Amigos

18 0 0
                                    

Tocaron a mi puerta y guarde rápidamente el libro dentro del baúl le coloque el candado y regrese a mi lugar fingiendo que acababa de despertar, no había notado el momento en que había salido el sol, ya debían de pasar de las ocho de la mañana, estaba tan concentrada en mi lectura que no pude prestarle mi atención a nada más. 

Aurora y Eli entraron a mi cuarto con todo lo necesario para darme un baño. -¿Y el desayuno?- estaba acostumbrada a pedir las cosas solo cuando yo las quisiera y lo que siempre quería al despertar era el desayuno, pero supuse que ellas lo sabían, no dijeron ni una sola palabra, se quedaron pálidas ante mi reclamo. 

-emmm... se-señorita Jane creíamos que primero desearía refrescarse un poco y que después gustaría bajar al comedor para el desayuno- Aurora estaba demasiado nerviosa, como si hubiera cometido el peor de los errores. 

-Aurora me temo que no es así, me gusta recibir el desayuno en mi habitación, también que toquen la puerta antes de entrar y si no les doy el pase o se dan cuenta de que sigo dormida, es mejor que me dejen seguir durmiendo ¿de acuerdo?- su piel se veía todavía más pálida, al parecer ella estaba acostumbrada a que las cosas se hicieran a su ritmo pero conmigo no, las cosas se harían a mi manera. 

-s-si Señorita Jane, discúlpenos, no volverá a pasar, de inmediato le traeremos su desayuno y disculpe la interrupción- dejaron las cosas a un lado y salieron como si las persiguiera el diablo, yo aproveche y me di un baño cómodamente, me puse uno de los vestidos que Don Jorge me había dado, era de color celeste y de caída moderada, junto con los zapatos de mi antiguo uniforme, ya que siempre eran muy cómodos, me recogí el cabello a la mitad dejándolo medio suelto. 

Aurora y Eli volvieron con el desayuno, al parecer se sorprendieron de verme arreglada, me senté junto a mi cama y comencé a desayunar mientras ellas arreglaban la habitación, tomé mi bolsa y fui hacia la sala. 

-Buenos días señorita Jane, ya trajeron las invitaciones, ¿ya decidió a quienes piensa invitar?-

-yo no conozco a nadie así que supongo que sería bueno invitar a todas las personas de por aquí, así que invítalos a todos, también no olvides invitar a familias de buena posición que se encuentren cerca- una fiesta siempre era buena para comenzar buenos negocios además de que tendría que aprovechar la oportunidad y evitaría viajes por un tiempo. 

-De acuerdo señorita, ¿se le ofrece algo más?- 

-Sí, quiero que le digas a Mauricio que se prepare para llevarme a los campos, quiero ver cómo van las cosas y ¿porque Santiago no ha venido si se supone que estaría aquí desde ayer?- 

-De inmediato mando entregar las invitaciones y le digo a Mauricio que este en la entrada cuanto antes- Me quedé observando el retrato de Don Jorge y Raquel, era muy lindo verlos juntos, no había notado el momento en que Alfredo había vuelto a la habitación. -Señorita, Mauricio ya está afuera- 

-Sí, ya voy para allá- Mauricio ya estaba con la puerta abierta lista para mi entrada –Buenos días Mauricio, quiero ir a los campos y después quiero que me lleves con una modista ¿de acuerdo?- el hizo un ademan con el brazo, fuimos primero a donde se encontraban los campos, todavía no llegaba pero a lo lejos pude notar que un hombre que se encontraba sobre un caballo le estaba gritando a varios de los trabajadores, le pedí a Mauricio que procurara no llamar la atención y que se detuviera antes, me bajé yo sola y me dirigí hacia el grupo de hombres. 

Sin importarle mi presencia o al parecer el hombre del caballo no lo había notado, el seguía gritando y maldiciendo, hasta que decidí ponerle un alto. -Buenos días a todos- voltearon a mirarme anonadados, al parecer no me conocían pero si se imaginaban quien era –A ver... quiero que me digan cual es el problema- nadie dijo nada estaban completamente callados hasta que el hombre del caballo hablo. 

Las joyas del vampiroWhere stories live. Discover now