Capítulo extra: Noche del baile, segunda parte

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Una mano de color violeta claro se deslizaba por su costado.

Marco tenía las endorfinas corriendo por su cuerpo, aunque a un ritmo menos frenético que diez minutos antes. No había nada que lo cubriese, y no sentía que hubiese nada malo en eso, nada de lo que preocuparse. Existían ellos, la cama y poco más allá en ese momento.

-¿Por qué no recuestas la cabeza?- preguntó, de pronto, al ver que Tom se mantenía erguido sobre una mano.

-Bueno, por esto- dijo Tom, y señaló sus cuernos –No se doblan.

-¿Son duros?- extendió una mano, se dio cuenta que no sabía si era algo de mala educación, y miró al príncipe a los ojos. El otro asintió, y posó sus dedos sobre la superficie de los cuernos. Eran duros y algo lustrosos al tacto –Son suaves- sonrió, maravillado.

Tom se movió, no del todo incómodo.

-Y sensibles- dijo, sin apartarse.

Los dedos de Marco pararon por un segundo, y luego continuaron acariciando.

-Como acero cubierto de seda... Seda lacada.

El demonio dejó escapar una risita, y el otro muchacho lo miró, confundido.

-Oh, eres adorable. No sabes lo que dices.

-A ver, y eso por qué.

-Hay otra parte de mi cuerpo, y de tu cuerpo, a la que le cabe esa descripción... aunque sólo cuando le interesa.

Un par de ojos rojos se entrecerraron, algo avergonzados, pero no se apartaron de sus tres ojos. La mano fue hacia su rostro, dibujando el contorno de su barbilla con la punta de los dedos.

-Mira, te está creciendo barba.

-¿En serio?- Marco se frotó la barbilla, y descubrió que ya no era tan lisa como antes –Bien- dijo, sonriendo un poco –Y ahora no crecerá hasta inundar la casa.

-¿Magia de por medio?

-Sí. Pero sobrevivimos.

-Me gustaría... intercambiar tácticas.

-¿Tácticas?

-Peleas de una forma distinta a la que me han enseñado. Además, tienes alas, y eso es una gran ventaja que pocos demonios tienen, en especial con tu nivel intelectual. Podría ser un buen intercambio cultural.

La mano violeta claro volvía a pasarse por su costado.

-Después de todo, ha hecho maravillas contigo. De aquí- señaló la cabeza castaña –hasta aquí- señalo la cadera –hasta aquí- señaló sus pies.

-No me has tocado los pies.

-Entonces, ¿quieres que te toque hasta los pies?- preguntó, sonriendo con coquetería.

-Si eso es lo que quieres...

-Para eso deberíamos continuar. Dime si estás...

Marco se levantó y rodeó la cintura de Tom con los brazos, para unir sus labios. Lento, dulce y apasionado. Tom gimió su aprobación y devolvió el beso, sonriendo.

-Quisiera estar dentro de ti- dijo, mirándolo a los ojos, y cuando Marco asintió, volvió a besarlo, y a dejar que manos lilas paseasen por su cuerpo cálido.

Hasta los huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora