Luciérnagas azules |L.S|

|3|: Así llegué hasta aquí.

Harry.
Flashback

Una noche soñé que vomitaba hasta que sacaba los intestinos por la boca, desde entonces dije que no comería hasta que muriera.

Duré 3 semanas bebiendo agua y de vez en cuando compraba suero para "mantenerme con vida". Mis huesos dolían y, de mi piel, no se iba la sensación del frío.

Estaba solo en casa cuando sucedió la situación que hizo qué me llevaran al hospital y luego al psiquiatra.

Observé la hora en mi teléfono, eran las 14:05. El sol afuera deslumbraba a cualquiera y mi corazón latía demasiado rápido por lo que estaba a punto de hacer.

Miré mi cama deshecha y la tendí, primero la sabana, luego la cobija y al último una colcha azul de puntos verdes que cubría el colchón perfectamente. Barrí el piso de mi cuarto y lo trapeé sin dejar algún rastro de mugre en él. Saqué la comida del clóset, la cual había pasado días ahí dentro en bolsas de plástico o papel. Entre al baño y lo aseé meticulosamente: tire los laxantes que estaban en la cajonera del lavabo, también los diuréticos, unos cuantos cigarrillos que me habían quedado y las navajas de afeitar.

Al terminar las tareas domésticas, me quité la ropa hasta quedar totalmente desnudo en aquel baño de azulejos blancos, con algunas manchas de sarro creadas gracias a la humedad y el tiempo. Doblé cada prenda y la dejé sobre el w.c. con la esperanza de que alguien se deshiciera de todo lo que alguna vez me perteneció después de ese día.

Supiré.

El último supiro antes de meterme a una bañera llena de agua fría para quitarme lo que algunos llamaban vida.

Sonreí.

La puerta del baño estaba abierta, al igual que la ventana por la cual se colaba el aire de la calle. Mis ojos se llenaron de lágrimas una vez que el agua rodeo todo mi cuerpo, dejando libre mi cabeza. Cerré los ojos y sonreí aun más, quería reír y gritar de que al fin el día había llegado. No más hambre, no mas atracones, no más vómito, no mas burlas, no más fríos, no más... VIDA.

Podía jurar que la cara de un psicópata al haber cometido su acto no se podía comparar con mi rostro en ese momento. Solté mis brazos de la orillas de la bañera y me hundí totalmente en el agua cristalina. Nada ni nadie podía detenerme, era el suicidio perfecto que había planeado un mes antes de llevarlo a cabo.

Cerré los ojos.

No se cuando deje de respirar.

No se cuando comencé a escuchar un pitido en mi oído.

No se cuando perdí la conciencia. Creó que la perdí antes de que todo esto pasara.