le indico a Kagome que debia entrar.





-Pero hay mucho que debo saber- dijo inquieta la joven





-Tranquila- le respondio Jofiel, rayo dorado de la sabiduria, - iremos contigo y se abrira ante tus ojos el camino





Kagome asintio con la cabeza en el momento en el que se disponia a cruzar, ella observo que en el trayecto hacia el Sengoku, nadie la acompañaba, pero una hermosa voz, desde el interior de su corazon le decia que no estaba sola.

Juntos a pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora