Capítulo VI: Perdón, carnal. La costumbre

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—Entonces, ¿como se llamarán estos niños?

La pregunta de Piroluletta saco a Dice de lo que estuviera haciendo en estos momentos. Nunca había pensado en eso, él y el jefe solo los llamaban mocosos o engendros, y eso que ya llevaban apenas una semana con ellos

—No lo sé -Le respondió, mirando los papeles de registro del casino mientras se tomaba una margarita, tratando de disimular que el tema no le interesa en lo absoluto-

—¿¡Podemos ponerle nombres!?

Y para colmo llegan los gemelos domino

—Hagan lo que quieran -Se encoge de hombros. Ahora mismo estaba muy ocupado como para pensar en nombres para aquellos engendros-

—¡Si! -Festejaron los hermanos, mirando a los niños jugar ellos solos en lo que era la sala de descanso de los empleados-

—¡Hey! ¡A mí también me gustaría ponerles nombre!

No por favor, ahora no

—Claro, Chimes . Yo también aportaré -Dijo por último Piroluletta-

Fue así como los hermanos y los dos mayores se sentaron al rededor de ambos bebés

Dice tan solo los veía, fingiendo estar concentrado en sus papeles

—¿Qué tal Red y Blue? -Dijo Chimes-

—Es una buena id-

—¿Son estúpidos? No les pondremos esos nombres

La interrupción de Dice a Piroluletta fue algo impresionante para todos. Los presentes giraron a ver al dado con asombro, pero este seguía enfocado en los documentos en sus manos, tomando su bebida como si de café se tratase

—Eh... Bueno... -Decidio Pip romper el extraño silencio que se creó en la sala- Busquemos otro

—Oh, ¿qué tal taza y jarra? -Hablo su hermano. Todos estaban a punto de apoyar o decir algo más, sino fuera por otra persona-

—No

Si. King Dice

—Eh... ¿Usted les quiere poner un nombre, King Dice? -Le pregunto Piroluletta a su superior-

—No. No me interesa para nada

Después de ello, todo el mundo calló

Al final, nunca se discutió por los nombres de los niños

&

Dice estaba más cansado mentalmente que físico. Sabía que le había dicho su jefe que se tomará unas vacaciones, pero la costumbre no lo dejaba; tenía que hacer algo si o si en el casino que no sea cuidar de dos engendros

Una vez procurará dormir a los dos mocosos y terminara de revisar todos los documentos, fue directo a su cuarto con ambos niños en brazos

Ellos tenían una cuna en su cuarto. Cortesía de su majestad, el Diablo

Dice no pudo evitar reír ante su pensamiento

—¿De que te ríes?

Se sobresalto al escuchar detrás de él la voz de su jefe. Rápidamente volteo, despertando a ambos bebés en el proceso

—Ah, jefe. Bienvemido. ¿Como le fue?

—Ese maldito canalla de cliente estaba haciendo trampa. No solo eso, todos le apoyaban en que no lo hacía cuando lo descubrí; incinere el lugar ante lo mentirosos que son

El dado no había notado el traje de etiqueta negro que se había puesto, haciéndolo sentir extraño. El Diablo nunca se ponía ropa, y era muy rara la ocasión cuando lo hacía

Se veía bien

—¿Que tanto miras?

Mierda. No había notado el tiempo en que se quedó mirándolo

Solo desvió la mirada, rezando de que no tuviera algún sonrojo en su cara

—Eh... Nada... Yo solo...

—Dime la verdad, Dice

Este se sobresalto un poco al tener tan cerca a Diablo, exigiendo una explicación para algo tan absurdo: obviamente no se la daría

—No es nada, señor...

Y el que tenga su respiración tan cerca, rozando sus mejillas, le hacía entrar en un calor bochornoso

—Dice

—Señor...

Poco a poco acercaban sus rostros, chocando respiraciones, con el sonrojo de Dice aumentando

Eso, hasta que Diablo sintió el como le pegaban al rostro

—¿¡Pero que mierda...!?

Se alejó, sobando su nariz adolorida por el golpe

Mientras que los niños, en brazos del dado, reían sin comprender que habría hecho. En especial la taza rojiza

—¡Maldita sea, Cuphead! -Gruño, alzando al niño de sus ropas hacia su altura, mostrando sus ojos de serpiente-

Un momento... ¿Como lo había llamado?

—Eh... Señor... ¿Como dijo?

—¿¡Como dije de que!?

Ahora la taza rojiza comenzó a llorar, alzando los brazos hacia el dado

—¿Le llamo Cuphead?

—Si, ¿tienes alguna queja?

Dice calló ante ello

Con que Cuphead, ¿eh? ¿Entonces cómo sería el otro?

Y como si el Diablo leyera sus pensamientos, habló

—El otro engendro es Mugman. Le puse los nombres apenas

Eso sí lo había impresionado

—No siempre voy a llamarlos de otra forma, aunque no estaría mal los nombres Engendro y Mocoso

Y ambos niños comenzaron a llorar, irritando aún más al Diablo

—Andando -Ordeno Diablo, agarrando de la espalda al dado y yendo junto con él a su habitación-

—Eh, señor. ¿Que va a hacer? -Pregunto algo nervioso. Casi nunca su jefe entraba a su cuarto-

—Ayudarte a dormirlos. No quiero desvelarme por berridos sin sentido

Dice iba a potrestar, pero se calló al tener más posibilidades de hacerlos dormir temprano al igual que él. No que quedaría al ver que ganaba más

Esa noche, ambos se la pasaron tratando de dormir a los bebés. Cosa que lograron en unas dos horas

Esa noche, Dice durmió en su cama, mientras que el Diablo lo veía dormir sentado en un sillón

Esa noche, a Diablo le gusto el suave dormir del dado y la agradable sensación que se creaba en aquel ambiente

Comenzaba a irritarlo

Comenzó a agarrar costumbre

Los hijos del diablo... ¿Y el dado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora