Habían pasado cuatro semanas desde nacimiento de Diego. Todavía tenía el sonido de su llanto en la cabeza. ¿O era real? Si estaba llorando, que fuera Sergio a cambiarle los pañales, que para eso era su padre. Yo ya le había cambiado y dado el biberón la última vez.Pero el bebé seguía llorando y el resto de la casa estaba en completo silencio. Llamé a mi madre, y luego a Sergio. Pero no obtuve respuesta alguna.
Enfadada, recorrí la casa habitación por habitación. Mis pasos retumbaban por todo el piso, pero me daba igual. No había nadie. Por último, llegué al cuarto de Diego, que se había quedado callado al escuchar el ruido que hacían mis zapatos.
Fui más despacio hacia él y nos quedamos mirándonos el uno al otro. Tenía unos ojazos azules preciosos.
-Va a ser que voy a tener que cambiarte otra vez el pañal, ¿eh? Ojos azules- Le dije con sorna, a sabiendas de que no entendería nada de lo que le dijera.
Cuando terminé y lo dejé de nuevo en la cuna, donde se durmió casi de inmediato, cogí el teléfono y llamé al trabajo de Sergio.
-Despacho del señor Castro, dígame.- Respondió su secretaria.
-¿Está Sergio ahí?
-Ah, Emily.- Dijo al reconocer mi voz- No, lo siento, se ha ido temprano a almorzar y no ha vuelto. Claro que ya no tiene porqué volver, puesto que ha terminado su jornada... es viernes. Yo aún estoy aquí porque tengo que terminar de rellenar unos papeles que...
-Gracias, Berta.- Le interrumpí, y colgué.
Berta se podía pasar horas hablando, y yo ya había escuchado lo que necesitaba saber.
Era media tarde, mi padrastro se había ido a mediodía a comer y no había vuelto a casa. Mi madre probablemente se había tenido que quedar con unos clientes a mostrarles otra casa de las muchas que había en venta en los pueblos de alrededor, porque ella no solía retrasarse sin motivo.Me quedé acostada en el sillón, esperando, pensando que estaba exhausta.
..........
Vi a una persona esconderse tras las cortinas y me levanté al momento. Fui acercándome sigilosamente y corrí la cortina de la derecha, pero no había nada. Corrí la izquierda, y tampoco. Tal vez había sido mi imaginación.
Volví a sentarme, y vi una sombra entrar en la cocina. Me dirigí hacia allí y miré en el interior. Parecía que mi mente me había jugado otra vez una mala pasada. Hasta que vi a un chico de pie, mirándome con unos ojos oscuros color azabache, como dos escarabajos asustados.
-¿Quién eres?- Le pregunté, estupefacta.
No me respondió. Se quedó quieto, como un niño atemorizado. Lo que era desconcertante, ya que vestía como si hubiese salido de una película gótica. Collar de pinchos plateado, camiseta negra hasta el ombligo, chaqueta de cuero desgastada, vaqueros desgarrados, y botas de plataforma. Aparte de las cadenas de los brazos y los pantalones, a su ya de por sí aspecto estrambótico, había que añadirle la oscuridad de sus ojos y el negro de su pelo, cortado a media melena.
-¿Quién eres?- Volví a preguntarle, ya recuperada del susto.
.........
El sonido de un móvil me despertó. Era el mío. Me había quedado completamente dormida. ¿Quién era ese chico? pensé durante unos segundos. Había sido un sueño así que no le di más importancia y atendí la llamada.
-¿Sí?- En la pantalla había un número muy raro y largo.
-¿Es usted la hija del señor Castro?
-Sí.- Respondí con pesar- ¿Ocurre algo?
-Siento darle esta noticia así, pero su padre ha sufrido un accidente.- Me soltó.
No me lo podía creer. ¿Cómo era posible?
-¿Sigue ahí?- Volvió a hablar después de un rato de silencio.
-Sí, sí, sigo aquí él... esto... ¿Cómo está?
-Pues verá, esa información no se la puedo dar por teléfono. Mejor que venga usted. Le daré la dirección. ¿Tiene para apuntar?
-Sí, espere...
Fui corriendo a mi habitación. Cogí un bolígrafo del estuche del colegio, un bloc de notas y me dispuse a anotar.
-Sí, dígame…
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Te Veré en mis Sueños
Fiksi Remaja¿Te imaginas soñar con un chico que no conoces, pero él a ti sí? ¿Te imaginas conocer a un chico en el instituto que esconde secretos que ni te imaginas? ¿Te imaginas tener un pasado complicado que ni tú mismo recuerdas? Si quieres descubrir esos mi...