Después de haber tenido una gran mala experiencia con el partido de ayer. Hoy había amanecido más tranquilo y seguro de mí mismo. Un poco avergonzado también por haberle hablado mal al director y por haber hecho un espectáculo por culpa de aquel entrenador tan poco profesional. Me había despertado tarde, vaya, ya había pasado el mediodía, por lo que me levanté de un salto y me dirige rápidamente hacia el baño.
Me di una ducha rápida, me lavé los dientes, pensé en quitarme la barba, pero al final la dejé y salí del cuarto de baños. Me había puesto algo causal, pantalones vaqueros, una playera negra y unos tenis de tela de color negro. Me peiné hacia atrás sin ningún gel y salí de mi habitación.
Estaba decidido en caminar un poco, tomar aire fresco. Comer fuera, tener un día para mí. A lo mejor me compre ropa nueva. Salgo de mi apartamento y bajo las escaleras del edificio. Entonces una idea se me ocurrió, ayer Hayley me había invitado a cenar una pizza. Pues hoy la invitaré a dar un paseo. Aunque su casa quedara un poco lejos de aquí no me quita la emoción de volver a verla. De tomar la iniciativa para poder hablar y salir nuevamente con ella.
Camino por la acera de la ciudad dirigiéndome a la estación de tren más cercana posible. Hago la misma rutina como si fuera hacia la escuela al salir de la estación de tren, pero en vez de seguir derecho como siempre hago tomo dirección hacia la izquierda entrando a una calle con casas dúplex.
Llego hacia la casa de Hayley y antes de subir las escaleras me topo con un hombre quien se me hacía muy parecido. Un hombre con pelo negro, un poco bajo de estatura, pero con cuerpo ni gordo, pero tampoco musculoso. Se ve un poco más joven que mi padre, pero no quitaba el hecho de que se veía mayor.
—Hayley no está—dice sin más... Ah es el padre de Hayley. El hombre que había entrado sin avisar aquella noche.
—Hola, usted debe de ser el señor Stone, un gusto—lo saludo con una sonrisa—Soy Trevor York, amigo de Hayley.
—Si, él hombre que le quita el sujetador a mi hija y le lame los senos—mis mejillas se enrojecen de inmediato. Aquel señor no tenía pelos en la lengua.
—Si. Lamento lo que vio aquel día. Fui muy imprudente—digo avergonzado—Entonces ¿Hayley no está?
—¿Acaso ves su auto por algún lado? —pregunta con sarcasmo.
—No, señor. Que torpe de mi parte—digo sin saber si irme o esperarla—¿Puedo esperarla aquí?
—Buena suerte con eso. Salió con su expareja, a lo mejor se reconcilien—me mira seriamente—Doloroso ¿verdad? —levanta una ceja. El padre de Hayley era un tanto problemático, era como si no le cayera bien—¿Cómo está tu lesión en la rodilla izquierda?
Lo miro de repente y entonces me doy cuenta de que lo había visto en otro lugar. Era el reportero que siempre iba a todos los partidos donde iban mi equipo. Siempre nos entrevistaba y sacaba reportajes de nosotros dándonos publicidad y siempre entrometiéndose en asunto del equipo. Recuerdo que la última vez que lo vi, le hablé verdaderamente mal y creo que ya sé porque me trata de esa manera.
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De repente llegaste a mí © EN EDICIÓN
RomanceHayley Stone es dejada plantada en el altar en el momento de contraer matrimonio por su prometido, desatando un dolor profundo en ella. Tras la vergüenza y la tristeza sale corriendo de la iglesia hasta llegar a una estación de tren en Manhattan. Tr...