Navidad en varias camas

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-Marco, ¿qué te has puesto hoy?- preguntó Star, tapándose la nariz.

-¿Puesto?- el muchacho la miró, en la mesa del desayuno del día anterior a la Nochebuena.

-Sí.Hueles raro. Y no es un olor bonito.

-A ver- dijo su madre, y olisqueó a su hijo –Pues nada, sigues oliendo a chico bonito.

-¡Mamá!

-Si es la verdad, hijo- intervino su padre –Ya veo que en un par de años algunas chicas van a empezar a mirarte con otros ojos.

-Papá...

-O algún que otro chico, bueno, no te vamos a querer menos si es así.

-¡Papá!

Star se rió por lo bajo.

-Star, no lo animes. Después se lo van a creer.

Su madre dejó escapar una risita.

Marco la miró.

-Bueno,¿qué pasa en esta casa?

-Cosas. Cosas como preparar la cena de Navidad- dijo su madre, llevando a la mesa un plato con panqueques. Lo puso en el centro de la mesa, y Star se sirvió unos cuantos –Y necesito que toda la gente de aquí ayude. Si no, no vale.

-Bueno-Marco dio un mordisco a su panqueque. Aún podía sentirle el mismo gusto de siempre, lo que era bueno. ¿Qué pasaría su tenía que alimentarse de almas, o cosas así? Tom parecía poder sobrevivir a comida humana, al menos por unos días. Se rascó, distraído, la espalda. Se había despertado con picazón y no dejaba de molestarle-¿Qué me toca a mí?

-A ti, ir a por algunos ingredientes para los postres. Star, tú irás con Rafael. Va a necesitar ayuda con las bebidas y lo que me falta para la cena. Así, dividiendo tareas, llegaremos a tiempo. Después,si quieren, tú y Marco podrán salir a jugar, pero primero, la comida.

-Oh, bueno- la chica miró al señor Díaz, quien le guiñó el ojo y miró hacia su hijo, con un dedo sobre su sonriente boca. Entendió enseguida -¿Estás seguro que podrás sobrevivir sin mí, Marco?

-He sobrevivido hasta ahora. Y tengo mi equipo de primeros auxilios, por si pasa algo.

.-.

-¿Dónde se supone que encuentre el chocolate con toffe nórdico?- preguntó el muchacho, luego de pasar por la sexta tienda de comestibles. Había logrado comprar todo lo de la lista, menos eso, y ya estaba por llegar el mediodía -He buscado por media ciudad, mamá, y no lo encuentro.

-Es ese que trajiste de regalo con tu abrigo- respondió la señora Díaz-¿Te acuerdas?

Marco hizo memoria. Sí, le habían dado algo extra además del abrigo que estaba usando, unos chocolates. Se había olvidado de eso por lo de su transformación, y se mordió el labio. ¿Debería decírselo a sus padres? ¿Cómo reaccionarían?

-¿Marco?

-Oh,sí, ahora me acuerdo- dijo el muchacho, volviendo a la realidad –Me olvidé de eso. Ahora voy a ir a buscarlo.

-Cuídate, hijo- le pidió su madre, con voz preocupada.

Detestaba preocuparla.

Enfiló hacia el parque de Juan Nieve, preguntándose cómo iba a decírselo a sus padres, si es que algún día se animaba a hacerlo.

.-.

El parque estaba lleno.

Las colas en las atracciones eran rápidas, y había gente animando a los niños que esperaban. Marco no escuchó ni un lloriqueo en su camino hacia la tienda de dulces que indicaba el mapa. Tenía forma de copo de nieve, y estaba dividido en dos: por un lado, la dulcería para niños, llena de colores y dulces sin azúcar, para personas celíacas, diabéticas, bajas calorías o hechas a base de verduras.Por el otro, la chocolatería, que incluía bombones de licor,chocolates europeos y pastelería de tres continentes, además de un café con media docena de mesas.

Hasta los huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora