Goal Artist ➪ Captain Tsubasa

CAPÍTULO TRES

—No pasó nada de eso, mamá —respondió Karel, algo avergonzada, mientras evitaba la mirada de su madre.

La expresión de la madre de Karel se transformó de curiosidad a sorpresa. Levantó una ceja, claramente intrigada.

—¿Ni un beso? —preguntó, con un tono lleno de incredulidad, casi como si no pudiera creerlo.

Karel, sintiendo aún más calor en las mejillas, negó con la cabeza rápidamente, tratando de restarle importancia al asunto.

—No... no fue así —suspiró, sintiéndose un poco incómoda al hablar de ello.

Afortunadamente, el sonido de unos pasos descendiendo las escaleras la distrajo. Brian apareció en la sala, listo para salir. Karel vio en él una especie de salvavidas, una excusa perfecta para cambiar de tema.

—¡Qué bueno que llegaste! —dijo Karel con rapidez, levantándose del sofá de un salto y comenzando a caminar hacia él sin mirar atrás. Su voz sonó un poco más alta de lo normal, intentando desviar la atención de su madre.

Brian levantó una ceja al ver el rostro ligeramente sonrojado de su hermana, pero no dijo nada. 

—¿Vamos? —preguntó, ligeramente impaciente, mientras se ajustaba la mochila sobre su hombro.

Karel, sin perder tiempo, le tomó de la manga de su chaqueta y empezó a jalarlo con energía, casi como si quisiera escapar de la conversación que acababa de tener. Sabía que no podía evitarla por mucho más tiempo, pero en ese momento, lo único que quería era salir de la casa y centrarse en algo más: el entrenamiento.

—¡Vamos, vamos! —insistió, apurándolo aún más. No quería quedar atrapada en más preguntas incómodas.

Karel y Brian salieron de la casa con paso rápido, la brisa fresca de la mañana les dio la bienvenida mientras el sol comenzaba a elevarse en el cielo. Karel no podía evitar sentir un ligero alivio al estar lejos de la mirada inquisitiva y las preguntas de su madre.

Brian, a su lado, caminaba con su característico aire tranquilo, nada parecía perturbarlo, una actitud que Karel deseaba tener.

—¿Todo bien? —preguntó de manera casual, como si estuvieran hablando de cualquier otra cosa.

Karel lo miró rápidamente. Pudo observar como una sonrisa burlona apareció en el rostro de su hermano cosa que le hizo fruncir el ceño.

—Mamá sigue con sus preguntas sobre Gino.

—Ah... ¿Y qué le dijiste? —preguntó Brian, sin darle demasiada importancia al asunto, pero observando atentamente la expresión de su hermana.

Karel, con una mueca de incomodidad, lo miró un segundo antes de responder.

—Lo que tenía que decir... que no pasó nada —hizo una pausa, pensando si realmente esa era la mejor respuesta. 

Brian soltó una risa suave, comprendiendo la situación. No era la primera vez que su madre hacía preguntas incómodas sobre los chicos en la vida de Karel. 

—Bueno ya —dijo el rubio—,  ¿sabes que el partido contra el Feyenoord será el mismo dia que el de Bremen y Italia?

Karel asintió—. Si, lo tengo cubierto. Jugare y después me iré a Bremen, fácil.

Después de eso se mantuvieron en silencio.

El camino hacia el campo de entrenamiento estaba tranquilo. La calle aún estaba relativamente vacía, con algunos pocos transeúntes y los primeros rayos de sol bañando las casas a su alrededor. 

Al llegar al campo, las voces de los demás jugadores comenzaron a hacerse más fuertes, y Karel sintió que la atmósfera se volvía más ligera. 

Al final se unieron al resto del equipo, que ya estaba calentando para el entrenamiento.