Capítulo XII: Y entonces morí... pero sobreviví.

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Escuchaba ruido a su alrededor. Pasos, voces, cosas chocando, murmuros y luego gritos. Eso fue suficiente para hacerle volver a doler la cabeza, frunciendo de su ceño y soltando un gruñido interno. ¿Es que acaso en su lecho de muerte no puede estar en paz? Decidió por fin despertar lentamente, a sabiendas que si él no ponía orden en el casino todo se vendría abajo.

Cuando abrió de sus ojos sintió la luz darle de lleno, parpadeando para acostumbrarse a esta. El insistente dolor aumentó y pronto sintió una horrible sensación por todo su cuerpo, acalambrado sus extremidades y haciéndole quejar por lo bajo. Su tormento yacía sobre su costado, su cabeza, su hombro y sus piernas, más bien, no había lugar donde no doliera. Reviso de su cuerpo, notando los vendajes en dichos lugares; sobre su costado yacía una venda manchada ligeramente de sangre seca. ¿Cuánto tiempo había pasado? Tomó de su cabeza y decidió sentarse. ¿Estaba sobre su cama? Notó de inmediato su cuarto, la luz prendida y varias cosas de medicina a un lado sobre su buró. Quería creer que llamaron a un doctor para que lo revisará, esperaba tomar algún analgésico después.

- Dada.

Se sobresaltó, volteando rápidamente hacía la otra orilla de la cama. Parpadeo confundido cuando una cabecita y dos manitas se aferraban a sus sábanas, notando de inmediato aquellos ojos azules y esa nariz que reconocería en cualquier lado: Mugman se mostraba con una expresión confusa, aferrado a la orilla del lecho, mirando al dado de una forma bastante desconcertada, y Dice lo miraba igual.

- ¿Mugman?

El niño, ante su llamado, sus ojitos empezaron a aguardarse. Ver por fin despierto a su tutor le hizo alegrarle como nunca antes, sollozando e hipando por lo bajo. Su protector estaba bien, despierto y mirándolo ahora. Él estaba bien y estaba feliz por ello. Pese a no entender mucho lo que había pasado, el poder ver por fin despierto al dado le hizo recordar los sucesos pasados, así que no tardó mucho en volver a llorar por lo bajo, intentando subirse a la cama para llegar con su mayor.

- Dada... Dada...

- Mugman, Mugman. Espera, te vas a caer.

Dice tuvo que moverse a la orilla, pero apenas querer arrastrase sobre las sabanas todo su cuerpo grito agonía por todas partes, quejándose por lo bajo. ¿En verdad estaba tan mal? Maldición. No quería ni pensar en la pila de papeles que le esperaban una vez saliese de la cama.

- Jefe.

Dijo Mugman, llamando nuevamente la atención del dado. El niño pareció entender lo que sucedía, así que se alejó pronto de la cama, y entre pasos temblorosos y descuidados llegó a la puerta entreabierta para salir del cuarto, dejando solo al dado.

Dice intentaba procesar lo que había visto. ¿Acaso Mugman acaba... Acaba de caminar? ¿Qué demonios? ¿¡Camino desde la cama hasta la puerta y por el pasillo!?

¿¡Cuánto tiempo estuvo dormido!?

Escucho pasitos devuelta al cuarto, intentando salir del pequeño shock. Cuando alzó de su mirada era nuevamente Mugman, pero ahora sosteniendo de la mano de Cuphead y yendo ambos hacía su cama en pasos inexpertos y torpes.

¿¡No solo Mugman aprendió a caminar!? ¿¡Cuphead también!?

- ¡Dice!

Llamó Cuphead, con la misma reacción de su hermano por sus ojos soltar lágrimas y queriendo subirse a su cama. Ahora se podían escuchar hipidos y sollozos de ambos niños que trataban de llegar a su cuidador para volver a sentir de su calor y alejar el miedo que sintieron. Estaban tan felices de ver despierto al dado, creyendo en su pequeña mente de niño que no lo volverían a ver de nuevo.

- Pero... Pueden caminar.

- ¡Diceee!

- ¡Espera, espera! ¿¡Cuando aprendieron a caminar!?

Los hijos del diablo... ¿Y el dado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora