Las joyas del vampiro

El escape

Los días pasaban demasiado rápido, en un cerrar de ojos se volvían semanas, ya faltaban quince días para ese cruel compromiso, yo cada vez me sentía más nerviosa, no tenía ni idea de lo que haría, tal vez podría buscar un trabajo de institutriz, donde me pagaran más, Don Jorge me había enseñado muy bien a leer y escribir, también en sus tiempos libres me enseñaba a tocar el piano, el planeaba enseñarme a hablar inglés, al parecer todavía no aceptaba el hecho de que pronto me iría, o tal vez no tomaba en cuenta la fecha limite así como yo. 

Mientras pasaba el tiempo, las cosas se ponían más escalofriantes, el animal había vuelto a atacar, cada vez se acercaba más al pueblo, la gente tenía miedo, porque ahora estaban apareciendo cadáveres de personas, ya nadie quería salir después del atardecer, todos se encerraban bajo llave y se ponían a rezar, quienes salían era bajo su propio riesgo, ya que a la mañana siguiente aparecían muertos. 

Un día antes de ir a visitar a mis padres, yo entré a la oficina de Don Jorge, yo lo estaba buscando porque me tocaba clase de piano y ya que no estaba en el salón de música, supuse que estaba ahí, toqué la puerta antes de entrar, él estaba sentado atrás del escritorio, como siempre estaba leyendo -Perdón por molestarlo, creí que estaba en el salón de música- 

-descuida, ya me dirigía hacia allá pero perdí la noción del tiempo- yo estaba a punto de salir para esperarlo en el salón de música, pero me detuvo antes de que abriera la puerta. -Jane, antes de tu clase, o de que pasé algo más, quiero hablar contigo de algo importante- él estaba muy serio, pero no tenía ni idea de lo que quería hablar. 

-Claro Don Jorge- me senté en el sillón que estaba enfrente de su escritorio, el volvió a su lugar, yo nunca había visto que era lo que estaba detrás de ese escritorio, siempre procuraba no rebuscar tanto, ya que eso parecería que estaba buscando algo más. De repente sacó una enorme caja de metal que estaba debajo de su escritorio, era grande y de color negro, tenía una pequeña palanca de color bronce con otra que parecía un botón demasiado grande, Don Jorge le dio vueltas al enorme botón, no supe cuántas vueltas fueron o para que lo hacía pero al final bajo la palanca y la caja se abrió. 

Don Jorge sacó unos papeles y unos montones de billetes empaquetados, los acomodo en una pequeña montaña, era demasiado dinero, incluso demasiado como para tenerlo guardado en su casa donde cualquiera podría sacarlos, claro, sería fácil solo para quien pudiera abrir la caja, tal vez por eso los tenía tan confiadamente guardados ahí. -Como podrás saber Jane, o como te habrás imaginado, yo soy dueño de muchas propiedades de muchos lugares no solo de aquí, soy dueño de otras haciendas en otros lugares del país, tú me has servido mucho, me has sido muy leal y de gran confianza, de cierta manera te has vuelto como mi hija y te estimo demasiado como para permitirme verte sufrir, para mí esto no es mucho, es solo un pequeño regalo que quiero que tengas, espero que te sirva de algo por un tiempo, aunque conociéndote a cómo eres, tal vez y lo hagas florecer en muy poco tiempo- 

-¿A qué se refiere Don Jorge? ¿Qué clase de regalo?- yo estaba impresionada, no sabía a qué se refería, que clase de regalo, yo no necesitaba nada, no necesitaba regalos de parte de él, él ya me había ayudado mucho en estos casi dos meses, algo más sería una exageración. 

-te regalaré esto- saco unos papales, las hojas eran muy grandes- son las escrituras de una pequeña hacienda que tengo en puebla, está muy lejos, será un viaje de más de una semana, así que le diré a Mauricio, mi nuevo chofer, que te lleve hasta allá, no tienes nada de qué preocuparte, ya que a él le cortaron la lengua unos bandidos, él es mudo y tampoco sabe escribir, así que será imposible que él diga algo, además de que él no es de por aquí, nadie lo conoce- yo estaba impactada, estaba en shock, estaba muy feliz, pero a la vez había enmudecido de la emoción, así que solo me levanté de un salto y abrase de la cintura a Don Jorge, era el mejor regalo que había recibido, el único mejor dicho.