"Todos Mienten".
En algún tiempo, en alguna otra época, todo pudo ser diferente. La guerra pudo nunca haber pasado; ellos pudieron haberse quedado en su hogar. La paz prometida pudo haber sido real. Pero todos mienten. Amelia se repetía a sí misma que mientras no confiara en nadie, estaría ella a salvo.
Pero tenía que proteger a su única familia. ¿Cómo desconfiar de quien proteges?
Amelia apenas dejaba su adolescencia cuando la guerra se desató en la gran ciudad donde vivía. Sus estudios terminaban al igual que su rutina y su propósito de levantarse cada mañana. Ella dejaba su habitación, saludaba a aquellos chicos que llamaba sus hermanos, salía de ese edificio lúgubre y se dirigía a su preparatoria. No, no era huérfana. La situación era que al racionar los escasos recursos como agua y alimento orgánico, las familias más pobres tenían que trabajar juntas. Así que, para proteger a sus hijos, los padres de estos niños menos afortunados trabajaban juntos por largos meses con tal de contribuir entre todos para sus hijos. Ellos jamás los verían hasta Navidad, el único día que tenían permitido comer hasta saciarse. Incluso, podrían tomar agua. Estos niños se juntaban en refugios y recibían cada tanto tiempo dinero para poder sobrevivir el siguiente mes. La única manera de salir de ese lugar era con trabajo y valentía de enfrentar al futuro, o en una ambulancia al hospital para jamás volver.
Amelia aprendió con el tiempo a nunca albergar una sola esperanza. Llevaba cinco años sin escuchar de sus padres: ni una carta, ni una cena Navideña. "Volveremos" dijeron alguna vez. "Todos Mienten" se decía ella. Con el sobre de billetes que ella tendría que gastar en comida para los doce niños que vivían con ella, venían cartas para todos los demás. Muchos decían "viviremos juntos el próximo año". Otros decían "Estaremos mejor en poco tiempo". Amelia decía "Todos Mienten".
Cuando el radio dijo que una nueva poza de agua mejoraría la vida de la ciudad, ella empezó a dormir con un viejo machete bajo la almohada. "Todos Mienten".
Y así fue cuando una noche estallaron morteros y disparos en las calles. El crimen organizado había tomado control de la nueva fuente de agua, y la usó como bandera para derrocar a los militares que racionaban todos los recursos. La nueva resistencia decía que si todos compartieran en lugar de racionar, las cosas serían mejores.
"Todos Mienten".
Al poco tiempo, la violencia destruyó la ciudad y la hizo pedazos. El fuego iluminaba cada noche más caliente que el sol al día. Quienes intentaban sobrevivir lo hacían con miedo. Amelia, sin embargo, huyó con sus doce hermanos lejos de su hogar. A pie, su trayecto era lento, y cada noche Amelia aún veía el fulgor del fuego de la ciudad a lo lejos. Esas noches sin sueño la dejaban escuchando los gritos de ira y lamentos de la ciudad. Amelia intentaba ser fuerte, pero cuando miraba a la oscuridad frente a ella, el camino que seguía, el miedo de no saber a dónde ir la paralizaba. Esas noches, para no ver el negro horizonte, veía mejor las estrellas, y con sus dedos, unía cada una para hacer dibujos con ellas.
-¿Qué es lo que ves, Amelia?- preguntaba el más pequeño de los niños, Freddy, con tan solo siete años.
-Allá arriba- contestaba la jovencita con una sonrisa tranquila para Freddy- allá en lo alto hay respuestas para nuestras preguntas.
-¿Ah, sí?- decía Freddy - ¿Y tienes las respuestas? ¡Quiero saber cuánto falta para volver a nuestra casa!
Amelia levantaba la vista para que Freddy no le viera los ojos llorosos.
-Todavía no sé la respuesta Freddy. Pero ten paciencia, que ella está en las estrellas.
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El Fin de la Era de Acuario
FantasyEl Fin de una era... ¿estaban preparados? Por que el fin siempre será el principio, siempre que haya un nuevo amanecer esperando. Amelia vive en un mundo que se destruye lentamente. Ella y los doce niños con los que ha compartido la comida y el refu...