Una Vida Complicada

Un día inigualable

Lunes, otro asqueroso día de clases, no entiendo por que tengo que seguir yendo a la universidad, si eso ya no me parece tan útil.
Y aunque me esfuerzo por sacar buenas calificaciones, pareciera que a los profesores no les importa en lo más mínimo que alguno de sus alumnos estén en un mal momento, sólo les importa su maldita materia.
Y los alumnos tampoco son la excepción, todos me miran como a un bicho raro, me juzgan por no ser como ellos; igualmente, no necesitaba a nadie, aunque sabía que eso no era verdad.

Pero hoy fue diferente, quizás un día especial. Mientras estaba en la cafetería, un grupo de chicos, mayormente chicas, se me acercaron y se sentaron en donde yo estaba; en un principio tenía ganas de irme a otro lado, pero algo me detenía, no sabía que era; entonces una de las chicas me preguntó:
-¿Cómo te llamas?- me preguntó de una manera amigable, a pesar de mi mala cara.
-Mark- le respondí de manera fría y cortante.
-Que bien, yo soy Lahilin, mucho gusto-me dijo mientras extendía su mano a manera de saludo. Dudé un poco pero al final correspondí el saludo.
Después de saludarnos me presentó a sus amigos, que parecían algo nerviosos:
Primero me presentó a Anette, la mas activa de los cuatro; después me presentó al único chico que iba con ellas, su nombre era Yahir y al final me presentó a Paula, que parecía ser la más tranquila.

Cuando terminaron las presentaciones, Anette me preguntó de manera algo imprudente:
-¿Por qué no te juntas con alguien?-
-Porque no quiero, todos me parecen unos estúpidos mocosos- le respondí de manera agresiva mientras los demás solo se quedaron callados.
-Oye tranquilo, solo era una pregunta, no te tienes que poner así- intervino Paula, quizás para evitar una pelea entre Anette y yo.

Después de eso, ya no dije otra cosa, así que solamente miré a otro lado, intentando procesar lo que estaba pasando; así que me disculpe sin mirar a Anette.
-Si, también fue tonto de mi parte preguntar de esa manera- dijo de manera comprensiva.

Empecé a sentir algo de confianza y empecé a conversar con ellos, hasta que acabó el tiempo para el almuerzo, así que se despidieron de mi y se fueron a su clase. Me sentía contento de haber conocido a aquel grupo de amigos, quienes con el tiempo, se convirtieron en mis mejores amigos.

De nuevo, volví a sentir felicidad.