Richard Parker

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Estaba corriendo sobre la caminadora a una velocidad estable, pero a pasar el tiempo, mi cuerpo ha notado que era mucho por lo que el sudor no tardó en recorrer todo mi cuerpo

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Estaba corriendo sobre la caminadora a una velocidad estable, pero a pasar el tiempo, mi cuerpo ha notado que era mucho por lo que el sudor no tardó en recorrer todo mi cuerpo. Llevaba puesto unos tenis convers, pantalones flexibles, una camiseta ajustada sin mangas y mi cabello recogido en una coleta. Al fondo del gimnasio puedo ver como Trevor se dedicaba a orientar a un chico quien al parecer ha puesto un disco de más a sus pesas.

Entonces él me miró y se acercó hacia donde me encontraba. Trevor miró su reloj, levantó la mirada y sonrió.

—Te hace falta unos 5 minutos más—dice mirándome de pies a cabeza—Y por favor, intenta venir con otro tipo de tenis. Es más recomendable utilizar unos tenis deportivos. Con estos es posible que te canses más y sientas dolor de pies al correr—me gustaría escucharlo mejor, pero al estar corriendo mi mente no daba para más por el cansancio... apenas es mi primer día.

—¿Por... qué... tengo que correr... tanto? —pregunto con mi respiración agitada y con el corazón en la garganta.

—Estás iniciando, debes de hacer mucho cardio para aumentar tu resistencia y quemar grasa—dice mirando su reloj nuevamente—Tú tiempo en la caminadora ha terminado.

Bajo lentamente cuando Trevor detiene la caminadora. Me paro a su lado con mis manos sobre mis muslos para poder tomar aire y tranquilizar mi respiración.

—Bien, ahora irás a la bicicleta por 20 minutos...

—¿20 minutos? ¿Es que acaso quieres matarme? —pregunto desconcentrada. Trevor me mira y ríe con fuerza por mi pregunta.

—Está bien, está bien. 10 minutos...

El tiempo pasó demasiado lento para mí, pero al mismo instante me fije que era una de las ultimas en salir, puesto que ya todas las personas se habían retirado del gimnasio. Miro mi reloj y casi salto de las escaleras eléctricas. Me dirijo rápido hacia donde Trevor y este ya estaba recogiendo sus cosas para irse.

—¿Estás aquí? Pensé que te habías ido ya. Me quedé muy concentrado ayudando a alguien—dice apenado.

—No te preocupes. Ya es tarde, así que me iré... ¿Quieres que te lleve a casa? —pregunto.

—No gracias. Vivo cerca, lo que me queda lejos es la escuela—dice sonriendo—Te acompaño hasta tu auto, es muy tarde.

Ambos caminamos hacia fuera, saliendo por fin del gimnasio. Miraba mi auto que quedaba apenas unos metros de nosotros, entonces llegó una enorme curiosidad en mi mente.

—¿Por qué eres entrenador de futbol americano en la escuela? —curioseo un poco sobre Trevor con esperanza de saber un poco más sobre él.

—Fui un largo tiempo mariscal de campo en un equipo nacional, incluso me habían seleccionado para ser parte de Los New York Jets, pero entonces una noche hubo un partido y tuve un accidente con otro jugador causándome una lesión en mi rodilla izquierda. Tuve que retirarme definitivamente del equipo... Lo único que me ofrecieron fue ser entrenador de un equipo, dudé en aceptarlo puesto de que mi vida como jugador había acabado, pero al final decidí aceptar el puesto y ahora mi equipo están en la cumbre—dice mirándome. Pude ver en sus ojos aquella sinceridad que me cautivaba en cada palabra que pronunciaba.

De repente llegaste a mí © EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora