Capítulo 4

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Ese ruido me era familiar. Tardé un segundo en reaccionar. Era el despertador. Lo apagué con una mano y fui ubicándome poco a poco. Era lunes, día de Universidad. El día anterior había estado en el hospital, visitando a Sergio. Ya estaba casi recuperado, y eso en cierto modo me alegraba. Ya no tendría que ir más a ese horrible lugar.

Lo que me parecía extraño era que le siguieran dando su dosis de morfina. El dolor debía habérsele pasado casi por completo. Estaba siempre muy extasiado, salvo cuando algo le molestaba, que se volvía agresivo. Los médicos decían que cada vez le disminuían la dosis un poco, para que no le afectara de golpe, pero yo sabía algo que ellos ignoraban, porque gracias a los contactos que tenía Sergio, no figuraba en su expediente.

Él fue alcohólico, y pasó un período intenso de recuperación, por lo que yo temía que se enganchara a esta nueva droga.

Sumida en mis pensamientos, me vestí, y fui a desayunar.

.........

Rebecca tocó impaciente el telefonillo. Mi mejor amiga  tenía prisa sólo cuando quería ver a su novio Carlos, así que suspiré profundamente y bajé al portal.

-¡Por fin!- Exclamó al verme aparecer por la puerta.

Estaba muy nerviosa. Pero no era el tipo de nervios que estaba acostumbrada a ver en ella.

-¿Ha pasado algo?- Pregunté- ¿Has discutido con Carlos?

-No.- Dijo efusivamente- es solo que he visto a un chico.

-¿Y ya está? ¿Eso es todo? Así que tocas en mi casa como una poseída, solo porque has visto a un chico pasar por la calle. ¿Tan feo era?

Su reacción fue muy extraña. Se rió, nerviosa, mirando a todos lados, como para asegurarse de que nadie nos escuchaba.

-Todo lo contrario. Es guapísimo. Rubio, ojos azules. Parece un ángel.- Dijo hipnotizada.

En ella era normal exagerarlo todo.

Cuando llegamos a la Universidad, había un círculo de personas observando algo que no llegábamos a vislumbrar. Así que nos acercamos. Rebecca, que era experta en enterarse de todo, soltó:

-¡Es él! ¡Es él! El chico de antes.

Me tiraba fuertemente de la camisa, y me hacía daño. Entonces vi una cara que me resultaba familiar. Era justo como lo había descrito Rebecca, sólo que, sorprendentemente, se había quedado corta.

Era el chico más extravagante que había visto, a excepción de... no. No quería pensarlo. Todavía me resultaba extraño y además, sólo era parte de mi imaginación.

Ese chico no era extravagante sólo porque fuera guapo, que lo era, sino más por sus gestos, sus expresiones. Se notaba que quería pasar desapercibido, aunque no lo lograba. No lo había visto nunca, por lo que supuse que sería nuevo. Tenía el pelo rubio, aunque no el tipo de rubio que se esperaría, el suyo era más oscuro, como ceniza. Tenía los ojos azules, un azul oscuro hechizante, detrás de unas gafas de pasta negra. Llevaba los libros en las manos, protegidos por sus brazos.

Caminaba cabizbajo, pero se notaba que iba muy seguro de sí mismo, lo que no cuadraba. Parecía tener una gran personalidad, pero a su vez no quería destacar.

Me quedé pensando en que destaba porque sería algún youtuber o hijo de famoso.

Vi la mano de Rebecca pasar cerca de mi cara y que movía delante de mí los labios, pero no escuchaba lo que decía.

Salí de mi ensimismamiento, y pude ver que sólo quedábamos nosotras dos fuera del centro. Entramos.

El día se pasó muy deprisa. Cuando me quise dar cuenta, ya estaba en casa, preparando la comida. Me tocaba hacerla a mí porque mi madre trabajaba muchas horas, Sergio llevaba un mes y medio en el hospital y alguien tenía que alimentar a Diego, que se quedaba por las mañanas con mi tío César, el hermano de mi madre.

Te Veré en mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora