Había optado por mantener el espacio personal, cosa tan difícil como privarme de unos antojosos waffles. ¿Pero desde cuando la comida era tan apetitosa y deseable como...?
¡Ya basta! Debo pensar fríamente.
Para aclararme las ideas, decidí bajar de mi habitación e ir hacia la cocina. Me fijé distraídamente en el calendario, había luna nueva hoy.
Aun no estaba acostumbrada a estar en esta casa. Extrañaba a mis hermanos, sus escándalos y todas las berrietas que armábamos jugando cualquier treta causante de lesiones menores que se les ocurriese. Suspiré, tomando el frasco de miel y una bolsa de pan, puse unas rebanadas en la tostadora y esperé.
Justamente cuando saltaron, una voz etérea llegó desde atrás a mis oídos.
—Querida Gabrielle...
Thane había logrado perturbarme durante un momento muy breve, me apacigüé rápidamente.
—Buenos días —contesté, mientras llenaba por completo mis tostadas con miel. Comencé a degustar con sorprendente voracidad.
Él permaneció impasible, me concentré en analizarlo. Tenía un porte físico impresionante, si juzgara su apariencia como una desconocida apostaría que rozaba los treinta y tantos y hacía trabajo de campo. ¿Atractivo? Sí, toda la familia lo era. ¿Intimidante pero paternal? Absolutamente. Seguía conteniendo esa extraña necesidad de tratarlo como a mi padre cuyo origen no comprendía. Cada uno de ellos me provocaba emociones que me era imposible discernir, y aún así, sabía que estaba a salvo en esa incertidumbre.
—Gabrielle... ¿Estás bien? —Interrogó Thane, tomándome del antebrazo.
Me gustaría estarlo.
— ¿Cómo puede, Sr. Amat?
Un destello de intriga surcó su expresión.
—Explícate —dijo, apartando su mano cautelosamente, yendo a parar a la pared desde donde me veía fijamente. Lucíamos como dos amigos sosteniendo una conversación delicada, donde uno se rompería en cualquier momento.
Mi rostro se mantuvo a gachas.
—El día en que mi padre murió —respiré profundamente antes de continuar—, me contó de su relación con mi madre en su juventud. ¿Cómo pudo estar con alguien como mi madre y luego permitir que su gran amigo se quedara con las migajas? No importa cuántas veces le dé vueltas, no termina de convencerme. ¿Mi padre no se valoraba lo suficiente como para resignarse a casarse con ella o hay otra cosa?
—Se lo dije a tú padre... eres demasiado perspicaz.
Nuestros ojos se encontraron al levantar mi cara de golpe. ¡Lo sabía!
—Él siempre quiso a Esmeralda, de una forma devota y protectora. Por el contrario —su semblante adoptó un temple serio—, ella aceptó el amor de mi buen amigo porque no podía tener su capricho. En efecto, hablo de mí. Si Elle y él no se hubiesen mudado, aún así, lo nuestro habría tenido un final predecible. No hay por qué lamentarse. Las cosas empiezan para terminar. Elle fue mi inicio, y te aseguro, será mi final.
Sus solemnes palabras me conmovieron.
—No siempre somos amados de vuelta, Gabrielle —suspiró cansinamente, parecía estar concentrado en algo más allá del plano donde estábamos—, no ser correspondido hace que la línea entre la bondad y la maldad sea demasiado delgada. Tú padre jamás se desvió pese a ello. Pero hay casos donde se altera terriblemente tú imagen sobre ti mismo.
—Habla como si lo hubiese vivido en carne propia, Sr. Amat —me aventuro a decir, masticando mi último bocado.
Se acercó a darme una palmadita en el hombro, como quien le explica algo a un niño.
—Un buen amigo mío y de tú padre sí, quizá puedas conocerlo más adelante —el afecto era claro en su tono, debía ser muy querido—, ahora, llevo un par de días planificando un plan de entrenamiento que aclarará tus dudas por escalas. ¿Te apuntas, Bennett?
Sonreí.
— ¿Cómo resistirme a los retos de un Amat? Prometo que los haré morder polvo.
Su risa estruendosa llenó mis oídos y me dispuse a seguirlo diligentemente fuera de la casa. Ese viernes la luz del sol seguía bañando a raudales débiles los espacios entre las hojas de los árboles, la corriente de aire era neutra y a temperatura ambiente. En un equilibrio acogedor que me hacía pensar en dibujar escenas tiernas. Sí, este clima me envenenaba el cerebro.
Se detuvo en un rincón apropiadamente espacioso, no había animales cerca a excepción de algunos insectos y estaba segura de que sí alguien moría allí, su cuerpo sería succionado tranquilamente por la tierra fértil. Estábamos en medio de la nada. Algunos troncos, guardando una distancia moderada unos de otros, tenían enredaderas asfixiándolos. No podía dejar de mirarlos sin recriminarme el no hacer nada.
—Quítalos —ordenó, tomando sus manos por detrás de su espalda. Todo rastro de paternidad se había ido, Thane emanaba cierta arrogancia que por alguna razón no encontraba desagradable.
Lo miré desconcertada. ¿Donde demonios estaba algo? ¿Por qué cuando debería estar irritando el circuito sonoro en mi cabeza no lo hace?
—Ellos necesitan tú ayuda. Le encomendé a Bret entregar un mensaje un tanto lejos de aquí, claramente le prohibí interrumpirnos. No importa cuánto le hables, no responderá. Concéntrate en tú cuerpo y el medio externo, en la relación entre ambos. Estos parásitos que los cubren les están robando la vida. Cuanto más los veas, mayor será la sensación de que te quedas sin oxígeno. Porque estamos conectados a la tierra que pisamos... así nos crearon—explicó elocuente, sin perderse de vista mi reacción ante la falta de aire—, tú trabajo no es tan sencillo, estas enredaderas son gruesas y están fuertemente aferradas hace un tiempo, las reservé especialmente para ti, así que, ¿vas a quedarte ahí o vas a salvarlos?
Att: Red.
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El Hilo Irrompible © ~EDITANDO~
FantasyPortada by. @Mayra_Tegue @CreaturesForest Ella tenía todo lo que quería, ¿eso existía realmente? Pronto los sucesos en su pueblo dan un giro abismal y descubre que había estado viviendo una farsa, rodeada de muchos secretos guardados por las persona...