Capítulo 12

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Dos horas antes, en la casa de César.

—Vamos, contesta la puta madre —César le hablaba a su celular, estaba encerrado en el baño escondiéndose de Camila, haciendo una llamada a Raúl. 

—¿Hola?

—¡Raúl! Qué bueno que contestas, amigo del alma... Hazme un favor.

—César... Dime.

—Necesito que salgas de tu casa y vayas a algún lugar... Cualquier lugar así medio tenebroso.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó confundido.

—Es que... Cómo te explico... —daba vueltas buscando las palabras adecuadas para explicar su situación—. Camila y yo estamos fuera de tu casa.

—Espera... ¿Qué? ¿Qué hacen fuera de mi casa? —interrogó confundido.

—En resumen, Camila cree que eres un hombre lobo, y te seguimos desde la salida. Estamos en mi casa, frente a tu casa... Observándote. Sé que suena extraño, fue todo idea de Camila... Y pues no pasa nada —soltó una risa nerviosa.

—¿Qué esperaban?

—¿Ver tu transformación? No sé...

—Estoy harto de todo eso... Y estoy seguro que es tu culpa, seguro tú le metiste esas cosas en la cabeza, solo tú sabes más que nadie como me decían cuando era pequeño, cómo me molestaban... ¿Y le dijiste todo eso a Camila? —Raúl se oía furioso al otro lado de la línea.

—Bueno sí... Perdón, perdón, perdón —suplicó César sumamente avergonzado—. Pero es que Camila no se va a ir hasta sentirse satisfecha, y yo ya tengo frío y sueño. Estoy cansado de ella... Vamos amigo ¡Sal! ¡A cualquier lugar! Uno tenebroso, así que de aunque sea un poquito de miedo, con eso estoy seguro que se caga y vuelve a casa.

—¿Quieres asustar a Camila?

—Pues... Sí, ya que estamos...

—Bueno, voy a salir —respondió sorpresivamente.

—¿En serio? —preguntó de nuevo totalmente incrédulo.

—Sí, en serio.

—¡Oh Dios! ¡Eres la polla! Sabía que eras un gran amigo y estabas para los compas a toda hora, Raúl, cuando quieras me di...

—Iré al cementerio —interrumpió en seco Raúl. 

—Sí, sí claro. ¡Qué gran idea! En serio eres la polla con cebolla ¡Gracias hermano! No te olvides de... Una vez dentro darle un susto para enseñarle a no espiar a las personas ¿Está bien?

Raúl cortó la llamada. César lo tomó como un sí, sabe que el chico no es de muchas palabras... Salió sonriente del baño, se vengaría de Camila por haberlo tenido en contra de su voluntad siguiendo un plan sin futuro por horas. Aunque en el fondo sabe que es su culpa que ella crea esas tonterías. No debió habérselas contado... Pero en este momento ya no había manera de convencerla a renunciar, solo quedaba esta opción. Asustarla para que se rinda.

César ya estaba contento, tenía lo que necesitaba. Raúl estaba cooperando, y además podría hacerle la broma de su vida... Ahora el emocionado era César.

Cuando Camila quiso abandonar fue él quien la animó a entrar, no podía esperar a ver lo cagada que saldría. ¡Nunca más se le ocurriría andar de curiosa tras la gente! Y menos a arrastrarlo consigo... 

Mientras se hallaba a la entrada del cementerio, oculto tras una cabina teléfonica, no podía dejar de reírse en voz baja imaginando los distintos escenarios en los que podría suceder, y las caras que podría llegar a poner.

HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora