Capítulo 3

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Estaba de nuevo en un hospital, esta vez sentada, esperando la respuesta del médico que había atendido a mi padrastro. Quise preguntarle a mi madre por qué no me había llamado ella, pero pensé que era mejor dejarla en paz, ya estaba bastante preocupada por la salud de Sergio.

De camino, había llevado a Diego a casa de su abuela, para que se quedara con él el tiempo que estuviéramos allí.

No me gustaba que la madre de Sergio se quedara a su cargo. El hecho de no estar allí, con su hijo, que había sufrido un atroz accidente, hablaba por sí solo de cómo era esa mujer. Siempre andaba con cualquier hombre que se le presentaba y además, yo tenía la certeza de que consumía todo tipo de drogas.

Por fin salió el doctor.

-Hola, buenas, ¿Son ustedes los familiares del señor Castro?

¿Cuántas veces había escuchado su nombre ese día?

-Sí.- Se adelantó mi madre, ya de pie- ¿Cómo está, doctor? ¿Qué tiene?

Estaba angustiada, y aún con cara de susto. Costaba reconocerla, siempre se la veía tan alegre.

-Verá, no le voy a mentir, está muy grave, tiene una distensión muscular, muy dolorosa. Vamos a tener que insuflarle morfina, porque no para de gritar de dolor.

-Dios mío- mi madre se echó a llorar.

Le di un abrazo, porque sabía que en esos momentos era lo que necesitaba.

-Es un calmante muy fuerte.- Dijo el doctor- así que les aconsejo que se vayan a casa, descansen, y vuelvan cuando se encuentre mejor y lo puedan pasar a ver.

Mi madre lloró con más fuerza. Yo le tiré del brazo suavemente y le susurré que teníamos que irnos, que harían todo lo posible para que se recuperara pronto.

Esa noche no recogimos a Diego. Pensé que era mejor que mi madre descansara, después de todo lo ocurrido.

Tras una cena silenciosa, me fui directamente a la cama.

..........

Estaba sentada en el jardín. El chico estaba a mi lado, mirando todo con mucha curiosidad.

-Cuánto has tardado.- Dijo al percatarse de mi presencia.

-¿Cómo dices?- Pregunté sorprendida.

-Pensé que me ibas a dejar solo.- Dijo, ignorando mi pregunta, como hablando para sí mismo- llevo tiempo observándote.- Dirigió de nuevo su mirada hacia mí.

No podía creer lo que escuchaban mis oídos. No entendía nada. ¿Quién era ese chico?

-Me llamo Daniel.- Dijo sin más- siento no haberte respondido el otro día, no formaba parte de mis planes que me vieras de ese modo.- Volvió a mirarme de esa forma suya- sé que estarás confusa.

Se levantó y paseó alrededor de mí. No parecía el chico asustadizo que estaba en mi cocina la otra vez.

Pero ¿De qué lo conocía? ¿Por qué lo había visto en mi cocina? Entonces recordé que había sido un sueño.

-Estoy soñando.- Dije.

-Así es.- Me dijo sin inmutarse- yo siempre he formado parte de tus sueños, siempre he estado ahí, aunque tú no me recuerdes.

-Ah, ¿sí?- Estaba cada vez más confundida.

-Sí, claro. Te lo puedo demostrar. Cuando eras más pequeña, tenías unos sueños muy... creativos. Te inventabas un mundo en el que sucedían cosas muy extrañas.- Se movía de un lado para otro.

-Como ésta- Murmuré.

-¿El qué?- Preguntó con un gesto de curiosidad.

-No, nada- Me apresuré a contestar.

-Veamos- Dijo, pensativo- si te parece bien, cada vez que vengas, te contaré una historia. Pero debes prometerme que las recordarás todas.

-Está bien.- Respondí, aunque no estaba muy segura del significado de una promesa en un sueño, ni de cómo poder recordarlos todos.

-Esta vez, como hemos perdido tiempo hablando, simplemente te hablaré de mí. Tengo 19 años, los mismos que tú. Sólo sé de ti lo que me dicen tus sueños, por lo que no te conozco realmente. Puedo deducir que llevas un gran peso sobre ti, porque conozco muy bien esa expresión. Aunque la última vez que te vi...- Su gesto era el de haber recordado algo que quisiera haber olvidado.

-¿Por qué vistes así?

Ahora el sorprendido era él. Le miré y se sonrojó. Por un momento parecía otra vez ese chico asustado.

-Yo... eso es algo que no comprenderías. Llevo tanto tiempo aquí me fascina tu mundo interior, me gustaría tanto conocer el exterior... aunque nunca he tenido esa oportunidad.

Pensé que no había dado una contestación clara. Quería evitar a toda costa mi pregunta.

Me quedé mirando al suelo, donde apareció una gota de agua. Allí pude ver reflejada mi cara.

Te Veré en mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora