Las Cosas en la Balanza

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La noche terminó en el mismo silencio de la tormenta. Al calmarse la rivera, ni Amelia ni Antares tuvieron el valor de reconocer que Soleil ya no estaba. Era como si todos lo hubiesen entendido y nadie quisiera hacer algo al respecto. Admitir que ya no estaba, significaba que Amelia no los había protegido lo suficiente, y que Antares los estaba guiando a un error. Todos tenían en la cabeza un gran "Y sí..." que sólo traía culpa y lamentaciones. Ese día, nadie pudo dormir. Antares cuidaba a Carina y Lyra, junto con Pólux y Violeta. Amelia cuidaba del resto de sus hermanos, entre ellos Freddy y Grace, una chica de nueve años que hablaba poco, pero era muy inteligente y se daba cuenta de las cosas demasiado bien para su edad. El campamento improvisado en cada lado era muy diferente; Antares tenía a los niños bien entretenidos con canciones y juegos. Amelia los tenía seguros con una fogata y comida. Nadie de los niños lo decía, pero querían estar en el mismo lado que Antares y Amelia juntos. Con Amelia, la muerte de Soleil parecía nunca poder olvidarse, y con Antares, el hambre y la sed llegaban a ganarle a las canciones. 

-Me parece que podríamos hacer un intercambio, Antares- dijo Grace cansada de pensar en Soleil y la tormenta.

Y así fue como Amelia ayudó a trasladar comida al otro lado del ensanchado río usando una cesta tejida con pasto. Antares, a cambio, logró inventar un juego para entretener a los niños del otro lado. Al caer la noche, comidos y cansados de juego, decidieron Amelia y Antares no avanzar hacia Hogport. Estaban cansados y necesitaban recuperarse antes de andar. Además, ahora sí querían dormir los niños. 

...

-Necesitas dormir, Freddy - dijo Amelia por cuarta vez, intentando que el niño cerrara los ojos. 

-¿Y si vuelve a llover?- dijo el niño aterrorizado. Amelia sólo suspiraba sabiendo que la impresión de la tormenta apenas iba a empezar a causar daño. 

-Si llueve, estaremos lejos de la orilla. Y si crees que te da miedo, dame tu mano - Amelia tomó con dulzura los dedos pequeños de Freddy. - Y te llevaré a donde la tormenta no te haga nada.

Freddy durmió sin soltar la mano de Amelia. Desde su lugar, ella se aseguró que sus hermanos durmieran cerca de ella. Mentalmente repasaba su plan para despertarlos y huir en caso de tormenta. Al contarlos, notó que Grace estaba sentada, sin hacer ningún intento por dormir. Amelia creyó que ella lloraba juzgando un leve hipo que escuchaba sobre el murmullo del agua del río.

-Grace...- dijo Amelia con voz queda - Grace. ¿Estás bien? - Tras una pausa, la pequeña contestó.

-Sí - Grace sonaba apagada, como si no quisiera hablar mucho - Solo que pensaba... Creo que la pudimos salvar...

Amelia miró al suelo y luego a Grace. Ese pensamiento tampoco la dejaba dormir.

-Sí... tal vez... si no me hubiese quedado atrás con Antares... si hubiera estado unos metros  más cerca.

-Yo estaba allí, Amelia - respondió Grace - se necesitaba más que estar cerca. Pero si todos la hubiéramos ayudado a salir rápido...

-Sí... siempre hay un hubiera. - Amelia intentó no quebrar la voz frente a Grace. Debía ser fuerte - Lo lamento, Grace. Yo debo protegerlos... y ahora sé qué errores he cometido.

-Tú crees que Antares fue un error, ¿no? - Grace hizo su pregunta mirando detenidamente a Amelia con sus ojos grises. Amelia pensó de nuevo que Grace era demasiado perspicaz para su edad. Tal vez eran esos ojos grises grandes de búho que la dejaban ver más allá-

-Confío en él aunque no sepa el camino. - admitió Amelia - Sé que puede darles un mejor destino a ustedes. Sé que si lo seguimos, ustedes vivirán más felices.

El Fin de la Era de AcuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora