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Ana

Aún escucho su voz,
cada tarde en el café,
cada noche de calor,
cada cita en el chalé.

Aún siento sus abrazos con el viento frío,
con el fuego ardiente,
con el calor de la muerte.

Aún veo su rostro,
en el espejo cada mañana,
en la báscula en la tarde,
y en la cena en la noche.

Y me queda su sabor,
con cada bocado
sea dulce o salado.

No sé si lo superaré,
pues su voz me hace falta,
junto con su alegria
cada vez que otro hueso sobresalía.

Yo la amaba,
pues su voz me reconfortaba.
Ignoraba que también me hería
y poco a poco me destruía.

Tanto la amé que morí por ella,
por ganarme su amor,
por rogar su perdon al ingerir alimento
y se volvió mi tormento,
gracias a el ya no siento.

>>Tú no vales nada<<
cada día me decías
>>¡Tú no vales nada!<<
con tu voz repetías.

Lo siento Ana,
yo ya no puedo con esto,
perdoname mi amor
pero debo pedirte que te alejes de mí.

Vete lejos, muy lejos...

Y así, aunque cada mañana te espere.
Y así, aunque la culpa en mí solo aumente.
Así y solo así yo podré ser libre.

Me quitaste todo,
mis amigos, mi familia,
mi tiempo, mi alegria,
y casi... logras quitarme mi vida.

No deja de doler cariño,
aún me siento sucia y patética,
pero sé que no debemos estar juntos.

Tú traes muerte y yo... creo que prefiero la vida.

Me despido Ana,
te perdono aunque duela,
pero sobretodo sé que me perdono..

..Ana

Pensamientos De MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora