Capítulo 22

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Nobody's home - Avril Lavigne




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Naruto recostó su espalda en el amplio respaldar de su enorme silla de cuero. Eran las nueve de la noche y todavía continuaba en las inmediaciones de su conglomerado trabajando. Era lo mejor que podía hacer para evitar sus monstruosos pensamientos y ese presentimiento molesto que a veces le apretaba la garganta. Toda ella estaba por todas partes, borrarla de su vida había sido inútil y ya se había resignado. Cerró la Mac y tomó su saco, qué más daba trabajar hasta el agotamiento si al final terminaba o soñándola, o revolcándose en el insomnio.

Salió de Grupo Uzumaki y subió a su Ferrari, le dolían los hombros y su espalda estaba tensa, pero ni el mejor de los masajes conseguiría alejar el estrés de su vida. Condujo en silencio hasta el Centre Point y estacionó su auto dentro del estacionamiento subterráneo exclusivo de los inquilinos del edificio.

Suspiró.

Esa sería otra larga noche.

Estaba por tocar el botón del ascensor cuando una voz lo interrumpió y vio a Sakura acercarse. No sonrió, Sasuke le había llamado y le había hecho sentir el peor de los amigos, a pesar de que le había explicado el por qué de ese compromiso, su amigo de igual forma cortó con su amistad. No lo entendía, Sasuke tenía todas las noches a una mujer diferente en su cama y aun así se ofendía porque él quería ayudar a su vieja amiga.

― ¿Te interrumpo? ―preguntó la pelirrosa.

―Pensaba tomar una copa y no sé, ver una película.

― ¿Puedo acompañarte? La verdad es que... no me siento bien estando sola en estos momentos.

Naruto comprendió porqué, si bien Sakura no quería saber nada de Sasuke, muy en el fondo sabía que sus sentimientos por él estaban intactos. Su mejor amigo había empeorado desde que se anuncio el compromiso entre ellos dos, pavoneándose hasta con dos mujeres a la vez.

Mientras él prefería la soledad y el trabajo, Sasuke las putas y el sexo.

―Claro.

Subieron al ascensor en silencio y él marcó el código de su ático. Una vez dentro su amiga se puso cómoda en uno de los sofás mientras él servía dos copas de vino blanco. Embriagarse había sido su plan, pero con ella ahí prefería mejor abstenerse.

―Mañana mi papá quiere que almorcemos en su casa ¿podrás? ―Le preguntó ella después de que le pasara su copa.

―Claro, no tengo ningún problema ―Puso el teatro en casa y buscó alguna película de acción, las de guerra eran sus preferidas y cuando encontró una no tardó en ponerla.

Ambos empezaron a verla en silencio.

Desde que anunció su compromiso, las cosas se habían dificultado. Karin se había vuelto literalmente loca sin importar que se lo hubiera explicado, su madre no había pronunciado una palabra al respecto, pero era consciente que no le hacía nada de gracia. Sin embargo, lo que realmente dominaba sus pensamientos era sí ella lo sabría ya y cual había sido su reacción. Era un puto fatalista, por supuesto que le había importado un bledo.

ANGEL - NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora