Cae la nieve

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Marco vio a Tom primero, luego a Nieve padre, y casi al mismo tiempo vio el hacha de hielo que estaba por hacer caer sobre el cuello del príncipe. Actuó por instinto más que otra cosa, aunque tuvo el buen tino de aferrar el mango del hacha para que no hiriese a Tom.

Su entrenamiento en karate le hizo saber en dónde golpear para lograr llevar a Nieve al suelo y, una vez allí, llamó a los huesos, con más ganas de las que había usado para apresar a Lamia. Quería golpear a Nieve, pero en estos momentos tenía otras cosas más importantes que hacer. Cuando un grupo de soldados llegó a su lado, dejó al otro atrapado en el suelo y voló hacia donde había visto a Tom. Star estaba terminando de cortar las cuerdas y las correas, pero aún le faltaban las cadenas.

Sus manos fueron hacia los grilletes y tiró, tiró en direcciones opuestas hasta que el grillete se rompió, y luego fue a por otro y otro más, mientras Star rompía otros y los soldados del reino de Mewni entraban a raudales en el escondite de Nieve, o lo que sea que fuese. Cuando el demonio estuvo libre, Marco lo cargó en brazos.

-¿Marco?

La voz de Tom lo detuvo en seco y le hizo mirarle, por primera vez en la última hora, a los ojos, y Marco no lo pensó siquiera. Le tomó un lado del rostro e inclino la cabeza. La adrenalina y el alivio le corrían por la sangre, y el sentir a Tom allí, vivo, besándolo, casi lo hizo llorar. No era seguro, pero él sólo quería cerciorarse, y hacer entender, que los dos estaban allí, vivos.

Tom tardó unos segundos en comprender que sí, que Marco estaba allí, y que no estaba soñando. Levantó una mano y la llevó a la nuca del otro muchacho, casi temblando, mientras una oleada de calor lo bañaba como si estuviera en una terma en el medio de la nieve. Sintió que el vacío se hacía pedazos, y que el fuego volvía a arder dentro de él.

Y fuera.

-Vamos a por el bastardo- dijo, rompiendo al beso en medio de sus llamas, y mirando a Marco a los ojos, unos ojos escarlata, del color de la sangre.

.-.

Una avalancha cayó en la sala, y los soldados de Mewni retrocedieron, rompiendo la formación y el círculo que había alrededor de Nieve. Gigantescos bloques de hielo atravesaron la superficie blanca, como rocas en el medio de un mar embravecido, y Star tuvo que lanzar un chorro de agua termal de las náyades para contrarrestar el ataque.

-¡Lamia!- la voz de Nieve chirriaba con furia -¿Dónde estás, maldita serpiente? ¡No me dijiste nada de esto!

La sala en donde estaban era tan grande como un estadio de fútbol, y una tormenta de nieve se desató allí, cubriéndolo todo de un manto blanco aullante que cortaba. Los trozos de hielo empezaron a unirse, y en las oleadas de nieve había algunas que formaban algo demasiado parecido a un yeti. La sala se llenó de gruñidos y aullidos, cuando lobos y osos de hielo y nieve se lanzaron contra el grupo. Star retrocedió hasta llegar a ellos, y lo mismo hizo el resto de los soldados de Mewni.

-¡Necesitamos refuerzos!- dijo Star.

-¡Si nos vamos ahora, Nieve escapará!- le dijo Tom a Marco, quien estaba demasiado quieto, observando la tormenta.

El muchacho asintió, y levantó una mano, desgarrando parte de la realidad y abriendo un portal hacia un sitio tórrido que Tom reconoció enseguida. Sonrió y, con la voz que usaba cuando quería hacer respetar su autoridad, ordenó a todos los soldados del infierno que estaban entrenando en las barracas que viniesen a unirse a una batalla real.

Hasta los huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora