IX.- Despertar

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Estaba muy oscuro. Demasiado.

¿Había dormido hasta la noche?

No había forma de comprobarlo. En su casa había pasado un día entero, pero aquí era diferente, el tiempo parecía no guardar relación en ambos lugares. Quizá solo habían pasado unos minutos.

Alex intentó distinguir las formas a su alrededor, pero necesitó tiempo para que sus ojos se acostumbraran.

-¿Sam?- Susurró

No obtuvo respuesta, entonces se dio cuenta que no estaba en el bosque, sentado junto a un árbol, no. Estaba en algún lugar cerrado, el aire no corría y no escuchaba los sonidos característicos del exterior. Estaba recostado sobre mantas, pero no en una cama, en algo tan bajo como el suelo.

Achicó los ojos intentando obtener detalles de lo que le rodeaba. Apenas distinguió que había muchas siluetas, posiblemente de muebles en todas direcciones. Estaba entre 4 paredes de ladrillos.

Una casa

Se incorporó lentamente y para su sorpresa la herida no dolía tanto como esperaba. Con las manos temblorosas tocó la piel que rodeaba la herida, no había restos de sangre seca ni el vendaje improvisado de tela de pantalón, en cambio había un vendaje de alguna tela limpia y suave.

¿Dónde había conseguido eso?

-¿Sam?- Volvió a preguntar, esta vez con mas intensidad.

Con las manos ligeramente extendidas caminó intentando no chocar con nada. No sabía dónde estaba y necesitaba encontrar a Sam. Aún tenían que salir de ahí.

-Samara…- Dijo con los dientes apretados.

En aquella oscuridad no pudo distinguir a la chica durmiendo sobre una cama -hecha igualmente de mantas- hasta que estuvo prácticamente sobre ella.

Estaba durmiendo en una posición extraña, de costado con las manos sobre su pecho, como abrazándose a si misma y con las rodillas encogidas hacia su cuerpo. No tenía nada cubriéndola, así que Alex dedujo que tenía frio.

Con el mayor cuidado posible regresó al lugar donde había estado acostado y recogió dos mantas, se sentó  con la espalda sobre una pared, con las piernas extendidas junto a ella de manera que la cabeza de la chica quedaba a la altura de sus rodillas, y así coloco las mantas sobre ella. Pero notó algo extraño en sus brazos, tenían marcas, no como heridas sino como raspones ligeros.

¿Qué había hecho ahora?

Tomó con cuidado uno de sus brazos y lo examinó. Si, marcas.

Aún sin saber que pensar pasó sus dedos de sus brazos al rostro de ella, a sus pómulos.

Acarició el cabello castaño que le caía a los parpados.

Sam

Era tan extraño, mientras estaba en su casa había deseado la cosa mas rara de todas, había esperado el momento para regresar aquí. Con ella.

Pero sabía que era una ridiculez.

Ellos encontrarían la manera de salir, y entonces todo volvería a la normalidad. Como si nunca se hubieran conocido

¿No?

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