Al caer la noche, Violeta despertaba a todos sus hermanos. La pequeña de ocho años parecía entender mejor que nadie lo valioso que era el tiempo, y con una dedicación y responsabilidad normal de un niño increíblemente concentrado, levantaba y apuraba a todos al ver los últimos rayos de sol. Esa noche, Amelia no se despertó tan rápido; los estallidos y explosiones no la mantuvieron despierta, y por primera vez, ella pudo disfrutar del silencio.
-Pronto entraremos al corazón de la Sierra- dijo Antares una vez todos estaban de pie, aunque no completamente despiertos - ¿Todos tienen sus linternas?
Los chicos alzaron los halos de luz de las linternas robadas de la patrulla, cada quien con su par de baterías de repuesto. Amelia también se aseguró de cargar con la pequeña pistola que pudo saquear. Todos, casi como si lo hubiesen practicado, apagaron la luz de sus linternas. Amelia notó que esos niños pequeños poco a poco entendían lo valioso de sus recursos, y que era mejor guardarlos. Maduraban tan rápido, que ella se asombraba gratamente de lo solidarios que se habían vuelto. Hasta Freddy ayudaba a cargar las pilas de Pólux.
-La Sierra está llena de caminos semi subterráneos y desniveles peligrosos. - advirtió Antares a todos, mostrándoles como había que caminar alumbrando ocasionalmente el suelo. - Elijan a un compañero que les ayude sin necesidad de gritar.
Por consecuencia, cada uno de los niños supo a quién elegir: Soleil con Freddy, Carina y Lyra, Pólux y Cástor, otros grandes amigos, y así nadie quedó desprotegido. Incluso Santi, el más inquieto de los hombres, se dejó acompañarse por Scavo, un niño listo pero bastante inseguro. Antares y Amelia, por consecuencia, cuidarían de todos escoltándolos como siempre.
La Sierra no era un páramo de montañas como Amelia esperaba; se trataba de un laberinto de desniveles, pozos y laderas que cruzaba descontroladamente el gran páramo plano que separaba cada ciudad. El andar se hizo lento, con cada pareja sosteniéndose de la mano para nunca perder el equilibrio. Las laderas se empinaban de repente, mientras que los pozos solían ser traicioneros y hundían el suelo ocasionalmente. La tierra podía ser o muy frágil y desintegrarse con un solo paso, o ser piedra dura que hacía imposible pisar sobre ella sin lastimarse. Una ladera particularmente alta hizo que cada pareja tuviese que trabajar en equipo para subir sin trabajo. Freddy, sorprendentemente, tomó la delantera de Soleil para ayudar a la chica a subir sin caer hacia atrás. Cuando Antares ofreció una mano a Amelia, ésta se negó y subió por sus propios medios. Eso sí, al perder el equilibrio y tropezarse, lo primero que buscó fue la mano de Antares tras dejar salir un grito de susto.
-No tienes que gritar para que te ayuden, ¿recuerdas?- dijo Antares burlón. Amelia recuperó el equilibrio y se soltó inmediatamente. La sonrisa ruborizada de Amelia le dijo a Antares que esta chica tenía un orgullo más grande que su propio instinto de supervivencia. "Y así es como ella no es como las otras... es estúpida" pensó él.
Antares subió a la ladera pero un mal paso hizo que el suelo debajo de él colapsara completamente. La tierra seca se volvió arena y abrió paso hasta una zanja de al menos tres metros de profundidad. Amelia se alejó con velocidad del agujero, pero el derrumbe hizo que más secciones de la Sierra colapsaran bajo todos. Carina de pronto exclamó asustada mientras el suelo desaparecía bajo ella y Lyra caía al pozo. Horrorizada, Amelia vio como Carina también caía con Lyra. Freddy, Pólux, Cástor, todos perdían el piso y caían para perderse bajo el suelo. Amelia intentó lanzarse por sus hermanos con un salto poderoso, pero éste impacto la hizo debilitar el frágil suelo debajo de ella, dejándola caer abajo del suelo. En un instante, todo lo que vio fueron pilares de tierra dura como piedra que se alzaban verticalmente alrededor de ella. Logró ver el cielo nocturno y a la luna iluminando gentilmente su nueva prisión. Amelia intentó ponerse de pie, pero con un alarido notó que su tobillo probablemente estaba roto. El dolor, la desesperación y el miedo la hicieron gemir asustada. Freddy pronto empezó a llorar en algún lugar cercano a ella.
-¡Calma! - gritó Antares - ¡Calma! La tierra está extremadamente seca en esta zona. Esto sucede y colapsa. No teman, esto solo es un colapso. Pero si miran frente a ustedes, el camino se extiende a través de la sierra. - Antares encendió su linterna y como un faro la hizo alumbrar en todas direcciones. Los chicos, cada quien en su pareja, alumbraron a su vez. - Excelente. Mientras sigan juntos con su compañero, usen su luz para avanzar y llamar a otros a encontrarse. Alumbren de vez en cuando, pero no todo el tiempo. Sean pacientes y no teman; ninguna será una luz que se va. Es una luz que regresa.
-¿A dónde vamos, Antares? - dijo Carina que sonaba desesperada
-Vean al cielo. ¿Ven esas dos estrellas brillantes cerca del horizonte? Ése es Géminis. Síganlo, y saldremos de este Colapso. Usen su luz, y sean precavidos, que puede colapsar de nuevo más adelante. Manténganse cerca de la piedra; esa no colapsará.
Amelia vio que las luces de todos se alejaban. Intentó pedir ayuda, pero sabía que sólo asustaría a sus hermanos. Con dolor, se puso de pie y usó su fuerza para sostenerse en un pilar de piedra. Su tobillo no la dejaría avanzar. Intentó mirar a su alrededor, a los pasillos adyacentes en ese laberinto de piedra bajo el suelo buscando ayuda, pero fue inútil. Desesperada, sacó su linterna iluminando hacia donde estaba la voz de Antares, pero ninguna luz brilló de vuelta. Amelia sollozó sola en ese pozo, pensando en cómo salir de allí, sin que el dolor la encarcelara en esa prisión de tierra.
-¿Creíste que te dejaría? dijo Antares salido de la nada junto a ella. Él iluminó el suelo, buscando la herida de Amelia. Ella se alejó instintivamente de él cuando con una venda improvisada, comenzó a limpiar de tierra su tobillo. El dolor le recordó que Antares solo la ayudaba. Amelia dejó que en silencio él la ayudara. - Nada puede hacerte entender que también te voy a ayudar, ¿verdad? - dijo Antares con picardía. Amelia se guardó un par de lágrimas y miró a Antares detenidamente. Esos ojos oscuros se veían aún más grandes en la oscuridad. Ella se sintió avergonzada por su desconfianza a Antares.
-Es que tengo tanto miedo...- murmuró ella. Alzó su linterna hacia el camino que tenía en frente.
-No pierdas de vista esas estrellas - Antares apuntó a Géminis desde el pozo, aquella constelación que danzaba justo sobre el horizonte. Sin explosiones, el cielo se veía más claro, y por primera vez, Amelia entendió cómo se veían un millón de estrellas.
ESTÁS LEYENDO
El Fin de la Era de Acuario
FantastikEl Fin de una era... ¿estaban preparados? Por que el fin siempre será el principio, siempre que haya un nuevo amanecer esperando. Amelia vive en un mundo que se destruye lentamente. Ella y los doce niños con los que ha compartido la comida y el refu...