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De las cenizas, nació una mujer


No sabes cuánto daño me hiciste,
no sabes cuánto dolieron las marcas que dejaste en mi piel
y aún así,
no se comparan a las que hiciste en mi memoria.

Aún te recuerdo,
recuerdo tus manos recorriendo mi piel,
tus uñas clavarse en mis brazos, sosteniéndome con brusquedad
evitando que escapara,
y tu boca silenciando todos mis gritos.

No te importo cuántas veces me negué,
porque si,
aún estando en mi estado,
no quería que me cazaras cuál depredador salvaje,
y aún así, no te importó.

No hizo la más mínima mella en tu conciencia,
no evitó que violaras a una niña de doce años.

Tus manos acariciando y apretando cada espacio de mi piel,
tus ojos reflejando el deseo más banal que puede haber,
tus dedos adentrándose en lugares que ni siquiera yo me había atrevido a explorar.

Me usaste cuál trozo de carne,
jugaste conmigo como estoy segura
jugaste con muchas.

Quizás tu ya me olvidaste,
pero todos los baños que he tomado
intentando inútilmente de borrar tus huellas,
demuestran que yo no he hecho lo mismo.

Y dime, cómo olvidarlo?
en ese momento
me arrancaste el título de persona,
al mismo tiempo que lo hiciste con mi ropa,
la cual nunca tuve el valor de usar una vez más.

Y sabes qué es lo peor,
que a los ojos de la gente
la única culpable aquí soy yo.

Yo solo quería vivir mi vida como una niña normal.
Acaso fue culpa de la ropa por no cubrirme de la cabeza a los pies?
o quizás de la hora?
porque aviso, no eran siquiera las diez,
quizás fue culpa de mi madre?
por criar a una hija irresponsable,
por dejarme salir,
por no ir conmigo,
cuando ella seguía trabajando como todos los días
sin imaginarse el infierno que se desataba en aquella esquina.

No fue su culpa,
no fue la mía.
Fue la tuya,
por creer que te pertenecía.
Por tomar derecho sobre mi cuerpo.
Por quitarme la inocencia de una infante que nunca pudo regresar.

Pero de las cenizas en que me dejaste
nació una mujer fuerte,
una mujer que quiere ser la última
y que no se rendirá hasta conocer a quien lo sea.

No te odio,
odiar es perder mi tiempo,
o eso me gustaría decir,
porque te deseo el peor dolor que ni siquiera logres imaginar,
sí, ese que me hiciste sentir a mí.

Espero que nos volvamos a ver,
sí, en el infierno.
Dónde tú y los que son igual a ti
deben estar.





El vídeo en la parte de arriba es un poema similar escrito por otra chica, me gustó y decidí compartirlo.

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